sábado, 21 de mayo de 2016

De arte y artistas

Erika Ewel, la poética de
los hilos y las puntadas

Una completa semblanza artística y conceptual de la destacada artista boliviana.



Pedro Querejazu Leytón

Las creaciones más importantes en el arte contemporáneo producidas en el país durante las tres últimas décadas (1986-2016) han sido realizadas por artistas mujeres, que usando tanto lenguajes tradicionalmente atribuidos a los hombres, como aquellos atribuidos a la feminidad, llevaron el arte hacia adelante, con gran capacidad creativa, tesón y persistencia.
Ejemplos destacados e importantes son: Ejti Stih, Gilka Wara Libermann, Valia Carvalho, Guiomar Mesa, Raquel Schwartz, Vivianne Salinas, María Luisa Ramírez, Alejandra Dorado, las más jóvenes Sandra de Berducci, Alejandra Alarcón, Alejandra Delgado y Claudia Joskowicz.
Dentro de la generación de artistas que iniciaron su andadura profesional en la década de 1990, Erika Ewel destaca de manera particular. Por la consistencia en la calidad de su producción, por la creatividad, el trabajo arduo y constante. Además de su participación en eventos internacionales, sus últimas exposiciones, presentadas en La Paz, Cochabamba y Santa Cruz han sido: La mujer rota y Territorios el 2008; Doll Papers, 2009; Para recortar, 2010; Correspondencias, 2011 (junto con Alejandra Dorado); Lugar propio, 2012; Registro del olvido, 2013; Todo septiembre y + 20 años, 2014; Wallpapers y Entre puntadas, 2015, y La rosa escrita, 2016, expuesta el mes pasado en Blanco.
En los próximos días presentará una exposición con el título Entre puntadas, basada en su producción del 2015, en la Fundación Enrique Grau, en Bogotá, Colombia.
Erika ha producido además dos libros que recogen su obra, el primero en 2006 y el segundo en 2014, y ha incursionado en la gestión cultural del arte, entre otros, con el proyecto “Blanco. Espacio Abierto”, junto con Keiko González y Roxana Hartmann.
La obra de Ewel es una producción de poesía visual y textual. Como artista contemporánea que es, se manifiesta con multiplicidad de medios y lenguajes. Estos son tanto tradicionales como actuales, según se quiera mirar. Usa tanto los soportes de lienzo, el papel y el celuloide; como las gelatinas de plata, crayones, óleos, acrílicos, tintas, lápices, los bits digitales, pinceles, agujas, hilos, máquina de coser, y cuanta cosa le sea útil para producir sus obras y sostener sus contenidos y significados.
Los resultados de su trabajo son unas veces pinturas o fotografías, otras son collages, ensamblajes o instalaciones, libros-objeto-artístico, textos, palabras, poemas y conceptos, entremezclados y sostenidos por los materiales antes descritos que ella usa de modo tal que transita en todos los sentidos posibles las fronteras de los sensorial y conceptual. Los nombres de sus series temáticas o sus obras individuales hacen constante referencia a los contenidos y lenguajes del arte hecho por mujeres.
Su expresión plástica es unas veces figurativa, realista, testimonial, como puede ser un paisaje o una fotografía de familia; otras es abstracta, y también puede ser todas las posibilidades intermedias, en las que se manifiestan los mundos simbólicos que la artista encuentra en los recovecos de su memoria y reflota, deconstruye y reelabora.
Incorpora de manera evidente del arte y del ámbito conceptual, palabras o textos, que siendo parte de las obras, unas veces dan pistas sobre los significados profundos, otras, son complejos y crípticos que requieren claves para descifrarlos.
El espectador tiene que participar en el proceso de diálogo y creación de Erika, reaccionando, respondiendo, leyendo, reinterpretando los elementos simbólicos implícitos en las telas cortadas y desgarradas, en los superpuestos trazos de lápiz o pincel, en las puntadas que sujetan las partes, que aportan tanto a cada obra como el lenguaje escrito, las palabras y frases, emanando los contenidos de los vasos comunicantes de su memoria y de la de los imaginarios sociales y los mitos colectivos.
Las sugerencias de descripciones topográficas que tienen las obras de Erika son posibles, legítimas, válidas. Las obras que presenta son paisajes que representan el mundo natural, artificial o imaginado que la rodea. Son también como planos topográficos de curvas de nivel con sucesiones de curvas y puntadas; como infogramas del tiempo y del lugar de cada quien en su memoria; o son a veces manifestaciones de la tierra, el aire, el agua y el fuego, elementos que componen la materia y sostienen las ideas y el espíritu.
Lo femenino es esencial en la obra de Ewel. Es el mirar, sentir, vivir y hacer con alma de mujer. Desde allí, usa de manera figurativa o simbólica la topografía integral o fragmentaria del cuerpo femenino, que es tanto el suyo como el de todas las mujeres, como también es piel y cuerpo de la tierra. Ha usado los medios históricamente asociados con el quehacer del género femenino, el hacer y transmitir la cultura, el hacer costuras y telas, el vestir y construir nuevas pieles, nuevas cubiertas, nuevas esencias nuevas apariencias.
Con hilos y costura, con telas de colores, estampados, sellos y pinturas, Erika gesta y alumbra nuevas obras, nuevos territorios, reales y simbólicos, en los que cada quien puede encontrar anclaje en un presente intemporal, sujetado por esos trozos de lienzo, papel o tela y esos hilos que hilvanan entre puntadas su memoria y la de la humanidad.


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