Erika Ewel, la poética de
los hilos y las
puntadas
Una completa semblanza artística y conceptual de la destacada artista boliviana.
Pedro Querejazu Leytón
Las creaciones más importantes en el arte
contemporáneo producidas en el país durante las tres últimas décadas
(1986-2016) han sido realizadas por artistas mujeres, que usando tanto lenguajes
tradicionalmente atribuidos a los hombres, como aquellos atribuidos a la feminidad,
llevaron el arte hacia adelante, con gran capacidad creativa, tesón y
persistencia.
Ejemplos destacados e importantes son: Ejti
Stih, Gilka Wara Libermann, Valia
Carvalho, Guiomar Mesa, Raquel Schwartz, Vivianne
Salinas, María Luisa Ramírez, Alejandra Dorado, las más jóvenes Sandra de Berducci,
Alejandra Alarcón, Alejandra Delgado y Claudia Joskowicz.
Dentro de la generación de artistas que
iniciaron su andadura profesional en la década de 1990, Erika Ewel destaca de
manera particular. Por la consistencia en la calidad de su producción, por la
creatividad, el trabajo arduo y constante. Además de su participación en
eventos internacionales, sus últimas exposiciones, presentadas en La
Paz, Cochabamba y Santa Cruz han sido: La
mujer rota y Territorios el 2008;
Doll Papers, 2009; Para recortar, 2010; Correspondencias, 2011 (junto con
Alejandra Dorado); Lugar propio,
2012; Registro del olvido, 2013; Todo septiembre y + 20 años, 2014; Wallpapers
y Entre puntadas, 2015, y La rosa escrita, 2016, expuesta el mes
pasado en Blanco.
En
los próximos días presentará una exposición con el título Entre puntadas, basada en su producción del 2015, en la Fundación
Enrique Grau, en Bogotá, Colombia.
Erika ha producido además dos libros que
recogen su obra, el primero en 2006 y el segundo en 2014, y ha incursionado en
la gestión cultural del arte, entre otros, con el proyecto “Blanco. Espacio Abierto”,
junto con Keiko González y Roxana Hartmann.
La obra de Ewel es una producción de poesía
visual y textual. Como artista contemporánea que es, se manifiesta con
multiplicidad de medios y lenguajes. Estos son tanto tradicionales como
actuales, según se quiera mirar. Usa tanto los soportes de lienzo, el papel y el
celuloide; como las gelatinas de plata, crayones, óleos, acrílicos, tintas,
lápices, los bits digitales, pinceles, agujas, hilos, máquina de coser, y
cuanta cosa le sea útil para producir sus obras y sostener sus contenidos y
significados.
Los resultados de su trabajo son unas veces
pinturas o fotografías, otras son collages, ensamblajes o instalaciones, libros-objeto-artístico,
textos, palabras, poemas y conceptos, entremezclados y sostenidos por los
materiales antes descritos que ella usa de modo tal que transita en todos los
sentidos posibles las fronteras de los sensorial y conceptual. Los
nombres de sus series temáticas o sus obras individuales hacen constante
referencia a los contenidos y lenguajes del arte hecho por mujeres.
Su expresión plástica es unas veces
figurativa, realista, testimonial, como puede ser un paisaje o una fotografía
de familia; otras es abstracta, y también puede ser todas las posibilidades
intermedias, en las que se manifiestan los mundos simbólicos que la artista
encuentra en los recovecos de su memoria y reflota, deconstruye y reelabora.
Incorpora de manera evidente del arte y del
ámbito conceptual, palabras o textos, que siendo parte de las obras, unas veces
dan pistas sobre los significados profundos, otras, son complejos y crípticos
que requieren claves para descifrarlos.
El espectador tiene que participar en el proceso
de diálogo y creación de Erika, reaccionando, respondiendo, leyendo,
reinterpretando los elementos simbólicos implícitos en las telas cortadas y
desgarradas, en los superpuestos trazos de lápiz o pincel, en las puntadas que
sujetan las partes, que aportan tanto a cada obra como el lenguaje escrito, las
palabras y frases, emanando los contenidos de los vasos comunicantes de su
memoria y de la de los imaginarios sociales y los mitos colectivos.
Las sugerencias de descripciones topográficas
que tienen las obras de Erika son posibles, legítimas, válidas. Las obras que
presenta son paisajes que representan el mundo natural, artificial o imaginado que
la rodea. Son también como planos topográficos de curvas de nivel con sucesiones
de curvas y puntadas; como infogramas del tiempo y del lugar de cada quien en
su memoria; o son a veces manifestaciones de la tierra, el aire, el agua y el
fuego, elementos que componen la materia y sostienen las ideas y el espíritu.
Lo femenino es esencial en la obra de Ewel. Es
el mirar, sentir, vivir y hacer con alma de mujer. Desde allí, usa de manera
figurativa o simbólica la topografía integral o fragmentaria del cuerpo
femenino, que es tanto el suyo como el de todas las mujeres, como también es
piel y cuerpo de la tierra. Ha usado los medios históricamente asociados con el
quehacer del género femenino, el hacer y transmitir la cultura, el hacer
costuras y telas, el vestir y construir nuevas pieles, nuevas cubiertas, nuevas
esencias nuevas apariencias.
Con hilos y costura, con telas de colores,
estampados, sellos y pinturas, Erika gesta y alumbra nuevas obras, nuevos
territorios, reales y simbólicos, en los que cada quien puede encontrar anclaje
en un presente intemporal, sujetado por esos trozos de lienzo, papel o tela y
esos hilos que hilvanan entre puntadas su memoria y la de la humanidad.
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