sábado, 26 de septiembre de 2015

Crónica

Raúl Zurita: el último titán en Bolivia

Uno de los poetas centrales de la poesía en español, el chileno Raúl Zurita, estuvo en el Festival Panza de Oro, realizado en Cochabamba del 17 al 19 de este mes.



Alex Aillón Valverde

Raúl Zurita llega muy temprano a mARTadero acompañado de Juan Malebrán, poeta y organizador del Panza de Oro.
“!Oh Cochabamba querida, ciudad de mágico encanto!”, entona de memoria. Luego recuerda una canción de Víctor Jara: “A Cochabamba me voy, a Cochabamba señores, cantarán los ruiseñores, a Cochabamba me voy” y sonríe.
“Muy lindo Cochabamba, tengo muchos amigos queridos aquí”, nos dice antes de tomar el taxi que lo llevará a su hotel antes de las primeras entrevistas abiertas de la mañana.
“Yo soy un admirador profundo de la música boliviana. Creo que la música de Bolivia es la más alucinante del mundo. Es una música que viene de lo profundo. No hay algo como la música boliviana”.

Poesía y fronteras
Raúl Zurita no está aquí invitado por ninguna feria de libro, ni por ninguna repartición del Estado o alguna editorial importante o alguna cámara del libro. Raúl Zurita está aquí invitado por la gente de mARTadero y por los jóvenes poetas del Festival Panza de Oro, un festival que intenta la transfronterización de la poesía en un marco de convivencia innovadora e independiente.
“Ojalá la palabra frontera desaparezca algún día. Me entusiasma estar aquí porque somos una misma patria, donde todo debería ser de todos. Al final nuestra patria es el lenguaje”, comenta sentado en el Café Mosquita Muerta, esperando su turno para cerrar el festival con un recital que quedará marcado en la historia de esta ciudad y el país.

Todo con la poesía, nada sin ella
El futuro para Zurita, un poeta que ha sido perseguido y torturado por la dictadura de Pinochet, no existe sin la poesía.
“Sin la poesía no hay ningún salto al futuro. Sin ella no se puede hacer nada. Significaría que se ha perdido la esperanza, toda la capacidad de soñar e imaginar. Si vamos a construir un destino común solo podremos hacerlo desde lo más verdadero. No hay que encerrarse en las palabras. Hay que actuar. Hay que hacer cosas humanas”.

Resistir la virtualidad
Sin embargo, Zurita está consciente del cambio que se está operando en el mundo. La tecnología, las redes sociales, el cambio de sensibilidades, no son ajenos para el autor de Canto a su amor desaparecido.
“Es cierto, es un cambio civilizatorio profundo. La poesía encontrará su forma porque está inscrita en el genoma humano. Pero la poesía como la conocemos irá desapareciendo. La lucha de la humanidad ahora es no dejarnos vencer por la virtualidad. Por eso los encuentros son importantes. Gente que viaja cientos de kilómetros para darse la mano, como en este festival. No hay vuelta atrás, la red está ahí, pero siempre hay la necesidad de encontrarse y esa es la lucha, la lucha por no dejar de sentir y mantener la humanidad de las cosas. Por eso hay que volver a ocupar las plazas públicas, las calles. Hay que resistir la virtualidad”.

Políticos y militares
Consultado sobre qué es la patria, sobre el discurso de los gobiernos, sobre qué es latinoamérica, Zurita es claro. “Todo lo que los militares y los políticos dicen que es la patria, pues eso es exactamente lo que no es”.
Según Zurita, los políticos forman una casta en la que la diferencia de ideas no es nada frente a los intereses que los une. “Los políticos han sido bastante nocivos en nuestro continente, sobre todo en los últimos años. Hay que replantearse la idea de representatividad. Que las bases sean las que decidan sin que eso signifique una dictadura o una tiranía. Los políticos representan cada vez más lo viejo, lo caduco y el doble discurso y, en algunos casos, no en muchos, la grandeza”.

Contra el establishment literario
Zurita un poeta que inició su carrera desde el margen, asediando el establishment literario de su país, mantiene la misma idea al respecto.
“Yo nunca he pertenecido al establishment literario. Vengo porque me gusta Bolivia y porque me genera mucha curiosidad su poesía y los jóvenes que viven un mundo que nos está negado. Su problema (el de los jóvenes) es el egoísmo, su virtud su capacidad de transformación, como el movimiento estudiantil. Rimbaud era un egoísta, pero era un genio”.
“Lo lindo de Zurita, un poeta de su dimensión es que banca a la poesía joven interesante, no a la poesía aburrida, a la poesía que es parte del establishment”, corrobora Fernanda Martínez Varela, poeta chilena que acaba de ganar el premio Roberto Bolaño en su país.

Entonar los últimos cantos de la poesía
“La poesía está sepultada bajo montañas y montañas de poemas yoyistas. Verificar esa sentencia nos puede valer a los poetas ser arrojados del Olimpo. Estamos llamados a entonar los últimos cantos de un arte tremendo que, sin embargo, está desapareciendo tal como lo conocemos. La poesía no va a morir jamás. Pero tal como la entendemos, está en su fase final”.

Zurita lee
Zurita, Premio Pablo Neruda (1988) y Premio Nacional de Literatura de Chile (2000), investido en marzo pasado doctor Honoris Causa por la Universidad de Alicante (España), se sienta en el sillón del patio de mARTadero, a su alrededor no hay más de 40 o 50 personas. Muchos de ellos son viejos luchadores, y la otra mitad, poetas jóvenes y gente que realmente lo admira y admira su obra.
Alguien me comenta que debían haberlo llevado a un lugar más grande, como el Centro Patiño o algo más céntrico, pero eso es justamente de lo que no se trata. Zurita es de los que cree que la poesía nace en los márgenes, en los festivales alternativos, con otros lenguajes, otras sensibilidades, que no es tiempo de las camarillas, de los dictadores poéticos, ni de quien dice qué está bien y quien dice qué no está bien.
Zurita es conocido por abrir y validar otros espacios en Chile. Ha apadrinado a varios de los poetas jóvenes importantes de la nueva poesía de su país. Por eso lo quieren. Por eso lo odian. Por eso es Zurita, el poeta vivo más importante de Chile después de Nicanor Parra, ni más ni menos.
Zurita comienza su lectura en medio de la noche solitaria de Cochabamba. Zurita tiembla, el Parkinson avanza, pero su espíritu sigue firme, sus palabras tienen la potencia de siempre, esa potencia capaz de hacernos derramar lágrimas, esa potencia vital que lo ha hecho uno de los poetas más queridos y admirados de su generación, uno de los últimos llamados a defender la poesía “tal como la conocemos”, esa poesía que quiso cambiar el mundo, que lo cambió, y todo por tan poco, todo por tanto.
Zurita lee y lee uno de los últimos cantores de un “arte en extinción”, quién sabe, lee uno de sus últimos titanes.


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