sábado, 11 de julio de 2015

Cómic

Abandonando el barco


Reseña del más reciente cómic de Álvaro Ruilova, presentado hace pocos días en La Paz.



Mariana Ruiz

Un puñetazo en el estómago. Un jab a la mandíbula. Un knock-out en menos de 20 páginas. Eso es la última obra de cómic de Álvaro Ruilova.
Mientras los demás boxeadores del cómic nacional luchan por sacar obras largas o finalizar historietas con un toque personal, Ruilova entra plenamente a una categoría única. Con textos e imágenes propias y un argumento simple pero efectivo, esta joyita arranca con el tema de los zombis y le da la vuelta, con un twist elegante que deja al lector tirado sobre la lona, tratando de hacer replay mental y entender qué parte de la historia es la que realmente le deja temblando.
Desde The Walking Dead, (primero cómic y luego adaptado a viral serie televisiva), estamos hasta la ceja de los no-vivientes. Básicamente, el argumento central es la supervivencia: matar, huir, ser testigo del horror, volver a matar, volver a huir.
Es un argumento cíclico, de ratón atrapado en su laberinto. El ratón estará desesperado, pero los creadores y consumidores de este género oscilamos entre el interés y la apatía. En tema de zombis ya se ha visto todo: desde el milagro genético que es Mila Jovovich en Resident Evil, hasta las adaptaciones cómicas como Shaun of the Dead y Zombieland.
Hay manuales de supervivencia y relatos de post-guerra. (Siendo el mejor el libro Zombie War de Max Brooks y la peor película la adaptación que financió Brad Pitt). Hay sets de decoración, desfiles en Halloween y despensas temáticas. Lo que no hay y Álvaro plantea es una pregunta fundamental: ¿Qué pasa si la idea es no sobrevivir? ¿Podríamos entregarnos? ¿Abandonar el barco sin pelear, sin discutir?
Una idea mística que va en contra del instinto, no solo de sobrevivir sino también de proteger. Y que en imágenes resulta peor como planteamiento: una niña muere de un balazo en la cabeza, a manos de un encapuchado, en la sexta página. (No en vano el cómic sale recomendado para mayores de 15 años). Cuando el padre desea tomar venganza, el encapuchado explica sus razones: los muertos están dejando un mensaje que se puede captar en ondas de radio y mediante grabadoras. Su hija le está agradecida, ya está con su mami, ya dejó este mundo.
Los muertos vivientes obedecen a un mandato supremo, quieren llevarse a todos con ellos, ayudarlos a morir. ¿Qué da más terror? ¿Sobrevivir a cualquier precio, amputarse miembros del cuerpo si lo que te atenaza es una enfermedad, vivir enchufado a una máquina con el cerebro muerto, o dejarse morir? ¿Pelear por mal vivir, aferrarse a lo conocido? El no-morir como una máxima que no sabemos si se sostiene sola, al menos en estas apocalípticas circunstancias.
¿Y qué queda? ¿Honrar la muerte como una transición, nada más? ¿Aceptarla? El protagonista escucha, y toma una decisión. Una decisión en contra del instinto, con una escena final contundente y efectiva: no solo se trata de ir en contra del deseo de sobrevivir, sino del proteger. Se cierra el telón, señoras y señores. Se acaba la película. Y el planteamiento se queda dando vueltas, acechando en la oscuridad, a la manera de los clásicos cuentistas del suspense, como O. Henry, como Stephen King.
TuKiosko Editorial se lanzó al mercado boliviano en 2013 con cómics de Walking Dead y posteriormente de Marvel. No les ha ido mal, y ahora se animan, junto a Punto Réflex, a lanzar un cómic nacional.
Álvaro Ruilova publica poco y bien. Comenzó en 2001 con Cuentos de Cuculis, de Pesudo Gente Editores, una recuperación de leyendas nacionales que, desde el terror, recreaba con gran talento narrativo partidos en los que se juega el alma y monstruos que acechan en los tambos y mercados. Ambas están presentes en España, gracias a la editorial Glénat.
Le siguieron Primaria furiosa, con Pseudo Gente editores; la colaboración para [•REC] historias inéditas, editada en España; Los cinco músicos, una colaboración en la revista Escape de La Razón, (que todavía no sale compilada), y, finalmente, Periférica Blvd., de editorial 3600, en colaboración con Susana Villegas y Óscar Zalles.
Ante quienes critican que Abandonando el barco es muy corta, no hay nada que decir. Álvaro es un narrador consumado que puede resumir un argumento escalofriante en pocas pero efectivas viñetas. Si no me creen, adelante: pasen al ring, lean la historieta, enfréntense al dilema… quédense temblando.


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