Corazón de dragón
Un comentario de la reciente producción documental del cineasta ítalo-boliviano Paolo Agazzi.
Juan
Pablo Piñeiro
El
pasado 7 de julio se realizó en la Cinemateca Boliviana la premier de Corazón de dragón, el primer documental
del reconocido director Paolo Agazzi.
Cuando
terminó la película la mayoría de los asistentes se quedaron literalmente mudos
y salieron de la sala en silencio, algunos porque se quedaron pensativos y
otros porque se dejaron sobrepasar por la emoción y las lágrimas.
Y
no es de extrañarse porque este documental tiene la virtud de interpelar
profundamente al espectador ya que devela, sin recurrir en ningún momento al
patetismo o la morbosidad, la situación de los niños que sufren de cáncer en el
país. Obviamente este es un tema muy difícil de abordar y es este hecho el que
hace de Corazón de dragón una gran
apuesta ética y estética.
La
cinta narra la historia de diferentes niños del país como la de sus respectivas
familias. El personaje principal es Sebastián, un niño que sufre de una extraña
enfermedad: tiene un tumor en el corazón. Un tumor que le agranda el corazón.
Quizás
por eso Sebastián es una persona luchadora y solidaria, que a través de sus
habilidades para el origami, logra animar y dar fuerza a sus compañeros de
sufrimiento. El origami se convierte entonces en una especie de faro en medio
de la oscuridad y por lo mismo en el documental se transforma en el elemento
estructurador de todas las historias.
De
Paolo Agazzi aprendí muchas cosas y siempre le agradeceré la oportunidad que me
dio, cuando yo era muy joven, de ingresar al mundo de la creación
cinematográfica. En muchas conversaciones que tuvimos sobre el cine y sobre la
crítica de cine, Paolo siempre resaltó que la manera ideal de abordar una obra
de arte, especialmente cinematográfica, es analizando la ética y la estética de
la misma. Lo fundamental, para él, es que ambas dimensiones de análisis se
deben complementar y no pueden desligarse. En mi humilde experiencia creo que
tiene toda la razón.
Bajo
esta premisa creo que las dimensiones ética y estética de Corazón de dragón se complementan y están muy bien logradas. El
elemento integrador de estas dimensiones es el origami.
En
el nivel estético del documental el origami se convierte en el elemento
estructurador de la historia porque permite transitar entre las diferentes
experiencias de los niños retratados en la cinta. Además, el origami permite
que el documental se nutra de técnicas distintas como la animación, lo cual es
significativo porque en medio de la sordidez y las dificultades de las
historias de vida, el origami representa aquello que los niños nunca pierden
ante la enfermedad, la ilusión de jugar, de soñar y de ser felices.
En
general el punto de vista se centra en las historias de vida de las familias
antes de llegar al hospital, por lo mismo a los niños los vemos muy poco en su
tránsito por el oncológico. El uso de la animación es muy importante porque
permite al espectador la posibilidad de participar de la imaginación de los
niños, en medio de la tragedia que representa enfermarse de cáncer,
especialmente en nuestro país.
Otro
de los logros importantes de Corazón de dragón,
en el nivel, estético es la música. La composición de la misma estuvo dirigida
con gran acierto por Alejandro Rivas, quién recibió la colaboración de varios
músicos reconocidos del país como Vero Pérez, Vadik Barrón y Alfonseka entre
otros.
Sin
embargo, el mayor logro estético desde mi punto de vista está en la fotografía,
la cual pertenece a Gustavo Soto. La cámara respeta en todo momento lo que
podríamos denominar como “la intimidad del dolor”. Cuando la cámara ingresa al
oncológico y muestra a los protagonistas, siempre lo hace a través de las
ventanas de las habitaciones, desde afuera de las habitaciones, como un testigo
silencioso que quiere mostrarlo todo sin caer en la morbosidad o el patetismo.
Este
último detalle nos puede ayudar a entender mejor la dimensión ética de la obra
pues el tema es muy difícil de retratar. ¿Cómo mostrar a estos niños sin caer
en la tentación de la morbosidad? ¿Cómo lograr acercarse a ellos y a sus
familias en momentos tan difíciles? ¿Cómo retratarlos en el sufrimiento y en la
enfermedad?, y sobre todo, ¿cómo lograr construir un mensaje fuerte que permita
repercutir en la sociedad para incentivar la solidaridad tanto de personas como
de instituciones en favor de este sector tan desprotegido y abandonado?
Hace
poco me contaron que muchas de las campañas que se realizan para ayudar a los
niños con cáncer del país nunca llegan a sus beneficiarios. Esta clase de
personas hacen que hasta los ladrones de bancos parezcan modelos éticos a
seguir. ¿Con qué escrúpulos se pueden apropiar de fondos destinados a los que
más sufren? ¿Será que entienden el daño que hacen? ¿Será que conocen la
historia de vida y la lucha de estas familias por salir adelante?
Ante
estas macabras preguntas uno valora aún más el trabajo de Agazzi y de su
equipo. Creo que la única manera de retratar un tema tan fuerte es involucrarse
plenamente en la vida de los personajes. Es decir construir una relación
honesta y verdadera donde el realizador involucre también sus sentimientos.
Todos
los miembros del equipo con los que pude conversar, como Sergio Medina o Jesús
Rojas, se sintieron profundamente tocados por la relación con estos niños. Este
es el valor ético de esta cinta: el punto de vista de sus realizadores. Y ese
enfoque es el que permite que el documental en lugar de usar a sus
protagonistas, genere un verdadero llamado de atención a nuestra sociedad en su
conjunto.
Lo
más lindo del documental es descubrir la valentía de estos niños. Es entender
que ante los problemas verdaderamente graves, el ser humano apela a las fuerzas
más puras que guarda en su interior, quizás sin saberlo.
Lo
más fuerte del documental es saber que en muchas ocasiones estos niños son
abandonados por sus propios padres y que en su lugar siempre hay una abuela, o
una tía o una hermana que asume sin miedo el compromiso del amor.
Lo
más duro del documental es entender que aunque hemos avanzado mucho como país,
aún tenemos una deuda muy grande con los sectores más precarios y desprotegidos
de la sociedad, y que en esto debemos trabajar todos juntos.
Corazón de dragón tendrá algunas
funciones de beneficencia este mes en el eje troncal. El 30 de julio entrará en
cartelera. Sinceramente les recomiendo no dejar de ir.
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