domingo, 7 de junio de 2015

Entrevista

Mabel Rivera, creativa del buen teatro

Fragmento de una entrevista radial que el autor le hizo, hace varios años, a su esposa, la destacada teatrista recientemente fallecida.



Mario Castro

Hace pocos días falleció la destacada directora de teatro Mabel Rivera, impulsora del buen teatro y precursora de grandes musicales.
Por sus valiosos aportes a las artes escénicas le tributaron muchos homenajes, y ahora nos sumamos a la evocación de algo de su inolvidable trayectoria reproduciendo una entrevista que incluimos en el libro Lo que el viento no se llevó, que se presentó hace aproximadamente un año, y que contiene decenas de entrevistas logradas a lo largo de década de labor radialista.  

- Podría pensarse que cuando nos referimos a la actuación de grupos artísticos nacionales de teatro, debe imponerse cierta condescendencia por las limitaciones del medio en el que nos desenvolvemos. No es este el caso de Teatro El Arlequín, dirigido por Mabel Rivera, que ha alcanzado ya una altura que hace innecesaria toda concesión. ¿De dónde provienen esos frutos?
- Ese nivel es fruto de un serio y constante trabajo que  ha permitido a diferentes elencos -el estable y otros eventualmente conformados según las exigencias de cada argumento- la confrontación de los intérpretes con obras de gran envergadura.

- ¿Podríamos sintetizar las características del repertorio de obras que eliges?
- En la larga trayectoria de El Arlequín se ha incluido particularmente obras de teatro del ámbito del drama y la tragedia de célebres autores, por ejemplo, Shakespeare y tramas ligeras y lúdicas para el universo de los niños, como El gigante egoísta, ofreciendo al mundo infantil también atractivos divertimentos musicales como, por ejemplo, canciones e historias de María Elena Walsh.

- La reciente realización de El Hombre de la Mancha fue un acierto. ¿Qué anotarías como lo más destacado?
- Lo que esta tarea ha significado para el elenco, que ha encontrado un acercamiento a las grandes obras musicales, con sujeción a una obra complementada actoralmente.

- ¿Qué se aprende con un musical de esta índole?
- Una obra hecha de este modo se constituye en un medio didáctico para divulgar una obra clásica universal, y el genio creador de un autor inmortal como Miguel de Cervantes Saavedra.

- ¿Que significación tiene el haber llevado a la escena una primera experiencia de esta magnitud?
- He venido a descubrir que este esfuerzo puede ser pionero para el futuro en nuestro medio, para este género que, hemos comprobado, gusta al público en general.

- ¿Se han atenido estrictamente al libreto original o han hecho algunas variaciones?
- Nos hemos basado con rigor en el concepto original, de acuerdo a las posibilidades físicas del teatro y los recursos con los que se cuenta. Hemos hecho una recreación de la obra de Daie Wasserman, con música de Mitch Leigh, inspirada en la fantástica historia caballeresca de Cervantes.

- Es una historia de historias vinculadas a los sueños de este personaje y por eso mismo se hizo difícil resumir en la puesta en escena…     
- Pudimos lograrlo en una secuencia de 17 cuadros, manteniendo unidad y ritmo, tono y equilibrio en sus instancias dramáticas y en las graciosas… en fin, en detalles y en la totalidad.

- ¿Es difícil sostener una obra con ese tratamiento y duración?
- Sí, pero la satisfacción es que el público aplaudía de pie y pudimos comprobar que muchas personas volvían a verla. Fueron cerca de dos horas, sin intermedios, con la modalidad de mutaciones a la vista del público, sin los consabidos apagones para transportarnos a distintos lugares, y lo bueno está en que no se producía cansancio por la dinámica aplicada.

- Al no haber una tradición de canto lírico en obras, ¿fue difícil la selección de los intérpretes para los diferentes roles?
-  La elección del barítono Gastón Paz, para encarnar al “caballero andante de la triste figura” fue otro acierto y además tenía que hacer, según el libreto de la obra, el desdoblamiento en Miguel de Cervantes y lo realizó como esperábamos.
Y así como él muchos de los personajes tenían que lucir dotes de cantantes y cualidades histriónicas como actores. También estuvieron el fiel criado de Alonso Quijano, convertido por la fantasía de su amo en el escudero Sancho Panza, muy bien interpretado por Armando Iglesias y René Miranda; Aldonza-Dulcinea que inspiró el mítico romance del Quijote, fue un rol bien logrado por la soprano Esperanza Mc Namie. 
Otra soprano con voz dulce y bien dotada, Ligia Gutiérrez, se desempeñó cabalmente como la gitana presa. La actriz Norma Merlo aunque tuvo un “bocadillo”, esta vez, no dejó de lucirse como gran actriz.

Carmen Castro, cumplió muy bien de figura y bailarina odalisca, presa y Virgen. Los otros actores, en diferentes roles, y con talento, consolidaron el argumento, armonizaron y enriquecieron la trama. Y hubo otros cantantes, actores y bailarines que hicieron el apoyo secundario, fueron más de 40 integrantes en escena.

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