“Que solo queden las palabras
que de veras merecen existir”
El periodista Mario Castro publicó en su libro Lo que el viento no se llevó (Editorial 3600) un entrevista con Eduardo Galeano, lograda en diciembre de 1994. Reproducimos un fragmento.
Mario Castro
Toda introducción respecto de la creatividad literaria y la
profundidad de sus investigaciones casi es innecesaria dada la trascendencia de
su obra. Es sabido que Eduardo Galeano con Las
venas abiertas de América Latina se ha convertido en un escritor con
fervientes seguidores.
Sus obras posteriores: Vagamundo,
La canción de nosotros, Días y noches de amor y de guerra, Palabras andantes,
no apartaron al autor de su tema fundamental: la historia cotidiana política y
social de Latinoamérica.
- ¿Qué interesa más a
Eduardo Galeano la historia o la realidad presente?
- Todo para mí es una exploración de la realidad, sobre todo
de la realidad latinoamericana y esa realidad tiene mil dimensiones y
simplemente he ido intentando penetrar en ellas. Yo pienso que la diversidad de
los temas es justamente la que enriquece esta suerte de intención de polifonía,
porque a mí me interesa recoger las voces perdidas, despreciadas, las voces
ignoradas, multiplicarlas dentro de mí y devolverlas a la gente.
- ¿Se trata de un
poder establecido o de otros factores, para que existan esas voces ocultas o
mudas?
- Hay una cultura del poder, esa cultura dominante que nos
condena a escuchar las voces bobas, que hablan sin decir. Son eco de voces
ajenas… y yo siempre he intentado hacer como de campana de resonancia de las
otras voces, no por aplicación de ningún postulado ideológico sino por una
simple razón de perogrullo, de sentido común; yo creo que esas otras son las
voces que sí tienen algo que decir en su capacidad de belleza, su capacidad de
delirio, su capacidad de asombro que caen arrinconadas por culpa de un sistema
elitista.
- Podría decirse que usted
tiene un compromiso con quienes no tienen modo de expresión, un compromiso
contraído de un modo espontáneo. ¿Cómo se puede sintetizar esa responsabilidad?
- Es la búsqueda de
un lenguaje “sentipensante”, es decir de un lenguaje que ate la razón y el
corazón que están divorciados en el discurso dominante. Pues yo quisiera
recuperar esa perdida unidad del ser humano a través de un lenguaje que sienta
y piense a la vez.
Siempre he tenido intención de síntesis en la que he ido
progresando con el tiempo, las ganas de decir mucho con poco, que solo queden las
palabras que de veras merecen existir, las que son capaces de trasmitir
electricidad de vida.
- En un análisis
valorativo, ¿cómo estima Memorias del
fuego?
- Fue una tentativa de profundización de Las venas… o sea que después de
escribirla yo sentí que había otros aspectos de la realidad, porque Las venas... es básicamente un libro de
economía política, y la realidad es por suerte asombrosamente diversa y loca;
se manifiesta de tan múltiples maneras que valdría la pena intentar el rescate
del pasado, no para rendirle homenaje como pasado muerto, sino para celebrarla
como vida viva, esa posibilidad que el escritor tiene de contar algo que
ocurrió y si cuenta bien eso que ocurrió, vuelve a ocurrir cuando quien lo
cuenta lo cuenta.
- Esta obra estaba
concebida en tres volúmenes. ¿Hay algo para agregar?
- Escribí tres tomos. Al principio yo creí que iba a ser un
libro solo, pero se convirtieron en tres: una historia de América del Norte al
Sur contada en episodios breves… mil historias.
De esos momentos mágicos que la realidad elige para decirse; ella es la
mejor poeta de sí misma, pobrecito de mí si quisiera competir con ella. No
aspiro más que a ser su cronista o su traductor. ¿Dónde podría uno encontrar
señora tan prodigiosa como ella, tan capaz de horror y de hermosura como es la
realidad?
- Uno de tus más
recientes libros es Las palabras andantes
¿Cuál sería la condensación de esta obra?
- Recoge historias contadas por amigos, cosas que me
ocurrieron y también delirios de la imaginación que no son menos reales que
esas crónicas de la realidad, porque la realidad no solo es real en un tiempo
de vigilia sino también cuando ella duerme o se hace la dormida.
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