Sobre el filo de las hojas
Reseña de El filo de las hojas (3600), el más reciente poemario de la escritora paceña Jessica Freudenthal.
Gabriel
Chávez Casazola
La
obra de Jessica Freudenthal ocupa un lugar distinto en la poesía boliviana
actual. Si bien no deja de tener ciertos filamentos tendidos hacia nuestra
tradición poética, con la que dialoga de manera puntual y musitada, su voz explora,
hurga, en la que aquí es casi una terra
incognita: las comisuras del lenguaje, sus resquicios, las hendiduras entre
la representación verbal y lo representado, los intersticios entre el nombre y
lo que el nombre nombra, las imposibilidades del decir, acaso comprendiendo,
con Emily Dickinson, que It is the Ultimate of Talk / The Impotence to Tell (la
última palabra / dice de la impotencia de decir, según la traducción de
José Manuel Arango).
Sí,
en El filo de las hojas Jessica Freudenthal
nos dice, y es más, nos muestra (pues aquí las palabras y el silencio se
despliegan y repliegan más allá de lo convencional, como hilvanando un
imaginario -es decir, un repertorio de imágenes- verbal) que el lenguaje es una trampa que nos escribe, que
somos pedazos de palabras, efecto, no
causa, apenas un campo semántico
reductible, limitado con y por la muerte
y que la muerte no es palabra, que
no puede traducirse, tan solo ser
tachada o tachadura (o una página en
blanco).
¿La
existencia será palabra, entonces? Esa perplejidad, acaso esa expectativa,
parecieran acechar en las emboscadas que esta escritura nos tiende, pues no se
nos ofrece a una inteligibilidad inmediata.
Como
toda la buena poesía del lenguaje (pues hay otra que-ahí-se-queda) pide ser
ahondada. O a veces, quiere ser solamente percibida como límite -escritura
sobre el filo de las hojas, andadura al ras de la navaja, exploración del borde-
y no precisamente comprendida.
Retorno
al origen y a la pregunta por el mal, a dilemas y mitos arcanos, a mujeres y
entelequias femeninas, de Judit a Ifigenia y de Beatriz a Ofelia, víctimas
reales de un monstruo imaginario o víctimas imaginarias de un monstruo real (la
poeta dice haber concebido el libro, aunque no tuve esa primera lectura, como
la historia de un asesino en serie), esta poesía oscura se halla hendida en su
fondo por el sentido, como el mar que Nietzsche quiso para su Zarathustra.
Después
de todo, contemplando esa grieta, tal vez Jessica esté equivocada y sea sencillo / mostrar la belleza / aquello que
debería / permanecer oculto pero sale a la luz, como el ser debajo del
lenguaje, como la existencia más allá de la última palabra que diga de la
impotencia de decir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario