Es el doñerío
Breve retrato descriptivo de cierto sector bien identificado de nuestra sociedad.
Wilmer
Urrelo
Resulta
que ahora les presento al doñerío: habitualmente frígidas, sin un buen orgasmo en
toda su vida, irremediables adictas al melodrama mexicano.
Son
malas, curiosas e hipócritas. Son católicas. Asisten con una puntualidad
escandalosa a las misas del Señor de la Sentencia. Son cobardes porque nunca te
dicen las cosas de frente. Son las que hablan de vos a tus espaldas. “Mirá su
pantalón”. “Qué feo se había hecho peinar”.
Son
engañadas por sus maridos, las pobrecitas. Y encima estos le refriegan en la
cara el hijo de la otra relación (siempre paralela a la suya). El doñerío,
niños y niñas, compra regalos en navidad para ese hijo. Es más, llega a “adoptarlo”
como suyo. Les presento al doñerío, juventud. Y no larga al marido por el qué
dirán. No lo manda a la mismísima mierda como se merece. Todo por las palabras
de la gente. Todo por la censura de los demás. El doñerío cree estar más allá
del bien y del mal. Ojo, que el doñerío no son las doñitas que tanto queremos.
Hay una gran diferencia entre el doñerío y las doñitas.
Uno: el doñerío desprecia a las
doñitas.
Dos: el doñerío tiene pena de las
doñitas.
Tres: el doñerío se cree más decente
que las doñitas.
Y cuatro: El doñerío jamás
(recalco el jamás) invitaría a una doñita a
pasar a su sala y menos al baño
de su casa (y si lo hace lo desinfecta de inmediato).
El
doñerío, también, tiene la capacidad de rebosar maldad. El doñerío desprecia tu
felicidad. El doñerío tiene envidia cuando uno está feliz o cuando uno logra
algo importante en su vida.
Es
que el doñerío nunca fue feliz. El doñerío va al cementerio y le habla a las
tumbas. Es meticuloso en este sentido. Tiene ya, en el calendario, días reservados
para ir al cementerio. El doñerío cree a pies juntillas que así se está ganando
el cielo. O por lo menos un metro cuadrado de cielo.
Si
te peleas con el doñerío luego se alegran de cualquier desgracia que te ocurra.
Ríen a carcajadas para demostrarte su desprecio. Y aun así creen en el Señor de
la Sentencia. Ah, el doñerío nunca se equivoca. El doñerío te corrige en todo y
todo el tiempo. La vida del doñerío es tan vacía que por eso quiere meterse en
la tuya. Es el doñerío y no las doñitas. Aunque el doñerío también tiene
corazón.
Me
dan pena estos pobrecitos que no tienen qué comer, dicen con frecuencia. Exacto:
simula que tiene corazón. Todo lo anterior es el doñerío. El corazón del
doñerío se resume en obsequiar a los pobres cosas inservibles. Cosas
inservibles como ropa recontra usada. Cosas inservibles como pan seco. Cosas
inservibles como tazas desportilladas. Así nos ganamos un cachito de
cielo.
El
doñerío también es chantajista. Te hacen un favor (o varios) y emplea eso para después
agarrarte por los huevos.
Eres
un desagradecido, te dicen. El doñerío es hipócrita, ya lo dije, también es
mentiroso, está recontra enfermo. Algo no funcionó bien en su niñez y el
doñerío se la quiere cobrar contigo. El doñerío es, habitualmente, muy racista.
Tiene frases favoritas, digamos que claves en su léxico:
Palabra uno: El negrillo ese.
Palabra dos: El pobre cholito.
Palabra tres: La birlochita de la
esquina.
Y
mientras tanto el doñerío cree en el Señor de la Sentencia. Y mientras tanto el
doñerío siempre te dice lo que debes hacer. Al doñerío no le importa tu
opinión. El doñerío cree que no puedes elegir por vos mismo. El doñerío también
se cree irremplazable. Para el doñerío el mundo se acaba si ellas se mueren.
También
el doñerío se baña en perfume. Habitualmente ácido y baratón. El doñerío usa el
perfume para pasar por gente decente. El doñerío va a comprar ropa de marca a
la 16 de Julio ataviada de unos anteojos oscuros para no ser reconocido. La
ropa del doñerío la delata porque la muestra demasiado: la etiqueta se
convierte en un ser humano.
El
doñerío es generalmente gente estúpida. No sabe muchas cosas. Lo malo es que
tampoco se las inventa. Solo inventa chismes. El “dice que este es así” es otra
de sus frases preferidas. El doñerío nunca dice mentiras. La verdad para el
doñerío tiene un solo color (el suyo).
Y
ya que andamos por este terreno me gustaría profundizar con algo ya anotado, algo
importante: el doñerío disfruta de la desgracia de los otros. Si alguna vez enfrentas
al doñerío te percatarás que nunca te verán a los ojos. No son capaces de
sostenerte la mirada. El doñerío cree en los milagros, también. Recibe al Papa
derramando lagrimitas. Y luego desprecia a cualquier ser humano. Te insulta. Te
mira por encima del hombro. Y aun así le reza al Señor de la Sentencia.
Boliviana
y boliviano, si ya diste el salto y no quieres saber nada más de ellas, es
decir de las doñas que conforman el doñerío, entonces acá van algunos consejos
que a lo mejor lleguen a ser de gran ayuda.
Consejo uno: no les dirijas la
palabra. El silencio de tu parte es un veneno mortal para ellas
Consejo dos: piensa en cosas bonitas
y aléjalas de tu mente.
Aunque
a veces el doñerío es fuerte y nada de lo anterior funciona. Digamos que ese
suele ser el doñerío más profesional. Paceñamente fuerte. Entonces solo hay una
cosa por hacer. A continuación la mejor receta para acabar con el doñerío, para
poder destruirlo.
Solo sé feliz y así arruínales la
vida.
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