Robi Draco Rosa: Oscuridad luminosa
A modo de recomendación, una presentación y valoración del arte del músico boricua que se presenta hoy en La Paz.
Vadik
Barrón
La
carrera de Robi Draco Rosa ha estado desde muy temprano ligada al éxito, a la
fama, al fácil devaneo acerca de su vida privada. Pero hay más detrás de esa
pantalla fútil: una obra, breve pero contundente, una impronta autoral notable
y una capacidad de mimetismo y reinvención dignas de mencionar, más o menos lo
que esperamos ver en el show que dará esta noche en el Teatro al Aire Libre de La
Paz.
Para
ponernos claros: creer que Robi Draco Rosa es nada más que un ex Menudo y el
ñato que le escribe las canciones al intérprete pop Ricky Martin sería
equivocado e injusto.
Ahora
que se usa la palabra genio con tanta liviandad, conviene reivindicar a un
trabajador de la música, un productor laborioso, un cantautor denso y un frontman de cartel, sintetizados en una
misma persona. Y a un autosaboteador
de ley que despista impunemente a sus fans de un disco a otro, cosa de la que
sale airoso casi siempre y que se le agradece. Draco Rosa excede las
reducciones de la prensa dedicada al “espectáculo” respecto a su obra y a su
persona. Lo prueba su discografía.
El
eclecticismo es una marca registrada de este cantautor (neoyorquino, de origen puertorriqueño)
y lo lleva de ser un rockstar oscuro
y depresivo a personificar un bailarín desenfadado y romántico en el video de Más y más (si quieren verlo bailar, ahí
tienen la película Salsa de 1988) o a
compartir escenario con los íconos de la música centroamericana Rubén Blades y
Juan Luis Guerra, abrazando sus raíces caribeñas.
Las
metamorfosis musicales vienen además acompañadas de cambios de look, criterios
de producción musical y puestas en escenas tan diferentes que a veces parece
que estuviéramos ante artistas diferentes. Incluso cambia la firma, y en
algunas portadas figura el nombre Robi Draco Rosa, en otras Robi o simplemente
Draco. Por si no fuera poco ha editado discos cantados únicamente en español y
otros interpretados solo en inglés, y se ha permitido “reciclar” varias músicas
para realizar versiones que comparten instrumentación y línea melódica pero que llevan distintos nombre y líricas (Songbirds & Roosters, 1998).
El
debut discográfico solista de Robi Rosa es el álbum Frío (1994) que parece un ejercicio de proyección de influencias y
fuentes musicales. Mama es casi un
negativo en español de Always on the run
de Lenny Kravitz (Mama Said, 1991), Cuando rememora sensiblemente una
canción que ya había escrito siendo un adolescente en su etapa de Menudo, Y qué me importa y Cruzando puertas prefiguran su caudal de baladas rock depres.
A
ese disco le preceden dos álbumes producidos en Brasil (Robby, Volúmenes 1 y 2, 1988 y 1989 respectivamente), país donde ha
cultivado un público y se ha ganado el respeto de la comunidad musical, da fe
de ello la versión de Y qué me importa
grabada por la estrella de la MPB (Música Popular Brasileira), Marisa Monte.
El
álbum quizás mas entrañable y más escuchado en Bolivia, pese a su oscuridad, o
tal vez a causa de ella, es Vagabundo (1996,
grabado en Inglaterra y producido por Phil Manzanera), que coloca a Draco en el
centro de un rock en español oscuro, poderoso, poético, bien logrado
musicalmente. Las armonías de guitarras y voces evocan los juegos de Layne
Stanley y Jerry Cantrell de Alice In Chains y las letras contienen referencias
al malditismo poético, a los excesos
y adicciones, hay una melancolía filuda y densa que pasa de la agonía a la
euforia permanentemente.
Las
voces y guitarras generan un entramado atrapante. Allí hay temas tremendos: Madre tierra, Vértigo, Blanca mujer, Amantes
hasta el fin, que en conjunto redondean un álbum soberbio, que es de lo
mejor de la música en español de los 90.
Draco y el teatro de lo absurdo (2007) repone esa
oscuridad, ese discurso autodestructivo, penitente. Pero no antes de mandarse
un disco sumamente exitoso (no por ello menos rockero) que lo devuelve al
primer plano del circuito pop latino comercial: Mad Love (2004) donde despliega su oficio de productor e intérprete
para lograr un sonido poderoso y canciones memorables.
El
video de la versión en español de Dancing
in the Rain -Más y Más- dirigido
por su esposa Ángela Alvarado ganó el Grammy Latino a Mejor Video. De ahí hasta
ahora, sin mucho alboroto, ha editado compilaciones, discos en vivo (Al natural, de 2005, es altamente
recomendable), ha grabado tres eps en inglés y lanzado tres discos oficiales (Vino, 2008, Amor Vincit Omnia, 2009 y Vida,
2013).
En
el modelo de prensa del “espectáculo”, la vida privada, el escándalo, las
circunstancias sociales y amorosas, parecen anteponerse a la percepción y
valoración de un artista, pero la obra de Robi Draco Rosa habla por sí sola y
vale la pena.
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