sábado, 5 de septiembre de 2015

Libros

El amor de Teresa de Jesús
y Fray Jerónimo Gracián

Reseña de Sus ojos en mí, una novela que desentraña un intrigante romance prohibido en el siglo XVI español.



Ricard Bellveser

Teresa de Jesús (1515-1582), con casi 60 años de edad, se encontraba en Beas del Segura, un pueblecito español de la provincia andaluza de Jaén, cuando recibió al visitador de la Orden del Carmelo, Jerónimo Gracián de la madre de Dios, un joven de 30 años, “seductor, bien parecido, elocuente y dotado de excepcional inteligencia”.
Al poco de tratarle se da por vencida y en ese instante, tras ese episodio, comienzan “los días más luminosos de mi vida”, dijo ella por escrito, empieza una colosal historia de amor que el escritor Fernando Delgado ha contado en la novela Sus ojos en mí (Planeta, 2015), texto de una emocionante inteligencia y por ello una de las novelas en español más interesantes de los últimos años.
Intentaré ordenar lo que acabo de decir. Desde la perspectiva crítica, la novela está escrita con un estilo claro, directo, cristalino, y así lo reconoció el jurado del Premio Azorín (dotado con 45.000 euros). Es una obra que no pretende ser novela histórica según el modelo de las novelas basadas en el mundo romano o la revolución francesa pongamos por caso, sino que utiliza la historia únicamente para contextualizar esta bella historia de amor no carnal. Es una novela con los imprescindibles ingredientes clásicos: intriga, traición, amor, generosidad, odio, respeto, defensa de valores generales e incertidumbre, teselas que nos hacen continuar la lectura con curiosidad y también con placer.
Sí, acabo de escribir amor no carnal, pues lo que se narra es un amor admirativo, tampoco platónico en su sentido clásico y demasiado tópico, sino idealizado, con evidentes elementos obsesivos que lo convierten en ese tipo de amores que tantas veces hacen daño, pero un daño reclamado.
Estructuralmente la novela es un alarde. Tiene dos partes, una primera que llega hasta la muerte de la Santa, y una segunda hasta la muerte de Jerónimo Gracián, sucedida a las puertas de Bruselas. En medio, la persecución que ambos sufrieron  por la Inquisición, en especial Gracián por seguir los consejos, enseñanzas e impulsos de una mujer, Teresa de Ávila, como demostración de que sus máximos gozos y sus notables desgracias comenzaron cuando ella puso sus ojos en él. Que Teresa mirara a Gracián fue su perdición…
La primera parte transcurre en los últimos seis años y medio de la vida de la Santa y la segunda describe la persecución que sufrió Fray Gracián, todo ello se desliza sobre un trasfondo de riñas entre los carmelitas (descalzos y calzados), las peleas en el interior de la Iglesia (un caos de rencillas, envidias, denuncias y odios que demuestra que mientas el ser humano y su condición esté tras las cosas, estas no podrán evitar su propensión a envenenarse) y la putrefacción política y social de la corte del rey de España Felipe II.
Dos partes, decía, y también dos universos y dos voces. La novela, situada en el siglo XVI, transcurre en paralelo en la década de los 60 del siglo XX. Dos frailes, Humberto de San Luis y Fray Casto del Niño Jesús, comienzan a indagar sobre la relaciones entre Teresa y Gracián, con ayuda del historiador Ronals Weyler, que es tío de Fray Casto, que es quien quiere escribir una novela sobre este episodio. Pura ficción.
Por lo tanto, novela, insisto, en dos partes, una hasta la muerte de la Santa y otra hasta la muerte del Visitador de la Orden; dos tiempos, el siglo XVI y el siglo XX, y dos procedimientos corales de voces narrativas que proceden de los frailes que 400 años después investigan esta relación. Todo bien encajado.
Pero no hay que olvidar que se trata de una novela de amor, aunque no quisiera que nadie malinterpretara mis palabras dejándose engañar por el tópico, pues, ¿cuántos lados tiene el poliedro del amor?
No se trata aquí de un amor sexualizado, sino de un amor que Teresa cree que está consentido por el propio Dios, porque ella no puede vivir sin estar con él, (él en minúscula), en quien piensa permanentemente, no puede vivir sin su opinión, que termina convirtiéndose en clave para el proceso de reforma de la Orden del Carmelo; sin su compañía, es una relación obsesiva, de necesidad, por lo tanto que no precisa de consumación, basta con morir de sed junto a la fuente….
Fernando Delgado ha obtenido buena parte de la documentación que le ha servido de ayuda del epistolario de Santa Teresa, que es un fondo elocuentísimo. Por eso algunas pasajes asemejan sí a una novela histórica, pues no se excluyen los enfrentamientos entre Gracián y el Padre General Rubeo que muestran la enorme distancia que existía entre unos y otros, y la ferocidad que llegaron a alcanzar las luchas internas en la Iglesia del siglo XVI.
En fin, una novela de amor, histórica, teórica, mítica y antimítica, atinadamente escrita y muy, muy inquietante.



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