Los escritores hiperproductivos y el Nobel
“¿Será que los autores de obra prolífica, y hasta excesiva están destinados a no recibir nunca el máximo galardón de las letras?”.
Carlos
Decker-Molina
Stephen
King (El resplandor) es un escritor
que toma vacaciones solo tres días al año: en su cumpleaños, en el 4 de julio
(día nacional de EEUU) y en Navidad. De los 362 días restantes, destina cuatro
horas a escribir en su computadora, otras tantas a leer, y el resto del tiempo -salvo
las horas de sueño y descanso- se ocupa de quehaceres administrativos.
Este
esquema funcionó incluso en los 80, su periodo de cocaína, Valium y whisky. Hoy
tiene solo el vicio de fumar tres cigarrillos al día. En una entrevista en
Paris Review dice que su escritura puede ser considerada una suerte de
“drogadicción”.
Ha
escrito tantos libros que no los recuerda, en 2014 presentó dos novelas: Mr. Mercedes y Revival,
pero tiene más novelas escritas con el pseudónimo de Richard Bachman. Su obra
cumbre -según el autor- es La torre oscura
compuesta de siete volúmenes.
Graham
Greene (Nuestro hombre en La Habana)
tiene una producción menor a la de King, pero es, innegablemente, uno de los
escritores más metódicos; él mismo relató alguna vez: “en 20 años escribí 500
palabras al día, cinco días a la semana. Cuando la cuota del día estaba lograda
le ponía punto final no importaba que en mitad de una frase. Un enredo amoroso,
con una joven, debía tener su culminación luego del mediodía y, no importaba la
hora en que retornaba a mi habitación (porque siempre dormí solo), tenía que
leer la producción del día. La gran parte de la creación se lleva a cabo en el
subconsciente y en esa profundidad se escribe la última palabra antes de
hacerlo en el papel”.
Estos
fragmentos reveladores sobre escritores hiperproductivos los leí en una revista
sueca especializada llamada Vi Läser
(Nosotros Leemos), que reproduce episodios de un libro de Göran Everdahll
que me condujeron a una pregunta con una respuesta tentativa.
Los
escritores que figuran en el texto de Everdahll no recibieron el Premio Nobel
de Literatura: Graham Greene fue nominado varias veces pero no fue galardonado,
¿será que la hiperproducción literaria, para los académicos suecos, es sinónimo
de mediocridad?
No
hay respuesta, pero la realidad nos muestra que, tal vez sin el adjetivo, la
hiperproducción no se premia con el Nobel.
A
propósito, este mes de abril es uno de los más importantes en el proceso de
elección del Premio Nobel de 2015. Una comisión, que está reunida desde enero,
pasa una lista a los académicos justo en abril, se trata de una nómina
preliminar compuesta por 15 o 20 nombres.
Los
académicos aprueban o modifican y el “papel” con los nombres vuelve a manos de
la Comisión que sigue deliberando hasta fines de mayo, aligera la nómina y la
devuelve con solo cinco nombres, pero todavía la Academia puede modificar o
añadir.
En
el verano sueco (junio-agosto) leen la producción literaria de los cinco
candidatos siempre que no los hayan
leído antes, lo que casi siempre ocurre, porque hay nombres que se repiten
durante años como el de Joyce Carol Oates por ejemplo (no sé si llega su nombre
a la lista de cinco, pero supongamos) que es una escritora súper creativa, y
una de las más celebradas en el mundo anglosajón.
Personalmente,
he leído algunas novelas suyas. Suelo sugerir La hija del sepulturero como introducción a su literatura porque es
una novela impactante donde aparece el exilio y sus traumas, la identidad y la
persecución a los judíos, pero hay otra, más liviana, inspirada en Marilyn
Monroe, titulada Blonde que fue muy
bien comentada por el Times.
Hay
que admitir que una es la literatura que gusta al lector y otra la que se
premia; una amiga que tiene un taller de escritura creativa me dijo: nunca
compres al ganador, los mejores están detrás. Y Oates, me atrevo a decir, no
recibirá el Nobel.
Tiene
más de 40 novelas (su última traducida al español es Carthage, 2014), 26 libros de cuentos, 10 libros de poesía, 9
dedicados a niños y jóvenes, 16 libros de referencia, 10 piezas de teatro, además
es una activa profesora universitaria, escribe reseñas literarias y es
redactora de antologías. Tiene 75 años y dice: “mis libros crecen como hongos
en la oscuridad” y piensa seguir escribiendo.
Y
volviendo al Nobel de 2015… tiene una gran novedad. Pues en la reunión anual de
mitad de año asumirá la secretaría permanente, por primera vez desde 1786, una
mujer. Eso quiere decir que Sara Danius será la encargada de decir el nombre
del ganador del Nobel de Literatura 2015.
Personalmente
escuché una vez a la Danius en una conferencia y presentación de su libro sobre
James Joyce; es filósofa, tiene una tesis sobre la teoría crítica del marxista
Fredric Jameson, pero,es también profesora de estética y crupier diplomada,
aunque ahora ya no se la ve por los casinos.
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