Literatura y Arte
Reseña de la publicación que a inicios del siglo pasado dirigió Eduardo Diez de Medina.
Omar Rocha Velasco
En el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia
guardan algunos ejemplares de la revisa Literatura
y Arte. Los pocos números que se puede consultar pertenecían a José María
linares -cuya firma aparece arriba del número 4 de julio de 1909, el primero de
la serie a disposición del público-, y
están agrupados bajo la signatura topográfica RB 153, las hojas se ven
amarillentas, algunas de ellas están rotas y son difíciles de leer, el tiempo
ha sido implacable con estas hojas volantes.
La revista la dirigía Eduardo Diez de Medina (1881-1955)
hombre polifacético como los que existieron y destacaron durante la primera
mitad del siglo XX. Su hijo, nada menos que Fernando Diez de Medina, escribía
en Thunupa (colección de ensayos
dispersos) que su padre era un buen representante del “diplomático-literato” y
que pertenecía a la escuela indagadora.
Lo primero estaba relacionado con el “diplomático-hombre
de letras (…) que ha proyectado nuestra literatura más allá de las fronteras
nativas, no solo a título de mero divulgador, sino con su propia labor de creación”;
este “tipo” del siglo XX -a Fernando Diez de Medina le gustaba proponer
tipologías- se diferenciaba de la legión de publicistas, internacionalistas,
historiadores y sociólogos.
Lo de la escuela indagadora se refería a “esos vigías
de un renacimiento espiritual, que cansados del afrancesamiento, de la
influencia peninsular y de los europeísmos en general, se afanan por estudiar y
conocer lo propio”. Además Diez de Medina (hijo), en ese libro nos da a conocer
la vasta producción de su padre:
“Cierto es que Eduardo Diez de Medina fue
auténtico paradigma en la escritura, periodismo y diplomacia boliviana.
Redactor de “El Diario” en los inicios del decano nacional, fundó diarios y
revistas: “La Tarde”, “El Comercio”. Creó dos grandes revistas: “Literatura y Arte” y “Atlántida”, editó “Pan-América”, revista de asuntos internacionales. Treinta libros
publicó: 10 de poesía, 12 de cuestiones internacionales, 2 de prosa literaria,
4 didácticos, 1 de polémica y otro de memorias”.
Sea como fuere, Diez de Medina (padre) además
de los treinta libros -o más- fue canciller, ministro plenipotenciario en varios
países y acreedor de condecoraciones aquí, allá y acullá.
La lista de colaboradores que aparece en la portada
del N° 4 de la revista es sorprendente: Julio César Valdez, Isaac G. Eduardo,
Adela Zamudio, Rosendo Villalobos, Daniel Bustamante, Víctor Zaconeta, Miguel
Ramallo, es decir, lo más representativo de la farándula literaria del momento.
La revista siguió la estela que el modernismo iba
dejando por toda América, por ejemplo, en el número doble 15 y 16 de agosto de
1910, se publica un texto de Rubén Darío París
y Eduardo VII, un obituario laudatorio muy cercano a la crónica modernista,
el escritor nicaragüense da a conocer como se sintió la desaparición del
monarca del Reino Unido en París, aparecen frases como “todo hombre tiene dos
placeres: primero vivir en su patria y luego vivir en Francia”.
En este mismo número se publica un poema de Eduardo
Diez de Medina: Miggnone al verla pasar
evidentemente es un texto desprendido del poema A una que pasa de Baudelaire, trasladado al paisaje paceño:
tu pie es un copo de nieve;
tan diminuto y blanco es,
que un madrigal no es más breve.
¡Ni el Illimani se atreve
a unir su albura a tus pies!
y al verte pasar, galana,
bien me dice el corazón
que te vas a Triana,
(…)
En otros números aparecen textos de Enrique Gómez
Carrillo y otros representantes del modernismo latinoamericano.
La revista no dejó de lado las preocupaciones cívicas,
el número de julio de 1909 “centenario del primer grito de independencia
latinoamericana” publica una serie de textos relacionados con la gesta
libertaria paceña, entre los que destaca el himno a La Paz compuesto por
Rosendo Villalobos:
Coro
Salve al pueblo que alzó denodado
De los libres el sacro pendón:
Es su timbre la luz del pasado.
Del futuro la luz, su ambición
I
Fúlgido Iris que adornas la cumbre
De la mole del Ande gigante,
A tus vivos destellos levante
Sus canciones un pueblo inmortal
Si eres signo de eterna ventura
Y promesa de paz y bonanza,
En sus alas de luz la esperanza
Vuele a ti, que te ostentas triunfal.
(…)
Es difícil establecer cuántos números se publicaron de
esta revista mensual, quizá no exista una colección completa, fue otra de las
publicaciones que canalizó la expresión de determinadas formas intelectuales y
artísticas que revelan la trayectoria de una época.
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