jueves, 12 de junio de 2014

Las escenas

La belleza de los escarabajos


Libros & películas. Una mirada. Una lectura de los pasajes que cambiaron nuestra forma de ver el mundo.



Aldo Medinaceli

¿En qué se parecen Los Beatles, el Holocausto y los “vochitos” de la Volkswagen? La respuesta tiene nombre y apellido: Franz Kafka o -para ser más precisos- la primera escena de La metamorfosis.
Proponer siquiera la idea de que unas pocas páginas vaticinaron los hechos más relevantes del siglo XX sería para algunos una locura. ¿En qué momento el mundo se puso patas arriba, cuándo comenzaron a cambiar tan drásticamente las cosas? ¿Por qué lo que estaba arriba empezó a descender mientras lo que estaba abajo emergió irrefrenablemente?
Este fenómeno podría explicarse de diversas formas: mediante los cambios que trajo la revolución francesa, con las profecías mayas, el salto de eje terrestre, en fin, un extenso etcétera. Pero la literatura posee sus atajos, sus caminos amplios y escenas inmortales.
Max Brod aseguraba que las escenas de los relatos de Franz Kafka poseían la cualidad de anticiparse al futuro, es decir que, luego de leer el contenido de sus páginas, meses o años después, Brod reconocía que algún hecho acaecido había estado ya pronosticado en esa escritura.
Esto fue lo que pasó con la invasión Alemana a Checoslovaquia en 1938. Los nazis ingresando en los hogares judíos, derribando puertas y rebuscando bajo los muebles. Esa atmósfera de tensión, miedo atroz y dignidad secuestrada estaba presente, según Brod, en varios de los manuscritos del autor de La metamorfosis.
Muchas veces me he preguntado por qué La metamorfosis es la obra más reconocida de Kafka, cuando otros relatos como En la colonia penitenciaria o Un artista del hambre, poseen igual fuerza expresiva y esa condensación de sentidos a prueba del paso de los siglos. ¿Por qué leímos La metamorfosis en el colegio justo después de memorizar las fechas de independencia o hacer un resumen de Huasipungo? ¿Por qué no leímos, por ejemplo: Josefina la cantora o El médico rural?
Tal vez el título tenga algo que ver. Borges decía que los críticos pensaban que El Aleph era su mejor libro solamente porque el título tenía una palabra extranjera que además se escribía con P y H. Pero eso, claro, era una broma. Y la cosa no es tan simple. A esto debemos añadir que la traducción correcta de Die Verwandlug no es La metamorfosis, sino La transformación, un título más cercano al mundo gris, citadino y concreto de Kafka.
Pienso que La metamorfosis destaca por sobre el resto de la obra de Kafka porque posee un momento luminoso, imposible de olvidar una vez que se lo ha leído, y que el mundo se encarga de revivirlo a través de su símbolo más reconocible: el escarabajo. Se trata de la primera escena en la cual se narra la transformación de Gregorio Samsa en este gigante insecto.
Este breve pero singular pasaje que inspiró a surrealistas, gestores del realismo mágico y a dramaturgos del absurdo, inicia así: “Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza veía un vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo. Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño, le vibraban desamparadas ante los ojos”.
En la novela Respiración artificial, Ricardo Piglia ficcionaliza acerca de un posible encuentro entre Hitler y Kafka, y bien señala que la palabra utilizada originalmente no solamente significa escarabajo o cucaracha -como muchas veces ha sido traducida- sino que también era un término utilizado de manera peyorativa para referirse al pueblo judío.
Kafka vivía en un gueto de Praga asumiendo ese espacio como una condena, como una relación indisoluble -a través del padre- a su raíz y la lengua yiddish. Sin embargo, muchas veces se olvida que la fuerza de aquella primera imagen radica en que aquel descomunal y épico escarabajo se encuentra invertido, bocarriba, de cara al cielo.
Durante mucho tiempo los escarabajos fueron considerados deidades de la muerte. Se lanzaban cientos de ellos a los féretros para que purificasen el cadáver antes de que este inicie el viaje astral. Pues bien, Kafka pone de cabeza este procedimiento.
En una publicación de 1938 del New York Times se bautiza al Volkswagen Sedán como escarabajo. Un columnista vaticinó que en un futuro próximo las calles de Alemania -y quizás del resto del mundo- cambiarían para siempre de aspecto. La visión consistía en calles atiborradas de escarabajos rodantes de todos los colores, corriendo de un lado a otro,  haciendo un ruido desopilante.
Los escarabajos andaban libres y en forma caótica por plazas y avenidas, luciendo esa coraza a prueba de golpes y una forma tan voluptuosa y aerodinámica que parecía ser extraída de la misma naturaleza. Sin embargo, el vehículo creado por el régimen nacional/socialista pasó del uso civil al bélico cuando sus desquiciadas tropas avanzaron por Europa hacia el abismo que produjo el Holocausto.
Años después, en una entrevista de 1967, un periodista les preguntó a Los Beatles el porqué de su nombre, John Lennon decía que aún adolescente tuvo un sueño en el cual un hombre muy gordo con una enorme sonrisa le decía que iba a tener una banda de rock y que se llamaría: “Los Beetles con una A”, siendo que la palabra beetle -escarabajo en inglés- es la que se usa para nombrar a los “vochitos” o “petitas”.
Si bien hoy en día la banda de Liverpool se ha convertido en un ícono vintage, no siempre se toma en cuenta que cambiaron el mundo y que fueron los precursores de ese enorme monstruo de siete cabezas que hoy conocemos como cultura pop. En los años 60 varias iglesias prohibían sus desenfrenados beats y se hicieron varias tesis acerca de su carácter anticristiano, desde las más descabelladas hasta alguna que otra más o menos fundamentada.
El caso es que Los Beatles -o Los Escarabajos, “con una A”-, revolucionaron la música y la vida sexual de gran parte del mundo, ayudando a invertir un orden dado y colocando el mundo patas arriba.
Por supuesto que nada de esto aparece en las primeras páginas de La metamorfosis, y que las mismas no esclarecen en ningún momento cuál es su sentido final. Por eso su longevidad, por hacer más divertido el arte literario de producir sentidos. ¿Un bicho boca arriba? ¿Género fantástico? ¿Arte? Respuesta: Kafka, quien vaticinó con una sola imagen el cambio de orden, una revolución invisible que ya se gestaba desde hace mucho tiempo.

Y allí siguen esas páginas circulando en sitios virtuales, mochilas de escolares y en las bibliotecas más vigiladas del mundo, desplegando sus escenas inmortales para quien tenga la buena o la mala fortuna de caer atrapado entre sus palabras.

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