Tiempos de katarización del
movimiento popular-sindical
Extractos del estudio introductorio que el autor preparó para la edición de El katarismo, de Javier Hurtado, de la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia.
Esteban Ticona Alejo
El katarismo es un
libro escrito cuando Bolivia, como otros países de América Latina, vivía el boom del marxismo en sus distintas
interpretaciones. Se sentía la influencia de la revolución cubana de principios
de los años sesenta del siglo XX, de la experiencia guerrillera de Ernesto “Che”
Guevara en Ñancahuazú en 1967 y de la guerrilla del Ejército de Liberación
Nacional (ELN) en Teoponte de los años setenta. Al calor de estos
acontecimientos, la izquierda boliviana pensaba que la revolución
obrero-campesina estaba a la vuelta de la esquina.
Está claro que lo indio para la izquierda no existía, a no
ser que se “desindianizara” o se convirtiera en campesino, para ser un apéndice
de las luchas de la vanguardia revolucionaria de los mineros y obreros del
país.
En palabras de la socióloga Silvia Rivera Cusicanqui,
durante los gobiernos militares de Alfredo Ovando y Juan José Torres
(1970-1971) se vivió “el típico populismo militar”. Aunque la mayor parte de
los partidos políticos de izquierda se opusieron firmemente a ambos gobiernos,
especialmente al de Torres, lanzándole reclamos imposibles e instalando una
suerte de gobierno paralelo, con la Asamblea Popular (AP) de 1971.
La AP fue una especie de congreso de sindicatos y partidos
obreros. Es considerada por algunos estudiosos como “un segundo punto
culminante después de la Revolución de 1952”, por el que el movimiento obrero
boliviano logró con su propia fuerza crear un órgano de poder político independiente,
aceptado por las masas populares como su propia autoridad. Fue un experimento
político de camino al socialismo (Strengers, 1992). Pero para Rivera, una sesión de la AP, memorable
por lo triste, se dedicó a negarle a la
Confederación Nacional de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CNTCB), de línea
katarista e indianista, el ingreso a formar parte de ella.
La razón eran los supuestos vínculos del Secretario
Ejecutivo de la CNTCB, Jenaro Flores
Santos, con el gobierno de Juan José Torres, aunque el argumento iba más
bien por el lado del racismo que se
atribuía a los jóvenes indianistas y kataristas que coparon el aparato sindical
campesino pocos meses antes del golpe de Estado de Hugo Banzer, el 21
agosto de 1971.
Javier Hurtado ofrece los primeros rastreos biográficos de
Jenaro Flores. Nacido en 1942 en el ayllu Antipampa Qullana de la provincia
Aroma del departamento de La Paz, pertenece a la primera generación aymara de
la Revolución de 1952 que migra a la
ciudad de La Paz a estudiar alguna carrera profesional. En ese andar se
relaciona con otros jóvenes, como Raymundo Tambo, y conoce al indianista
Fausto Reinaga. Organizan todos ellos el
Centro Cultural 15 de Noviembre, que inicia un movimiento anticolonial llamado
indianismo-katarismo. Flores fue además baluarte fundamental en la creación y
consolidación de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de
Bolivia (CSUTCB), entre 1979 y 1986, que fue el ala sindical y política del
movimiento (…).
Aporte
Javier Hurtado apuesta por una nueva lectura del movimiento
“campesino” entre 1960 y 1986. Su obra abraza la tendencia de los “estudios
andinos o étnicos” y definitivamente coadyuvó en el develamiento del “campesinado”
post Revolución de 1952. Aunque por
momentos no deja de manifestarse con algunos análisis marxistas, en general es
una nueva lectura y desde una nueva
bibliografía de investigación reciente.
Hurtado estudia al movimiento katarista (que incluye al
indianismo) para tratar de explicar cómo empezó a “recuperar y reelaborar el
conocimiento histórico del pasado indio”.
Dos son sus intereses fundamentales:
a) La
lucha anticolonial de los campesinos indios del país en la que uno de los
aspectos centrales era una nueva lectura histórica. Más allá de la recuperación
simbólica de las figuras de Tupaj Katari y Bartolina Sisa, el aspecto central de la problemática
que se identifica es la continuidad de la situación colonial: una minoría social oprime a una sociedad mayoritaria
“originariamente libre y autónoma”.
El 15 de noviembre de 1972 los comunarios de la localidad de Ayo Ayo de la provincia Aroma del departamento de La Paz, lugar de nacimiento de Julián Apaza (Tupaj Katari), en ocasión de recordar el descuartizamiento del líder aymara, simbolizaron la “recuperación” de su pensamiento con la inauguración de un monumento. El acto fue tan importante que circuló una invitación religiosa (Albó, 1985a: 125-126).
El 15 de noviembre de 1972 los comunarios de la localidad de Ayo Ayo de la provincia Aroma del departamento de La Paz, lugar de nacimiento de Julián Apaza (Tupaj Katari), en ocasión de recordar el descuartizamiento del líder aymara, simbolizaron la “recuperación” de su pensamiento con la inauguración de un monumento. El acto fue tan importante que circuló una invitación religiosa (Albó, 1985a: 125-126).
b) La
utilización de la forma del “sindicato campesino” como herramienta ocasional de
lucha. Aunque esta forma pertenece al Estado del 52, y fue parte de su
dominación estatal, los indianistas y los kataristas tuvieron la habilidad de
extender su influencia y difundir sus ideas a través del “sindicato comunal” o
el “sindicato aymara”, que era entonces
la organización local más expandida, como un espacio de “unidad en la
diversidad”.
(…) El gran acierto de la obra de Hurtado radica en colocar
al movimiento social anticolonial
katarista en el escenario académico, intelectual y político nacional e
internacional. En su Introducción nos advierte que no es una obra objetiva y
neutra, “sino la de un militante político para quien el movimiento campesino
era su frente de trabajo cotidiano” (p. 40 en esta edición).
En términos metodológicos, el libro es muy interesante para
su época y hasta pionero en la
elaboración de minibiografías de líderes aymaras como Jenaro Flores Santos,
Raymundo Tambo, Fidel Huanca Guarachi y otros. Además, la utilización de un
lenguaje sencillo y sin apoyos en una jerga
académica facilita la comunicación de su historia y del análisis del
movimiento katarista (…).
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