Escritos completos,
el universo (literario)
de Juan Conitzer en un libro
La esencia y fundamentos de la obra literaria y artística de Conitzer, y detalles fundamentales para entender el libro que reúne la totalidad de su producción. En cuadros adjuntos, dos piezas breves de sus libros y un extracto de un texto preliminar.
Martín Zelaya Sánchez
“Todo lo que Juan hacía -sus escritos, sus obras de arte-
era una bitácora, la mirada que tenía sobre la vida. Todo es parte de una obra
global, única”, comenta Mabel Fava. “Juan Conitzer es un gran escritor y un artista
del futuro”, afirma Rodolfo Ortiz.
“¿Pero quién era realmente Juan? -se pregunta Alejandra
Echazú-. ¿Es posible llegar a su corazón, a los que fueron sus sueños y sus
realidades en un itinerario a través de su paleta, de los trazos de color, de
las vetas, de las figuras geométricas o de sus textos complejos? ¿Es posible intuir su personalidad a través de
la arquitectura y la decoración de su
taller? ¿Es posible llegar a descubrirlo recorriendo su producción artística?”.
Nos referimos, claro, a Juan Conitzer, escritor y artista
paceño cuya valiosa aunque poco conocida producción literaria acaba de reunirse
en el libro Escritos completos (La
Mariposa Mundial, 2015), un valioso rescate y compilación que estuvo a cargo de
Rodolfo Ortiz, y que se presentará este miércoles 9 de septiembre en el Museo
Nacional de Arte de La Paz.
La obra reúne los ocho libros -entre prosa y verso-
publicados por el autor, la mayoría en ediciones artesanales, caseras y de muy
escaso tiraje, y una selección de textos dispersos e inéditos.
Ortiz, que suma este valiosísimo rescate literario a sus
trabajos de investigación y rescate de Jaime Saenz -plasmados en varios textos
inéditos y facetas biobibliográficas en su momento publicados en La Mariposa Mundial- y de Arturo Borda -de
quien editó el sorprendente Nonato Lyra,
además de varias piezas en la citada revista- tiene en esta ocasión un doble
mérito: dar a conocer a un autor aún menos leído que Borda y, además de
contextualizar, anotar y ubicar su obra según la cronología de vida de
Conitzer, presentarla en una edición matizada acertadamente con las coloridas
obras de arte del también talentoso artista.
Componen Escritos
completos los libros Cuaderno
borrador (1968), Alba: mar de
pescadores (1975), Y Francisco pasó a
la leyenda (1978), Hijos de papel
(1996), Cuento desmoralizante del año
cristiano y otros (1999), Continuando
la obra de Dios. Teresa y última parte (2003), Hoy entrego el alma. Cuentos de sobremesa (2005), ¡Como esté! (2008) y Textos dispersos e
inéditos (1958-2007).
Todo precedido por la nota “Liminar” de Ortiz, la “Introducción”
de Echazú y una completa biobibliografía cronológica, fundamental para ubicar y
entender en el tiempo la producción literaria y artística del hijo menor de
Yolanda Bedregal fallecido prematuramente hace casi seis años.
Comenta Ortiz sobre el proceso de investigación: “quizás
valga la pena mencionar que el proyecto se inició en 2012 (Conitzer había
fallecido apenas tres años antes), y que desde entonces el trabajo fue cada vez
más exhaustivo en la revisión de archivos y en el rescate de textos dispersos
solapados en revistas, antologías y publicaciones periodísticas. Estamos
hablando de un libro de 365 páginas, que reúne por primera vez toda su obra
(ocho libros y 18 textos inéditos), cuya recomposición se dio a partir de
criterios de edición lo más respetuosos posibles a lo estéticamente esbozado
desde el principio por el autor, pero también acorde a las características
propias de una obra única, dispersa y compleja en su morfología”.
El universo de
Conitzer
“Juan siempre repetía que ninguna vida se pierde nunca por
completo, y que simplemente tras dejar de existir de una manera, todo se
transforma. Es decir, para él incluso cuando los objetos terminaban su ciclo
útil, seguían ‘vivos’ en sus piezas sueltas que no tenían desperdició”, comenta
Fava, su inseparable compañera. “Yo creo que ahí puede encontrarse su filosofía
de vida, y la que regía tanto sus textos como sus obras de arte”, agrega.
En el libro Alba, mar
de pescadores (1975), Conitzer escribió: “cada vez los insomnios se repiten
con mayor frecuencia. Hoy lo combatiré con esta lanza de tinta negra en mi
viejo cuaderno; tiene manchas de carne, de sangre y se ha cansado de la presión
en el bolsillo. -Cuaderno, amigo de todo solitario, de las horas sin nombre, de
otros recortes en olvidados baúles…”.
Y es que Juan era en esencia un recolector de sensaciones,
de pasiones… de ideas y, claro, de objetos y palabras: no perdía la ocasión de
ponerse a los bolsillos cualquier alambre, metal, plástico que hallara en el
suelo para luego reciclarlos en sus esculturas o pinturas de técnica mixta, y
tampoco se separaba de sus libretas o incluso trozos de papel en los que
recogía también frases, párrafos o ideas que se le venían a la mente el rato
menos pensado, y que anotaba con fruición para trabajarlas después.
Pero, sobre todo, Juan era un recolector de sí mismo; nadie
como él para plasmarse en textos y sus pinturas y esculturas, para bien de sus
lectores y de quienes puedan apreciar su legado artístico.
Más claro lo dice Echazú, literata y sobrina del autor, en
el texto introductorio del libro: “Se dice que con la ‘muerte del autor’ el
texto se sustenta por sí mismo y se hace innecesario escudriñar todo aquello
que está fuera de la página. Lo mismo sucede, me imagino, con la obra
pictórica. El cuadro revela lo que debe y quiere decir; aquello que oculta a la
interpretación lo guarda en el misterio de sus propias formas y colores. Hay
obras que se bastan a sí mismas y ante las cuales no sentimos la urgencia de
abandonar el marco en los de la persona. No sucede así con la obra artística de
Juan Conitzer: estoy convencida de que ése es precisamente uno de sus mayores
logros: haber sido capaz de imprimir en el papel, el cartón, el lienzo, los
alambres, la madera o lo que fuera, una visible y casi táctil esencia de sí
mismo, desplegada de manera inocente e involuntaria, sin coincidencia de que en
su obra quedaba impregnada su intimidad”.
--
¿Quedarse aquí?
Prólogo del autor
Juan Conitzer
Todos mis anteriores best
sellers tratan de criminales de este mundo, de esquizofrénicos y de seres
humanos. Éste también será un éxito porque concierne a una psicología póstuma:
el individuo G. tenía tendencia a la normalidad cuando nació en 1897 y la
mantuvo los 87 años que vivió. Paralelamente, otra tendencia a la locura
esquizoide lo acompañó el mismo tiempo; ésa se puso de manifiesto pasada la
ceremonia fúnebre y se fue agudizando año tras año.
Rasgos:
1. Quería tremendamente a la naturaleza y la odiaba, pues lo
había abandonado.
2. Hereditaria.
3. Va en aumento en los descendientes varones.
4. Debilita el cabello de descendientes mujeres.
5. Es incurable y
6. Se parece a la muerte misma.
* Tomado del libro Hijos
de papel.
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Propiedad privada
Juan Conitzer
Hace como siete años, en mi horóscopo, en las estrellas,
estaba escrito que sería un exitoso hacendado, maderero, filántropo del pueblo.
En mi destino se confabuló toda una fortuna en marcos alemanes de los abuelos,
la enorme propiedad del ex suegro, cuatro vehículos todo terreno, dos
vagonetas, cinco motocicletas, motosierra, motocultor, cuarenta y más cerdos,
chivos, vacas que parían terneros, y yeguas que parían estrellas, “Estrella”
que paría un potrillo, unos patitos que seguían a otros y cuatrocientas
gallinas que ponían huevos, plantines de plátano y estevia y costales de
semilla de papa, panales con ocho mil abejas y su reina que se alimentaba cerca
a la cascada y ojos de agua, un chirimoyal y medio, paraíso para cercarlo a
tres o cuatro corridas. De ellos solo queda un cuarto con troncas de colo cual
bóveda de banco.
Los Salesianos tomaron control de la nueva escuela gallega y
ahí estarán las láminas que regalé, grabados invaluables para la deprimida
región Sur-Yungueña, veinte hermosas láminas entregadas en desfile patrio al
directorio.
Las cuatro sillas de montar y las bridas y cuanto hay de
caballos a excepción del fuete con cantonera de plata de mi abuelo materno;
todo ha sido robado, y esta historia ¿cómo culmina? El día en que el gran
vaquero quiere subir al potro Chelo, monta por la derecha, pasa sobre el animal
y termina en el suelo a la izquierda.
Yo he nacido para conversar con el maíz, había de él
sembradíos en Casali. Ahora una empresa siembra unos surcos de amaranto para
exportarlo a Europa. En el resto crece el cari-cari, ese frutito silvestre tan
exquisito con nata.
* Tomado del libro ¡Como
esté!
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[Liminar]
(Fragmento)
Rodolfo Ortiz
¿Qué deseó en última instancia esta edición? Hacer visible
el proceso de recomposición vertiginosa que sigue a la inmersión en un archivo;
los escondidos criterios de ensamblaje; los papeles, sobre todo los
manuscritos, en los cuales se extravía hasta el cuerpo; y junto a esto, la
importancia de dar al lector una obra desnuda, fundamental, siempre futura, que
seguro será leída y redescubierta muchas veces. Pero también esta edición
escuchó el deseo en residuo de algunos documentos, des petits papiers, que no se incorporaron siendo escritos ellos
mismos (apuntes de sueños, cartas, fichas y trabajos universitarios, una tesis
de filosofía de la cual queda un cuento (cf. 286), un glosario de
francés-español, frases sueltas, el Cuaderno
de Casali); o siendo cuentos otros mismos, perdidos todos en una computadora y
que nunca conoceremos. Pero a la vez están los cuadros elegidos, y los no
elegidos, y las tapas que fueron pinturas y dibujos inamovibles, sintonizados
también desde un deseo familiar alerta y solidario con la aventura de esta obra
y, fundamentalmente, con la apuesta de una edición que reordenó, rearticuló y
completó estas páginas tantas veces como fueron creciendo los hallazgos.
Grampas, pegaduras y papeles han acompañado a Juan Conitzer
de tan diferentes maneras que ni el libro abierto de todos los días, ni esa
manera en que dos dedos dicen adiós en un instante tachado mil veces, se
equiparan al modo inaudito donde La Paz y el Universo vuelven a ser un momento
de atoramiento y semilla.
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