Las diez mejores novelas
El balance literario de lo mejor del año pasado, pasa por Farándula de Marta Sanz, Cicatriz de Sara Mesa, Los diarios de Emilio Renzi, de Ricardo Piglia y Catre de fierro de Spedding.
Ricard Bellveser
Por las páginas de
los suplementos literarios españoles, con motivo del cambio de año, han corrido
las listas con los supuestamente “10 mejores libros” del año.
¿Los mejores? Según
el ranking, se trata de los diez libros más destacados, o más vendidos, o más
apreciados, los que han tenido mejores críticas, o vaya usted a saber, de
cuantos se han publicado en español durante 2015.
El procedimiento seguido
por cada uno de ellos ha venido a ser muy parecido. Babelia, suplemento
cultural del diario El País, recurrió a sus críticos y colaboradores, 24
hombres y 22 mujeres españoles e hispanoamericanos. Artes y Letras, suplemento
literario del histórico diario ABC y El Cultural, revista que edita el diario
El Mundo, con carácter de suplemento dedicado a la cultura, se ciñeron a
consultar a los críticos y colaboradores propios.
El resultado tiene
sus aspectos curiosos como el que, por lo que se refiere a narrativa, cada uno
haya propuesto un listado diferente de títulos, con tan solo tres
coincidencias, lo que significa tan apenas un estadístico 30 % de lo
seleccionado por los acreditados especialistas.
Los tres suplementos
coinciden en elegir como la mejor novela del año pasado a Farándula de Marta Sanz, texto que obtuvo el Premio Herralde y que
es francamente entretenida. Se trata de una especulación sobre el poder que el
cine, el teatro, el espectáculo y la farándula tienen para cambiar la política
y la sociedad, un mundo que se mueve entre la frivolidad y el compromiso, que
brilla por fuera para ocultar quizá su vacío interior. Está muy bien narrada.
Junto a ella, Cicatriz, de Sara Mesa, una novela que
cuenta la historia de dos personajes solitarios que se relacionan por medio de
un chat de literatura, y cuya relación se va enredando hasta el prodigio a
medida que se van enviando metafóricos presentes.
Y Los diarios de Emilio Renzi de Ricardo
Piglia. Renzi es un tipo bien conocido por los lectores de este autor, que no
es sino su alter ego, quien por el sistema de los diarios, las confesiones y
los recuerdos, va desentrañando su mundo hermético.
Los tres libros
tienen en común que fueron editados por la editorial Anagrama, y algo más, las
tres relaciones de los tres suplementos coinciden en que de las diez obras seleccionadas,
al menos tres de ellas están editadas por Anagrama, lo que la convierte en la
editorial más relevante o si se prefiere más influyente de cuantas existen hoy
en el panorama español.
A partir de aquí cada
suplemento completa su relación con otras siete novelas diferentes de entre las
que me llama la atención que ABC escoja una biografía novelada de Rainer María
Rilke, El vidente oculto (Acantilado)
de Mauricio Wiesenthal, y las Memorias
de Carlos Barral (Lumen).
Babelia sugiere los Diarios (1956-1985) del poeta Jaime Gil
de Biedma, Freud en su tiempo y en el
nuestro (Debate) de Elisabeth Roudinesco, textos que no son exactamente de
creación en su sentido imaginativo, sino recuperadoras de la tradición
biográfica y memorialística.
El Cultural completa
con La isla del padre (Seix Barral)
de Fernando Marías, libro que fue Premio Biblioteca Breve del año pasado o También esto pasará (Anagrama) de Milena
Busquets.
En el ámbito
boliviano el suplemento LetraSiete consultó con una docena de críticos,
escritores y académicos, para conseguir seleccionar los tres libros de narrativa
más destacados del año en el país y el resultado fue, primero -y este privilegiado
lugar nadie se lo discute- Catre de
fierro (Plural) de Alison Spedding, libro revelación que cuenta una
asombrosa historia de 40 años en la familia Veizaga, que vive o vivió en
Saxrani, un pueblo tan inventado por la autora como Macondo por Gabo.
Luego vienen Los afectos (Random House-El Cuervo) de
Rodrigo Hasbún y el desconcertante conjunto de relatos Para comerte mejor (Sudaquia) de Giovanna Rivero, desconcertante
porque este título, aparte de la sentencia resolutiva del lobo del cuento de
Caperucita Roja, ya tituló la célebre novela del escritor argentino Eduardo
Gudiño Kieffer, publicada en 1968, cuando era director del Fondo Nacional de
las Artes, y que le proyectó no sé si a la fama pero al menos sí al
conocimiento general del hispanismo literario.
Cierto que estas
coincidencias no son infrecuentes, Kafka tituló su novela corta La metamorfosis cuando es el título que
Ovidio le dio a sus 15 libros de la historia de Roma, tan influyentes durante
siglos que se coló en la obra de Tiziano, Velázquez o Rubens, pero que sin
embargo hoy, dada su personalidad, tal vez el texto de Kafka sea más popular
que el del poeta clásico, y cuando escuchamos esa palabra lo que nos viene a la
mente es el autor de Praga. Podría sucederle a Rivero.
Todas estas novelas
son muy recomendables. Aconsejo sacar tiempo de donde sea para leerlas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario