jueves, 24 de abril de 2014

Cafetín con gramófono

Feminiflor


Hace casi 100 años un grupo de damas orureñas sorprendió a la sociedad con una publicación pionera y que dejó mucha huella.





Omar Rocha Velasco

A principios de los años 20 nacía en Oruro una maravillosa revista periodística y literaria: Feminiflor. Las principales responsables fueron Laura Graciela de la Rosa Torres, Betshabé Salmón Fariñas y Nelly López Rosse, ellas fueron parte del Centro Artístico e Intelectual de Señoritas de la ciudad.
Eran jóvenes (entre 16 y 22 años), se reunían los domingos en veladas literarias y musicales, intentaban educarse, “superarse” y su impulso creativo iba en contra de toda una tradición masculina que consideraba “natural” que las mujeres jueguen un rol secundario en varios aspectos de la vida cultural y social.
De hecho, como dice Luis Ramiro Beltrán (hijo de Betshabé Salmón), “se dedicaron a una labor perteneciente al ámbito privado de los varones”. A lo máximo que podía aspirar una mujer en 1920, era salir bachiller y trabajar de secretaria en alguna compañía de cierta relevancia.
El medio era muy hostil para ellas, en Oruro no había colegios secundarios para mujeres, las que querían estudiar, tenían que ir al Colegio Nacional Bolívar, que era para varones, y aún así se atrevieron a publicar estas hojas volantes precursoras de las reivindicaciones femeninas en Bolivia y otros países de Latinoamérica.
Salieron 25 números (tres años, uno por mes) que se vendieron a 20 y 30 centavos, produciendo mucha curiosidad en el medio. La mayoría de los artículos dirigidos a las mujeres hablaba de su educación como necesidad y derecho.
Era un medio por el que las mujeres podían expresarse, dar a conocer sus anhelos, destacar hechos significativos (“La primera mujer aviadora”), y, fundamentalmente, luchar contra un medio pacato y conservador. Una de sus preguntas fundamentales fue por el concepto de “Patria”, de la que se sentían y no se sentían parte.
La publicación se mantuvo gracias a las ventas y a la publicidad (“Pianos y Pianolas”, “Polvos Grasosos Brisas del Mar”, “Vinos y Licores El Recreo”, “Gran fotografía Cordero”, “Hotel Quintanal”, etc.), otro gesto de independencia y contrapunto a posteriores publicaciones que se sostuvieron o buscaron la subvención.
No todo era reivindicación, información y queja, supieron matizar todo aquello con humor, para muestra sólo un botón: Hicieron un concurso muy serio con cupones y conteo de la votación, se trataba de una pregunta dirigida a las mujeres de Oruro: “¿Quién es el hombre más feo de Oruro?”.
Las respuestas fueron abundantes y abrumadoras, por supuesto dieron a conocer al ganador, pero las reacciones que este concurso produjo no están registradas.
Arturo Borda dedicó unas páginas de El Loco a Feminiflor, su actitud es de sorpresa y festejo, destaca la labor emprendida y también da consejos, obviamente se siente interpelado:

“En Corpus Christi salió a luz Feminiflor, periódico mensual femenino.
Yo estuve en el Bar Bolivia, bebiendo unos copetines de no sé qué cuando con voz sonora y a la disparada iban unos muchachos de la alta sociedad, casi cantando, entre cohibidos y audaces, orgullosos de sentirse, por amor, suplementeros. Decían: -A veinte centavos Feminiflor- Y el público tomábamos a la rebatiña el periodiquillo.
Hermoso y loco gesto que empieza a romper la rémora de las vergüenzas sociales.
He leído con todo el cariño y respeto que se merece la hojita. Y de lo más hondo de mi alma he sentido elevarse un grito que decía Sursum Corda; porque en ese movimiento de belleza femenina en el yermo más huraño de la meseta andina, se oculta un sentido tremendo de reacción social que seguramente escapará al análisis de los seres incultos”.

Borda finaliza uno de sus párrafos remarcando una frase que luego cobraría mucho sentido en plena Guerra del Chaco, “si llegasen a faltar hombres, estamos en pie las mujeres”. Esto no sólo hace referencia a la ausencia física, sino a la mediocridad e incapacidad masculina que se ponía en evidencia.

Fue un hito, aunque hubo algunos antecedentes como El Álbum que dirigía Carolina Freyre de Jaimes a finales del XIX. El impacto de esta publicación motivó que otras mujeres se organizaran y publicaran en otras ciudades del país, sin duda es una de las revistas más importantes que se ha publicado en Bolivia.

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