sábado, 5 de septiembre de 2015

Artículo

Escritos completos, el universo (literario)
de Juan Conitzer en un libro

La esencia y fundamentos de la obra literaria y artística de Conitzer, y detalles fundamentales para entender el libro que reúne la totalidad de su producción. En cuadros adjuntos, dos piezas breves de sus libros y un extracto de un texto preliminar.


Martín Zelaya Sánchez

“Todo lo que Juan hacía -sus escritos, sus obras de arte- era una bitácora, la mirada que tenía sobre la vida. Todo es parte de una obra global, única”, comenta Mabel Fava. “Juan Conitzer es un gran escritor y un artista del futuro”, afirma Rodolfo Ortiz.
“¿Pero quién era realmente Juan? -se pregunta Alejandra Echazú-. ¿Es posible llegar a su corazón, a los que fueron sus sueños y sus realidades en un itinerario a través de su paleta, de los trazos de color, de las vetas, de las figuras geométricas o de sus textos complejos?  ¿Es posible intuir su personalidad a través de la arquitectura  y la decoración de su taller? ¿Es posible llegar a descubrirlo recorriendo su producción artística?”.
Nos referimos, claro, a Juan Conitzer, escritor y artista paceño cuya valiosa aunque poco conocida producción literaria acaba de reunirse en el libro Escritos completos (La Mariposa Mundial, 2015), un valioso rescate y compilación que estuvo a cargo de Rodolfo Ortiz, y que se presentará este miércoles 9 de septiembre en el Museo Nacional de Arte de La Paz.
La obra reúne los ocho libros -entre prosa y verso- publicados por el autor, la mayoría en ediciones artesanales, caseras y de muy escaso tiraje, y una selección de textos dispersos e inéditos.
Ortiz, que suma este valiosísimo rescate literario a sus trabajos de investigación y rescate de Jaime Saenz -plasmados en varios textos inéditos y facetas biobibliográficas en su momento publicados en La Mariposa Mundial- y de Arturo Borda -de quien editó el sorprendente Nonato Lyra, además de varias piezas en la citada revista- tiene en esta ocasión un doble mérito: dar a conocer a un autor aún menos leído que Borda y, además de contextualizar, anotar y ubicar su obra según la cronología de vida de Conitzer, presentarla en una edición matizada acertadamente con las coloridas obras de arte del también talentoso artista.
Componen Escritos completos los libros Cuaderno borrador (1968), Alba: mar de pescadores (1975), Y Francisco pasó a la leyenda (1978), Hijos de papel (1996), Cuento desmoralizante del año cristiano y otros (1999), Continuando la obra de Dios. Teresa y última parte (2003), Hoy entrego el alma. Cuentos de sobremesa (2005), ¡Como esté! (2008) y Textos dispersos e inéditos (1958-2007).
Todo precedido por la nota “Liminar” de Ortiz, la “Introducción” de Echazú y una completa biobibliografía cronológica, fundamental para ubicar y entender en el tiempo la producción literaria y artística del hijo menor de Yolanda Bedregal fallecido prematuramente hace casi seis años.
Comenta Ortiz sobre el proceso de investigación: “quizás valga la pena mencionar que el proyecto se inició en 2012 (Conitzer había fallecido apenas tres años antes), y que desde entonces el trabajo fue cada vez más exhaustivo en la revisión de archivos y en el rescate de textos dispersos solapados en revistas, antologías y publicaciones periodísticas. Estamos hablando de un libro de 365 páginas, que reúne por primera vez toda su obra (ocho libros y 18 textos inéditos), cuya recomposición se dio a partir de criterios de edición lo más respetuosos posibles a lo estéticamente esbozado desde el principio por el autor, pero también acorde a las características propias de una obra única, dispersa y compleja en su morfología”.

El universo de Conitzer
“Juan siempre repetía que ninguna vida se pierde nunca por completo, y que simplemente tras dejar de existir de una manera, todo se transforma. Es decir, para él incluso cuando los objetos terminaban su ciclo útil, seguían ‘vivos’ en sus piezas sueltas que no tenían desperdició”, comenta Fava, su inseparable compañera. “Yo creo que ahí puede encontrarse su filosofía de vida, y la que regía tanto sus textos como sus obras de arte”, agrega.
En el libro Alba, mar de pescadores (1975), Conitzer escribió: “cada vez los insomnios se repiten con mayor frecuencia. Hoy lo combatiré con esta lanza de tinta negra en mi viejo cuaderno; tiene manchas de carne, de sangre y se ha cansado de la presión en el bolsillo. -Cuaderno, amigo de todo solitario, de las horas sin nombre, de otros recortes en olvidados baúles…”.
Y es que Juan era en esencia un recolector de sensaciones, de pasiones… de ideas y, claro, de objetos y palabras: no perdía la ocasión de ponerse a los bolsillos cualquier alambre, metal, plástico que hallara en el suelo para luego reciclarlos en sus esculturas o pinturas de técnica mixta, y tampoco se separaba de sus libretas o incluso trozos de papel en los que recogía también frases, párrafos o ideas que se le venían a la mente el rato menos pensado, y que anotaba con fruición para trabajarlas después.
Pero, sobre todo, Juan era un recolector de sí mismo; nadie como él para plasmarse en textos y sus pinturas y esculturas, para bien de sus lectores y de quienes puedan apreciar su legado artístico.
Más claro lo dice Echazú, literata y sobrina del autor, en el texto introductorio del libro: “Se dice que con la ‘muerte del autor’ el texto se sustenta por sí mismo y se hace innecesario escudriñar todo aquello que está fuera de la página. Lo mismo sucede, me imagino, con la obra pictórica. El cuadro revela lo que debe y quiere decir; aquello que oculta a la interpretación lo guarda en el misterio de sus propias formas y colores. Hay obras que se bastan a sí mismas y ante las cuales no sentimos la urgencia de abandonar el marco en los de la persona. No sucede así con la obra artística de Juan Conitzer: estoy convencida de que ése es precisamente uno de sus mayores logros: haber sido capaz de imprimir en el papel, el cartón, el lienzo, los alambres, la madera o lo que fuera, una visible y casi táctil esencia de sí mismo, desplegada de manera inocente e involuntaria, sin coincidencia de que en su obra quedaba impregnada su intimidad”.
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¿Quedarse aquí?
Prólogo del autor

Juan Conitzer

Todos mis anteriores best sellers tratan de criminales de este mundo, de esquizofrénicos y de seres humanos. Éste también será un éxito porque concierne a una psicología póstuma: el individuo G. tenía tendencia a la normalidad cuando nació en 1897 y la mantuvo los 87 años que vivió. Paralelamente, otra tendencia a la locura esquizoide lo acompañó el mismo tiempo; ésa se puso de manifiesto pasada la ceremonia fúnebre y se fue agudizando año tras año.

Rasgos:
1. Quería tremendamente a la naturaleza y la odiaba, pues lo había abandonado.
2. Hereditaria.
3. Va en aumento en los descendientes varones.
4. Debilita el cabello de descendientes mujeres.
5. Es incurable y
6. Se parece a la muerte misma.

* Tomado del libro Hijos de papel.
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Coliseo de títeres. (Juan Conitzer)
Propiedad privada

Juan Conitzer

Hace como siete años, en mi horóscopo, en las estrellas, estaba escrito que sería un exitoso hacendado, maderero, filántropo del pueblo. En mi destino se confabuló toda una fortuna en marcos alemanes de los abuelos, la enorme propiedad del ex suegro, cuatro vehículos todo terreno, dos vagonetas, cinco motocicletas, motosierra, motocultor, cuarenta y más cerdos, chivos, vacas que parían terneros, y yeguas que parían estrellas, “Estrella” que paría un potrillo, unos patitos que seguían a otros y cuatrocientas gallinas que ponían huevos, plantines de plátano y estevia y costales de semilla de papa, panales con ocho mil abejas y su reina que se alimentaba cerca a la cascada y ojos de agua, un chirimoyal y medio, paraíso para cercarlo a tres o cuatro corridas. De ellos solo queda un cuarto con troncas de colo cual bóveda de banco.
Los Salesianos tomaron control de la nueva escuela gallega y ahí estarán las láminas que regalé, grabados invaluables para la deprimida región Sur-Yungueña, veinte hermosas láminas entregadas en desfile patrio al directorio.
Las cuatro sillas de montar y las bridas y cuanto hay de caballos a excepción del fuete con cantonera de plata de mi abuelo materno; todo ha sido robado, y esta historia ¿cómo culmina? El día en que el gran vaquero quiere subir al potro Chelo, monta por la derecha, pasa sobre el animal y termina en el suelo a la izquierda.
Yo he nacido para conversar con el maíz, había de él sembradíos en Casali. Ahora una empresa siembra unos surcos de amaranto para exportarlo a Europa. En el resto crece el cari-cari, ese frutito silvestre tan exquisito con nata.

* Tomado del libro ¡Como esté!
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[Liminar]
(Fragmento)

Rodolfo Ortiz

¿Qué deseó en última instancia esta edición? Hacer visible el proceso de recomposición vertiginosa que sigue a la inmersión en un archivo; los escondidos criterios de ensamblaje; los papeles, sobre todo los manuscritos, en los cuales se extravía hasta el cuerpo; y junto a esto, la importancia de dar al lector una obra desnuda, fundamental, siempre futura, que seguro será leída y redescubierta muchas veces. Pero también esta edición escuchó el deseo en residuo de algunos documentos, des petits papiers, que no se incorporaron siendo escritos ellos mismos (apuntes de sueños, cartas, fichas y trabajos universitarios, una tesis de filosofía de la cual queda un cuento (cf. 286), un glosario de francés-español, frases sueltas, el Cuaderno de Casali); o siendo cuentos otros mismos, perdidos todos en una computadora y que nunca conoceremos. Pero a la vez están los cuadros elegidos, y los no elegidos, y las tapas que fueron pinturas y dibujos inamovibles, sintonizados también desde un deseo familiar alerta y solidario con la aventura de esta obra y, fundamentalmente, con la apuesta de una edición que reordenó, rearticuló y completó estas páginas tantas veces como fueron creciendo los hallazgos.
Grampas, pegaduras y papeles han acompañado a Juan Conitzer de tan diferentes maneras que ni el libro abierto de todos los días, ni esa manera en que dos dedos dicen adiós en un instante tachado mil veces, se equiparan al modo inaudito donde La Paz y el Universo vuelven a ser un momento de atoramiento y semilla.



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