martes, 14 de marzo de 2017

Poesía

Cuando la poesía une voces


Paura Rodríguez, organizadora de la Semana Internacional de la Poesía, conversó brevemente con los tres invitados extranjeros que acudieron a esta cita que se efectuó por cuarto año.


 
El italiano Emilio Coco
Paura Rodríguez 

Los poetas Federico Díaz Granados (Colombia), Rafael Soler (España) y Emilio Coco (Italia), junto a la escritora cochabambina Blanca Garnica, fueron los invitados a la Semana Internacional de la Poesía en Santa Cruz, cuya cuarta versión conccluyó ayer.  Ellos  compartieron lecturas y diálogos con una decena de poetas residentes en Santa Cruz.
En esta conversación, los tres poetas extranjeros hablaron acerca del valor de la poesía hoy en día, de la importancia de estos encuentros y de lo que conocían de las letras bolivianas antes de su arribo al país.

¿Una pasión inútil?
“La poesía es la síntesis total de la creación humana, lo que nos justifica y nos otorga un lugar para estar en el mundo con dignidad y belleza. Considero que configura esa síntesis por su inagotable capacidad de cuestionar, de sugerir, de conmover, de resquebrajar las máscaras en las que nos ocultamos. La poesía se convierte, en un mundo tan bullicioso y competitivo como el actual, en el refugio, el silencio y la necesaria lentitud”, comenta el colombiano Federico Díaz Granados (1974), uno de los poetas más importantes de su generación en Latinoamérica. 
Por su parte, el italiano Emilio Coco (1940), ganador, entre otros, de los premios “Catulo” y “Ramón López Velarde”, se pregunta “¿cómo los poetas pueden cumplir una función social, si casi nadie los lee? Yo siempre he afirmado que la poesia no es ‘rentable’ y que no va a salvar el mundo”.  “Y sin embargo –reflexiona- a esa poesía ‘inútil’ los poetas le entregamos la vida. Al delirio burocrático-tecnológico que lleva el mundo a favorecer apetitos narcisistas y autodestructivos, a la invasión de productos y discursoso fantasmas, de la palabra ambigua de los partidos, de la palabra frágil y homologada, sometida a la máquina omnívora del consumismo, la poesía opone la ‘fragilidad’ y la impotencia de unos cuantos despistados que cuentan sílabas en vez de dinero y que luchan con la lanza de la Idea contra todo lo trivial y lo nimio”.
El español Rafael Soler (1947), Premio de la Crítica Literaria Valenciana, traducido al inglés, italiano, rumano, húngaro y japonés, afirma que “la poesía es un lugar sagrado. Y lo dice un escritor que un solo poema puede cambiar nuestra vida para siempre. Y ese debe ser el noble empeño del poeta: buscar en su hondón para dar lo mejor, con humildad, con determinación, con talento”.  
 
Rafael Soler, de España
¿Y los encuentros, para qué sirven?
A esta interrogante, que muchos se hacen, Díaz Granados responde que participar en ellos “permite, además de conocer autores y nuevos lectores, fomentar el intercambio de ideas y visiones sobre la literatura actual, sobre muchos intereses comunes.  Fortalece los puntos de convergencia y crea redes de afecto”.
“Los encuentros permiten conocer el momento que vive cada país, cada región. Escribir, escuchar, crecer”, anota Rafael Soler, mientras Coco confiesa que “mi participación en esta fiesta de la poesía en Santa Cruz ha sido para mí una ocasión única para ampliar mi conocimiento de la poesía boliviana de hoy e intercambiar informaciones y opiniones con los demás poetas”.

Bolivia en el mapa poético
“En las antologías de poesia latinoamericana, la boliviana es injustamente relegada si no al olvido por lo menos a un segundo y, a veces, tercer plano. En mi antología Il fiore della poesia latinoamerica d’oggi que se publicó a finales de 2016 en la editorial Raffaelli, he intentado remediar ese desconocimiento y prejuicio, incluyendo a seis poetas bolivianos (Eduardo Mitre, Vilma Tapia, Mónica Velásquez, Gabriel Chávez, Oscar Gutiérrez y Paura Rodríguez). Pero me doy cuenta de que faltan otros”, prosigue Coco.
A su vez, Soler rememora que “hace unos años tuve la suerte de coincidir en Salamanca con Gabriel Chávez, en el XV Encuentro de Poetas Iberoamericanos, y de su mano entré en la poesía boliviana. Ese año, Rafael Morales Barba había publicado un extenso trabajo en la revista Fragmenta, con el título ‘Dossier Bolivia. La poesía desconocida’ con algunos artículos críticos de gran interés; recuerdo el trabajo de Mónica Velásquez Guzmán. Al año conocí a Gary Daher, que llegó bien pertrechado de excelentes poemas”.
 Yo he sido muy curioso por conocer las altas cumbres de la poesía latinoamericana y por supuesto Bolivia ocupa un lugar muy destacado en esas búsquedas”, cuenta Federico Díaz Granados. “Debo resaltar el afecto en esas lecturas que he tenido por poetas como Ricardo Jaimes Freyre, Óscar Cerruto, Jaime Sáenz. En Colombia han sido muy conocidos Pedro Shimose, Jesús Urzagasti y Blanca Wiethüchter. Yo he tenido la oportunidad de invitar a Bogotá a dos poetas cuyas obras respeto mucho, Eduardo Mitre y Juan Cristobal McLean. De las recientes generaciones me gustan mucho Gabriel Chávez, Paura Rodríguez y una muy joven autora, Milenka Torrico, y quiero destacar mi admiración por uno de los más importantes narradores del continente, Juan Claudio Lechín”, enumera.
 
Federico Díaz Granados, de Colombia
La poesía latinoamericana hoy
Finalmente, Emilio Coco dedica una reflexión entusiasmada a la poesía latinoamericana de hoy: “A mí la poesía que se escribe en Latinoamérica me ha influenciado mucho en estos últimos tiempos. Después de más de 30 años dedicados a traducir a poetas españoles, mis intereses se han orientado hacia otras sendas. Me he enamorado profundamente de la poesía latinoamericana,   impetuosamente fresca, ágil, genuina, no viciada, como a menudo la italiana, por un estéril y narcisista exhibicionismo verbal. Pero lo que aquí me urge subrayar es que no he visto nunca en Italia tanto interés y amor por la poesía en la gente común, como en América Latina”.

Y volviendo a lo universal, Rafael Soler cavila y apunta que “actualmente la poesía puede y debe ser referencia ética, cobijo, impulso y ánimo”.  “Poesía siempre”, remata el poeta español, poniendo punto final, pero final abierto, a esta conversación. 

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