Mabel Rivera, creativa del buen teatro
Fragmento de una entrevista radial que el autor le hizo, hace varios años, a su esposa, la destacada teatrista recientemente fallecida.
Mario Castro
Hace pocos días falleció la destacada directora de teatro
Mabel Rivera, impulsora del buen teatro y precursora de grandes musicales.
Por sus valiosos aportes a las artes escénicas le tributaron
muchos homenajes, y ahora nos sumamos a la evocación de algo de su inolvidable
trayectoria reproduciendo una entrevista que incluimos en el libro Lo que el viento no se llevó, que se
presentó hace aproximadamente un año, y que contiene decenas de entrevistas
logradas a lo largo de década de labor radialista.
- Podría pensarse que
cuando nos referimos a la actuación de grupos artísticos nacionales de teatro,
debe imponerse cierta condescendencia por las limitaciones del medio en el que
nos desenvolvemos. No es este el caso de Teatro El Arlequín, dirigido por Mabel
Rivera, que ha alcanzado ya una altura que hace innecesaria toda concesión. ¿De
dónde provienen esos frutos?
- Ese nivel es fruto de un serio y constante trabajo que ha permitido a diferentes elencos -el estable
y otros eventualmente conformados según las exigencias de cada argumento- la
confrontación de los intérpretes con obras de gran envergadura.
- ¿Podríamos
sintetizar las características del repertorio de obras que eliges?
- En la larga trayectoria de El Arlequín se ha incluido
particularmente obras de teatro del ámbito del drama y la tragedia de célebres
autores, por ejemplo, Shakespeare y tramas ligeras y lúdicas para el universo de
los niños, como El gigante egoísta,
ofreciendo al mundo infantil también atractivos divertimentos musicales como,
por ejemplo, canciones e historias de María Elena Walsh.
- La reciente
realización de El Hombre de la Mancha
fue un acierto. ¿Qué anotarías como lo más destacado?
- Lo que esta tarea ha significado para el elenco, que ha
encontrado un acercamiento a las grandes obras musicales, con sujeción a una
obra complementada actoralmente.
- ¿Qué se aprende con
un musical de esta índole?
- Una obra hecha de este modo se constituye en un medio
didáctico para divulgar una obra clásica universal, y el genio creador de un
autor inmortal como Miguel de Cervantes Saavedra.
- ¿Que significación
tiene el haber llevado a la escena una primera experiencia de esta magnitud?
- He venido a descubrir que este esfuerzo puede ser pionero
para el futuro en nuestro medio, para este género que, hemos comprobado, gusta
al público en general.
- ¿Se han atenido
estrictamente al libreto original o han hecho algunas variaciones?
- Nos hemos basado con rigor en el concepto original, de
acuerdo a las posibilidades físicas del teatro y los recursos con los que se
cuenta. Hemos hecho una recreación de la obra de Daie Wasserman, con música de
Mitch Leigh, inspirada en la fantástica historia caballeresca de Cervantes.
- Es una historia de
historias vinculadas a los sueños de este personaje y por eso mismo se hizo
difícil resumir en la puesta en escena…
- Pudimos lograrlo en una secuencia de 17 cuadros,
manteniendo unidad y ritmo, tono y equilibrio en sus instancias dramáticas y en
las graciosas… en fin, en detalles y en la totalidad.
- ¿Es difícil sostener
una obra con ese tratamiento y duración?
- Sí, pero la satisfacción es que el público aplaudía de pie
y pudimos comprobar que muchas personas volvían a verla. Fueron cerca de dos
horas, sin intermedios, con la modalidad de mutaciones a la vista del público,
sin los consabidos apagones para transportarnos a distintos lugares, y lo bueno
está en que no se producía cansancio por la dinámica aplicada.
- Al no haber una
tradición de canto lírico en obras, ¿fue difícil la selección de los
intérpretes para los diferentes roles?
- La elección del
barítono Gastón Paz, para encarnar al “caballero andante de la triste figura”
fue otro acierto y además tenía que hacer, según el libreto de la obra, el
desdoblamiento en Miguel de Cervantes y lo realizó como esperábamos.
Y así como él muchos de los personajes tenían que lucir
dotes de cantantes y cualidades histriónicas como actores. También estuvieron
el fiel criado de Alonso Quijano, convertido por la fantasía de su amo en el escudero
Sancho Panza, muy bien interpretado por Armando Iglesias y René Miranda; Aldonza-Dulcinea
que inspiró el mítico romance del Quijote, fue un rol bien logrado por la
soprano Esperanza Mc Namie.
Otra soprano con voz dulce y bien dotada, Ligia Gutiérrez,
se desempeñó cabalmente como la gitana presa. La actriz Norma Merlo aunque tuvo
un “bocadillo”, esta vez, no dejó de lucirse como gran actriz.
Carmen Castro, cumplió muy bien de figura y bailarina
odalisca, presa y Virgen. Los otros actores, en diferentes roles, y con talento,
consolidaron el argumento, armonizaron y enriquecieron la trama. Y hubo otros
cantantes, actores y bailarines que hicieron el apoyo secundario, fueron más de
40 integrantes en escena.
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