martes, 31 de mayo de 2016

Libros

Manjón y Montaño, dos miradas
a la literatura cruceña actual


La editorial Perra Gráfica presenta el debut literario de Adhemar Manjón, con su novela Génesis 4.12, y el segundo libro de relatos de Saúl Montaño: Desvelos. Los autores hablan del origen y alcance de sus obras. Proponemos además breves lecturas de cada libro.


Martín Zelaya Sánchez

Perra Gráfica editores presentará la siguiente semana en la Feria Internacional del Libro de Santa Cruz, una novela y una colección de cuentos que, sin que nadie se lo proponga -ni el editor, ni mucho menos los autores- bien podría ser un solo libro: un retrato, desde la ficción, de un sector de la juventud clasemediera, y por tanto de una parte de la Santa Cruz actual.
A una primera y superficial mirada eso son Génesis 4:12, de Adhemar Manjón y Desvelo, de Saúl Montaño. Claro está, además, que ambas son obras pensadas y logradas con un horizonte prioritario: la estética del lenguaje, el cómo contar antes que el qué contar. Y aquí acaban las coincidencias y cualquier intento de encasillamiento.
Manjón no se va con vueltas… Un momento, más bien sí. Escribe y duda, lo deja, vuelve a escribir. Se nutre: lee y relee, devora películas, cómics y se hace más melómano aún. Reforzado, vuelve a escribir, vuelve a dudar, y, aunque publica al fin, sigue en una ruta incierta, según reconoce… aunque no tanto como el personaje-narrador-protagonista de Génesis 4:12, su novela debut, un patético indeciso que desperdicia tiempo y oportunidades y sufre en silencio desamores y culpas. No tiembla Manjón -eso sí- en admitir a su engendro como una suerte de alter ego.
Montaño, en cambio, va con patada voladora de inicio a fin. Su personaje que deambula de un cuento a otro en Desvelo -y que aunque es también un camireño emigrado a Santa Cruz no es alter ego suyo- no es ni mucho menos un idealista atormentado, como el de Génesis 4.12; más bien es uno que “tiene los huevos bien puestos” y a quien no le remuerde nada pasarse la juventud chupando, vagueando y buscando desesperadamente con quien coger. Veamos un breve pantallazo de ambos libros:

Génesis 4:12

Depresivo, ansioso, un looser total. El protagonista de esta novela rechaza infaliblemente todos los trabajos que -ni él sabe bien por qué- se afana en conseguir. No tiene objetivos, motivaciones, pasiones, ni siquiera valor para tomar las “drogas fuertes” que le receta su psiquiatra, ni, por supuesto, para matarse tomándolas todas de golpe, como en algún momento se tienta. No puede sacarse de la cabeza a Vero, su ex, pero tampoco termina de animarse a reconquistarla.
Se pasa los días, semanas, meses vagando, viendo tele, bebiendo y yendo de putas. Solo o a veces con algunos amigos cuyas vidas se infieren igual.
Narrador protagonista. Primera persona en presente, aunque con continuos flashbacks. La novela es amena y con una solvente narración general, sobre todo en los diálogos, pero se advierte cierta falta de pulcritud a la hora de darle fluidez al relato: los planos narrativos y algunas concordancias en el manejo del lenguaje.
Es más que evidente la influencia de Maximiliano Barrientos en la construcción de ambientes, en las situaciones psicológicas: cavilaciones, crisis internas del personaje, así como en la intención de lograr una prosa que remita a planos e imágenes más propias del cine.

Desvelo

Sobrevivir con trabajos eventuales y el sueldo del papá. Salir en carro o moto a buscar dónde beber, con quién acostarse o con qué amigos irse al local de putas de moda.
Aunque no se especifica, y de hecho se mencionan nombres diferentes, el personaje narrador de los relatos es el mismo (¿es él mismo?): un hombre en el final de la veintena, que vive sus últimos días en su pueblo natal o sus primeros como inmigrante en la periferia cruceña.
Ciertas frases poco logradas, o diálogos no del todo naturales que restan verosimilitud y ritmo a una prosa por lo demás osada y vertiginosa, son los pocos, y subsanables, peros de este libro, en lo formal. Aunque no pocos cuentos se leen de un tirón, y aunque está claro que la idea es darle unidad y coherencia a todo el libro, hacia el final cansa un poco la repetición de situaciones, se hace algo previsible el devenir del “heróe-antihéroe”.

¿Identidad? ¿Influencias?
¿Retratos, retazos, pantallazos de la sociedad cruceña actual, decíamos? Y es que aunque a priori la respuesta es un contundente no (¡basta ya de buscar clasificaciones y direccionamientos en nuestra literatura!), no se pueden obviar los hilos conductores: Barrientos-Colanzi (parcialmente)-Montaño-Manjón.
“¿Queremos una identidad? ¿Para qué buscar una identidad? Pero, por otra parte, ¿es un escritor de estas latitudes una isla en el vasto océano de la literatura cruceña? Al parecer no. Estamos más conectados de lo que creíamos; somos archipiélagos”, responde Montaño interrogado sobre las similitudes de sus relatos no solo con la novela de Adhemar, sino incluso con los “iniciadores” de una nueva manera de acercarse y concebir a la literatura, que en el país son consensuadamente identificados como Maximiliano Barrientos y Rodrigo Hasbún, entre otros (pasado ya el quiebre que vino de la mano, a fines de los 90, de Edmundo Paz Soldán y luego de Giovanna Rivero).
Continúa el camireño: “leí con admiración los libros de Maxi y Hasbún. Acto seguido me mantuve atento a lo que decían en sus entrevistas y artículos, buscaba a los escritores que mencionaban: Cheever, McCullers, Johnson, Moody, etc.; a los directores de cine que recomendaban. Me inscribí en un taller que dictó Maxi y nos hicimos amigos…, trato de armar un mapa de cómo yo llego a esta literatura individualista, intimista”.
Sobre la impronta de Barrientos -particularmente notoria en su texto-, Manjón admite: Mis primeros intentos por escribir se dan en 2005, pero supe que quería hacerlo en 2006, cuando Maxi publica Los daños. Leía sus cuentos y quería copiarlos. (…) En fin, eso fue a los meses de empezar el experimento de escribir, pero creo que me dio una especie de pánico escénico y decidí no hacerlo más, solo leer hasta que sintiera que podía contar algo mío. Con el tiempo nos hicimos amigos con Maxi y me dio muchos consejos, y muchos libros que me han servido a la hora de hacer esta novela”.
Y para cerrar, ambos hablan sobre los lazos entre Génesis 4:12 y Desvelo, las nuevas grandes propuestas de Perra Gráfica -junto con Temporarias, poemario póstumo de Emma Villazón del que hablaremos en otro momento-.
“Nuestra amistad -dice Saúl refiriéndose a Adhemar- ha perjudicado nuestras obras. Ambos libros están contaminados por nuestro ‘bromance’. Aunque mi personaje no se enamora, en cambio el de Adhemar es un pajero enamoradizo; mi personaje tiene los huevos bien puestos”.
Manjón también lo admite: “sí, creo que hay atmósferas y actitudes de algunos personajes que se pueden encontrar en ambos libros. Pero los tonos son distintos. Creo que en mi novela intenté que el personaje se encierre en su cabeza, le quise poner un poco de melancolía en ciertos pasajes. En cambio, en los cuentos de Saúl, los personajes siempre van hacia adelante, no se andan con vueltas en lo que quieren, son historias más viscerales y con gente mucho más cínica, que solo piensa en coger”.
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Adhemar Manjón: “Lo hice un poco pensando en mí”


- Juan Cárdenas dice que la verdadera novela no trata sobre nada. Está claro que hace mucho que importa más cómo se cuenta que qué se cuenta, ¿qué tenías en mente antes, durante y después de la redacción de Génesis 4:12?
- Pensaba en si una vez terminada le iba a interesar publicarla a alguien. Tardé alrededor de tres años en finalizarla y, claro, al comienzo creí que era una historia que se había contado mil veces, pero lo que me animó era que esta vez el que escribía esa historia era yo, y quería saber cómo lo resolvía.
Supongo que tuve la paciencia para convencerme de que podía funcionar. La última vez que la dejé en reposo fueron seis meses, y cuando la volví a leer tuve las ideas más claras, y así pude finalizarla.

- Colanzi sugiere a Ignatius Reilly, de La conjura de los necios, para describir a tu personaje, ¿fue la construcción del protagonista uno de tus mayores desvelos?
- De hecho, la construcción del personaje principal me resultó lo más fácil, porque lo hice un poco pensando en mí, así que lo único que tuve que hacer fue insertarle mis manías, obsesiones e inseguridades y lo tuve resuelto.
Es que, en parte, Génesis 4:12 surge como un ejercicio que hice para registrar cierto estado en el que me encontraba cuando la inicié, era como una forma de decirme “Mirá, Adhemar, todas estas estupideces has estado haciendo, no las hagás más”; y pensé que cada vez que intentara meter la pata de nuevo pensaría en todo eso. Volví a leer la novela completa hace dos semanas y me di cuenta de que, lastimosamente, no he aprendido nada en todos estos años y sigo haciendo lo mismo. No cambio más. 

- Aparte de Barrientos, hablemos de otras influencias e insumos ¿de qué te nutriste para escribir la novela?
-¿Bret Easton Ellis? Me gustó mucho su novela Menos que cero, y creo que las frases cortas de las robé de algunos de sus pasajes (guardando las distancias, por supuesto). Pensé mucho en el cuento El arquero, de Luciano Lamberti, y en otro cuento de otro cordobés: Asiáticos, de Federico Falco, al momento de intentar mostrar lo perdido que se encontraba el personaje principal.
El impulso definitivo de lo que quise hacer me lo dio Postales de invierno, de Ann Beattie, es una de las novelas que más he disfrutado. Pero, creo que el origen de Génesis 4:12 está en la película uruguaya 25 watts, de Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll, la he visto muchísimas veces y me sigue conmoviendo y divirtiendo. De ahí saqué lo de los tres amigos y de ponerlos andar de aquí por allá por la ciudad.
Algunas canciones me ayudaron mucho también cuando ponía al personaje a dar esos paseos por la ciudad: That’s entertainment, de The Jam; Teléfonos/White trash, de Sumo, En las calles de Liniers, de Hermética, e incluso un tema de una banda cruceña, Duende, de Nyx.

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Saúl Montaño: “En Santa Cruz estamos aburridos”


- Por muchos años se encasilló, erradamente creo, a la literatura paceña como la narrativa de la noche, de lo marginal. Leyendo los libros de Barrientos, algunos cuentos de Colanzi, la nueva novela de Manjón y tus cuentos, no sería raro que alguien diga que hay una nueva tendencia o identidad en las letras cruceñas: la de reflejar la Santa Cruz de las borracheras, y los veinteañeros que se pasan el día vagueando en autos de sus papás. Te pido una reflexión al respecto.
- Que los boliches, que la joda, que los hijos de papá… creo que a mis personajes se les va en eso la juventud porque están aburridos y buscan estimularse. Tal vez si yo encontrara las mil y un maneras estéticas posibles de mostrar personajes masturbándose, lo haría. Mis personajes buscan emociones porque en sus vidas por injerencia externa no sucede nada, entonces qué hacen: conducen, fuerzan dramas, pelean, se emborrachan, van de putas, lo que la ciudad y su condición socioeconómica les permite. Yo mismo estoy aburrido. En Santa Cruz estamos aburridos.

- ¿Hay una Santa Cruz “vedada” o “marginal” en tus cuentos? ¿Hasta qué punto se reflejan tendencias, hábitos de vida actuales?
- Existe una Santa Cruz marginal que está allá, mucho más lejos en el radio urbano. Mis personajes son de clase media, no pasan hambre, no conocen la violencia de las calles, tienen un techo bajo su cabeza, sí se transportan en micros, pero no son marginales. Por supuesto que los cuentos reflejan hábitos de vida actuales, eso intenté, es una Santa Cruz urbana y contemporánea.
Sospecho que eso que señalas como “marginal’ está porque algunos cuentos suceden en Camiri, o quizás esa impresión de marginalidad es provocada porque mi personaje es un camireño que está en Santa Cruz, entonces no está plenamente integrado a la sociedad cruceña.

- En diferentes momentos hubo escritores que trabajaban enfocados en qué contar o en sobre qué escenarios o países o lugares hablar: literatura política, regional, etc. ¿Coincides en que hace ya un tiempo lo que importa es cómo contar, no qué o para qué contar? ¿Qué tenías en mente no solo durante la redacción de Desvelo, sino antes, cuando ya te sabías embarcado en hacer un libro, y luego, durante la corrección y el tiempo que seguramente lo dejaste en reposo?
- Sería pretencioso de mi parte afirmar que ahora lo que importa es el cómo contar, desconozco muchos autores, seguro hay aquellos que teclean literatura política, regional. En el caso de Desvelo, sí, me importó mucho el cómo contar. Sin duda. Es un libro funcional en cuanto a una búsqueda estética, mis preocupaciones no fueron morales, psicológicas, sociales, fueron estéticas, era esto lo que tenía que funcionar, lo demás acoplarse. Este libro ha sido un aprendizaje.
Es que también Desvelo nace como por encargo, o yo me lo tomé así. Antonio [Vera, el director de Perra Gráfica] quería reeditar mi primer libro, le dije que sí, meses más tarde le propuse Desvelo: que contiene un par de relatos de Una bandada… Lo que había hecho fue reconocer temas recurrentes: el joven al pedo, en joda, sin saber qué hacer; mucho sexo, alcohol. Entonces trabajé para que el manuscrito funcione: eliminé párrafos, retiré cuentos, ajusté tuercas.
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El paquete de Perra Gráfica

Novela. Génesis 4:12, de Adhemar Manjón, ilustrado por Rodrigo La Hoz, se presentará el jueves 2 a las 19:00

Poesía. Temporarias, de Emma Villazón, ilustrado por Eduardo Yaguas, el viernes 3 a las 19:00.

Cuentos. Desvelo, de Saúl Montaño, ilustrado por Jugo Gástrico, el sábado 4 a las 21:00.


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