Sobre Catre de fierro
Reseña de la novela de la británica boliviana Alisson Spedding, “un gran libro”, comenta el autor.
Omar Rocha Velasco
La última novela de Spedding es una ambiciosa saga familiar:
recorre los deleites que el poder dio a los patrones Veizaga, hacendados de
Saxrani, provincia Inquisivi; pasa por los avatares de esta familia dentro del
Nacionalismo Revolucionario (una militancia que al principio les da muchos
réditos y luego es parte de su debacle); cuenta la historia de esta familia en
el periodo de dictaduras de los 70; narra “los narcóticos años 80” (R. Bajo
dixit), la vuelta a la democracia, el periodo de la megacoalición ADN, MNR y
MIR; termina en una debacle total, un final trágico en el sentido griego.
Los personajes son fascinantes, complejos, encarnan un mundo
difícilmente abarcable por otros discursos que no sean los ficcionales. Por
ejemplo, Nemesio es un preso en la cárcel de Inquisivi, está allí por haber
asesinado a su suegro, se convierte en un eje de la narración, todos acuden a
él, desde la cárcel se entera de todo lo que pasa afuera, los otros personajes
lo visitan para dejarle papeles, consultarle sobre asuntos jurídicos, quejarse,
etc.
La cárcel también sirve de refugio, los miembros de la
familia que son perseguidos y buscados en La Paz van a la cárcel de Inquisivi a
ocultarse. Nemesio,
como reo con mayor antigüedad, 24 años para ser más exactos, controla y
organiza a los otros, sus responsabilidades alcanzan incluso la administración
de las llaves cuando el alcaide se encuentra de viaje.
Otro personaje fundamental es Matías Mallku, un viejo “yatiri” que se ocupa de kuchus[1] y
tuxllus[2],
es un vidente que avisa lo que va a pasar, siempre guarda la compostura,
anuncia -es el Tiresias de esta tragedia familiar-, cumple el rol de decirles a
los personajes que no comentan Hamartía
(término griego que remite al error del héroe trágico): cuidado, no hagas lo
que no te corresponde, lo que está más allá de tus posibilidades. El vidente
tiene su “oficina” en el Shopping la Wiphala, su tarjeta dice: “Matías Mallku:
Sabio adivino, lee la suerte en coca, cigarro y naipes. Cura negocios,
enfermedades, amores, casas y juicios”.
Este
personaje es uno de los ejes de la narración, el mundo mágico está presente
desde el principio, la primera frase de la novela es: “La culpa es de Matías
Mallku”. Las cosas no pasan porque sí, por pura casualidad o por puro control
humano. La tierra pide ofrendas, los destinos están trazados (otra vez la
tragedia).
Destaco
especialmente un pasaje de la novela, se trata de la visita del Papa Juan Pablo
II a Bolivia, la caravana, de pronto, se desvía del camino trazado
inicialmente, se detiene en un lugar no previsto en la Ceja de El Alto, y
procede a bendecir el bar Polonia.
¿Qué
pasó? El candidato a la diputación Alexis Veizaga, que goza de los beneficios
de su partido en el poder, es el jefe de protocolo y arregla las cosas para que
el papa haga la bendición del bar de su amante Dorotea Veizaga. Esta escena
condensa muchos elementos, los partidos políticos y su ejercicio del poder, la
iglesia y su relación con la legitimización del poder (pensemos en la última
visita del papa a Bolivia), a nivel micro podríamos hablar de una constelación
familiar que, desde la vertiente masculina, repite eso de gozar o desear a la
chola fuera del hogar o la familia que se ha constituido.
En
este sentido, Catre de fierro tiene
que ver con lo que Salvador Romero trabaja en su libro Las Claudinas, las mujeres cholas que como una especie de mujeres
fatales son la causa de la debacle y decadencia. El diputado, el señorito bien
con un futuro prometedor se degrada en el alcohol y termina al lado de la
chola, eso pasa en La Chaskañawi.
En
el caso de la novela de Spedding, el señorito Alexis es primo de la chola
Dorotea, lo que los separa es simplemente la triquiñuela de uno de los abuelos
que se apropia de la herencia y su descendencia cae del lado de los patrones. El
diputado termina con la chola -como en La
Chaskañawi-, pero no se trata de un paulatino “degradé”, sino de la
paulatina consolidación de una pareja que encuentra su camino luego de varios
desvíos. Por el lado de la exesposa del diputado también hay un trastoque, ya
no se trata de la mujer despechada que ha desperdiciado lo mejor de su juventud
en un matrimonio que se disuelve, se trata de la mujer que realiza, finalmente,
su deseo descubriendo su sexualidad y quedándose con su amiga Lisset.
Como toda gran novela Catre
de fierro cuenta la historia de la decadencia de un mundo (palabras del
escritor mexicano Federico Guzmán), en este caso el mundo de la familia Veizaga en la provincia
Inquisivi de La Paz; pero esta historia puede perfectamente extrapolarse y ser
considerada como la ficcionalización y retrato
de la Bolivia de la segunda mitad del siglo XX, es una tragedia
pretensiosa y no es infiel a su pretensión.
Por último, vale la pena reparar en un detalle: en la
contratapa aparece una foto de antaño en blanco y negro, allí se ve una familia
numerosa posando en un jardín (seguramente un domingo en alguna quinta o
hacienda paceña), se ve también, a la izquierda y hacia abajo, a un niño zaparrastroso, despeinado y andrajoso, ¿qué
hace este niño posando junto a semejante distinguida familia paceña de antaño?
Spedding cuenta que esa foto fue el disparador de esta, ya lo dije, gran
novela.
[1] Ofrenda de un ser vivo
(generalmente un animal) sin derramamiento de sangre. Se lo mata por
estrangulamiento, ahogamiento o enterramiento vivo; los kuchus más conocidos
son los humanos, usados en la construcción de un edificio grande, un puente o
una carretera. Huilancha: Ofrenda de un ser vivo con derramamiento de sangre.
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