Las cinco esquinas
En medio de una avalancha de duras críticas, una recomendación de la nueva novela de Mario Vargas Llosa.
Ricard
Bellveser
Tantas
veces vida y obra se cruzan hasta el punto de que no llegamos a saber cuál
domina a cuál. En algunos casos, ambas vías se refuerzan, pero en otros se
estorban.
El
Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, nacido hace 80 años en Arequipa,
Perú, hoy residente en España, uno de los últimos supervivientes del boom latinoamericano, un autor que hasta
ahora nos había atraído con obras maestras (La
ciudad y los perros, Los jefes, Los cachorros, La tía Julia y el escribidor…)
hasta formar parte de nuestras biografías lectoras, de pronto se ha introducido
en el mundo de la alta sociedad española, y su vida ha tomado un giro de
revista del corazón, que si es muy ilusionante en lo personal, ese tipo de fama
no siempre ayuda en lo profesional.
Probablemente
Vargas Llosa está inmerso en su gran novela, pero no la está escribiendo, la
está viviendo, porque nuestra vida suele ser mucho más larga que nuestra
biografía. Pronto se va a casar con la exmujer de Julio Iglesias, que ha sido
también esposa de Carlos Falcó, Marqués de Griñón, y del político y banquero
Miguel Boyer. Todo muy lioso.
Y
en esta burbuja de fama, tras su divorcio y tras obtener el Nobel, cuando era
difícil que se lo concedieran a un escritor de ideología política liberal
(digamos, abreviando, de derechas), y en la parte decadente de su vida, publica
su nueva novela Las cinco esquinas
(Alfaguara, 2016), que no sé si ha sido recibida como la nueva novela de un
Nobel o de un famoso envidiado que despierta los celos de quienes no les es tal
fácil triunfar.
¿De
qué va la historia? Estamos en el Perú de Fujimori. En un día con toque de
queda en las calles, dos amigas de la burguesía limeña tienen que pasar la
noche juntas al serles imposible regresar a sus casas, y la escena acaba en una
relación lésbica, magníficamente contada.
El
marido de una de ellas está siendo desprestigiado por la prensa amarilla partidaria
de Fujimori, en especial por el director de una revista, un tipo infernal, y
además está siendo chantajeado, y para defenderse, pide los servicios del
marido de la otra mujer. Así se enreda una historia, a tramos thriller, a tramos policial, a tramos de
un erotismo bien palmario, alternada por la denuncia de un periodismo al
servicio de muchas cosas, menos de la verdad, en una sociedad viciada, y como
fondo el poder político corrupto de esos años y un viejo recitador de poemas...
De
algún modo viene a contestar a esa pregunta con la que empieza Conversaciones en la catedral, aquella
que decía “¿en qué momento se había jodido el Perú?”.
Tiene,
por tanto, suficientes elementos como para cautivar al lector habitual de estas
novelas, pero se da la circunstancia de que la crítica literaria española la
está pulverizando, aunque, eso sí, sin acabar de atreverse a negarle, del todo,
los méritos que en mi opinión sí tiene, pero inventando cinco esquinas
críticas:.
Primera
esquina: Andrés Ibáñez en El ABC Cultural se lamenta al afirmar que la novela “se trata, en
realidad, de un ‘mural de la sociedad peruana’. Dios mío, ¿cuántas veces nos
van a sacar ese Joker de la baraja
para justificar una novela?”.
Segunda esquina: Elena Méndez en La Voz de Galicia
llega a más: “Los Nobel también se equivocan –afirma–. Vargas Llosa pierde el
rumbo en su última novela y fracasa en su intento de retratar los últimos años
de Fujimori. Cinco esquinas es una obra mediocre que defrauda”.
Tercera esquina: Alberto Olmos en El Confidencial: “Habría que
buscar un epónimo para esos escritores que, sobrepasadas todas las metas de una
vida dedicada a las letras, siguen escribiendo incluso en detrimento de su
propio prestigio”.
Cuarta esquina: Nadal San Juan, en El Cultural, suplemento
del diario El Mundo afirma que estamos ante una “novela mediana, eficaz pero no
memorable”.
Quinta esquina: Frente a todo esto, a mi me ha
parecido una novela plena, que narrativamente va al galope, todo está bien
dicho y técnicamente perfecto. Es una novela atractiva, que parte del hecho de
que una entrega de un Nobel, y en español, es un acontecimiento que no puede
dejarse pasar, lo que es un plus bien evidente, además en ella se cuenta una
historia entretenida, que deja una fuerte impresión, en la que se mezclan
ingredientes propios del género, el crimen, la conspiración política, el amor
lésbico, el lado oscuro del periodismo, y la construcción de personajes tan
siniestros como el segundo de Fujimori, Vladimiro Montesinos. Una novela que
debe leerse. Yo así lo aconsejo.
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