Freddy Escóbar Vega y Ruperto Salvatierra
Reseñas de una exposición pictórica y de un libro de artes plásticas.
Pedro Querejazu
Durante mayo el Museo Municipal Tambo Quirquincho ha
presentado tres exposiciones muy interesantes: una retrospectiva de Fernando
Montes Peñaranda; una referida a las obras premiadas en los seis eventos
anteriores del “Concurso Recuperación del dibujo ‘Fernando Montes Peñaranda’” y
una retrospectiva de la obra de Freddy Escóbar Vega.
La exposición de Montes no fue una retrospectiva en
sentido estricto, sino una selección de obras de un periodo determinado y con
una temática específica, aquella inspirada en los monumentos prehispánicos de
las regiones de Cusco y del lago Titicaca. Con variantes, esa misma exposición
se presenta actualmente en la Galería Mérida & Romero, en San Miguel, desde
el jueves 5 hasta el lunes 30 de junio.
Aquí quiero destacar la retrospectiva de la obra de Freddy Escóbar Vega. La exposición se
presentó en la gran sala alta del Tambo Quirquincho, que da sobre la calle Evaristo
Valle, y estuvo abierta entre el 8 y el 30 de mayo.
Escóbar es oriundo de Cochabamba, y es poco frecuente ver
su obra en el país porque, acaso como buen cochabambino, es trashumante además
de polifacético. Es preciso mencionar que se graduó como artista en la Escuela
de Artes “Raúl G Prada” de Cochabamba, pero estudió muchas otras cosas más,
como metalmecánica, cerámica y leyes, con especialización en derecho
constitucional, incluyendo los grados superiores de magister y doctorado.
Decía trashumante porque ha vivido y estudiado en
Cochabamba, La Paz, en Nuevo León, México, y entre Cabinas y Caracas, en
Venezuela, y ha ido produciendo y dejando obra en todos esos lugares.
Para lo que aquí interesa, Escóbar es un pintor que
trabaja con varios medios y sobre diversos soportes; no obstante, es también un
gran ilustrador, y además ha realizado y supervisado numerosos murales,
especialmente en Cochabamba y en varios lugares de Venezuela, así como ha hecho
otro tipo de producciones artísticas como intervenciones urbanas.
La exposición estuvo compuesta por 31 pinturas de
diversos formatos, realizadas entre 1980 y 2013. En ella se muestra como un
pintor esencialmente colorista y expresionista. El colorido de su pintura es
rico, vibrante, intenso y dramático. Pareciera preferir los pinceles delgados
que maneja casi como la pluma para dibujar. El pincel, cargado de materia,
evoluciona y revolotea sobre la superficie pictórica, mostrando un sentido expresionista
tanto en el gesto como en la aplicación de la pintura.
A diferencia de lo que suele esperarse de los artistas
cochabambinos, la exposición no presentó ningún paisaje y el catálogo no
registra ninguno. La temática de su obra está centrada en el ser humano y sus
vivencias.
En la muestra hay varios retratos y autorretratos, pero
lo más interesante es el grupo de obras referidas a los sueños, remembranzas,
actividades y actitudes de las personas y de los grupos humanos, que muestran
casi siempre un carácter familiar entre ellos. Es un artista que se mueve
dentro de la bohemia, y sus obras muestran eso, como Juntos Yoko y John, 2008, o Adanes,
2005.
También está el registro de los dramas sociales, en: Niño durmiendo en la calle, 2005; Catalina y su creación infinita, 2009; Niño en la guerra del agua, 2005; así
como la alegoría histórica.
La exposición estuvo acompañada por un catálogo de 28
páginas impresas tanto en color como en blanco y negro, de formato vertical de
26,5 x 20,5 cm. Tiene textos de Sergio Antillano, Asmery González Martínez,
críticos venezolanos ambos, y un “manifiesto” y un texto adicional del propio
artista, además de tres poemas de su autoría, y su hoja de vida.
El catálogo ilustra en color las 31 obras que formaron
parte de la muestra y además 15 ilustraciones en blanco y negro de obras que no
están expuestas. Tiene también varios dibujos del artista acompañando sus
poemas.
En conclusión diré que esta retrospectiva, visión parcial
de un artista como suelen ser las retrospectivas, fue una experiencia estética
y lúdica del más alto nivel. Hay que felicitar a la Alcaldía Paceña por esta
muestra.
Recientemente se han publicado varios libros sobre arte
hecho en Bolivia. Quiero destacar el referido a la obra del artista cochabambino
Ruperto Salvatierra. El libro en cuestión titula: Ruperto Salvatierra Lazarte. Obra 1970-2013. Fue publicado por la
editorial Nuevo Milenio de Cochabamba, en un formato de 29 x 23 cm., vertical
cerrado, con 112 páginas impresas en papel couché mate, de 150gr.
El libro tiene varios textos: una presentación del propio
artista; el texto principal es de Teresa Blanco Román, que incluye una
selección de textos y comentarios críticos sobre el artista y su obra,
publicados en diferentes medios impresos del país a lo largo de sus 43 años de
actividad.
La curaduría de la obra estuvo a cargo de Teresa Blanco
Román, colaborada por María Blanco de Asín y Natalia Rodríguez Blanco. El
diseño, diagramación y armado son de Ana Luisa Unzueta, Sergio Vega Camacho,
Rafael Villarroel y Roberto Álvarez. Las fotografías son de Wálter Krpan,
Claudia Koenig, Natalia Rodríguez y Mariana Dotzauer.
Después de los textos, el libro muestra en 173
ilustraciones la obra del artista reunida en cuatro grupos titulados como sigue:
-
Obra, 1970-2013.
-
Surrealismo,
-
Dibujos,
-
Acuarelas y
pinturas al pastel.
En mi opinión hubiera sido mejor hacer una selección por
temas más que por técnicas porque esto hubiera resaltado más la creatividad,
sensibilidad y la creación de Ruperto Salvatierra. En todo caso, el conjunto de
la obra ilustrada demuestra por qué Salvatierra es considerado uno de los más
grandes y notables pintores bolivianos en actividad.
Es por una parte un maestro en el oficio pictórico, en
los diversos medios técnicos que usa, y, por otra, un retratista fiel y leal de
su sociedad y de su tiempo.
Me alegra mucho que finalmente se haya publicado esta
obra que muestra la obra de un artista que personalmente respeto y admiro
mucho.
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