Gilka Wara Libermann: la artista y su obra
A propósito de la reciente muestra Homenaje a la vida que la artista presentó en el Espacio Simón I. Patiño, y a modo de difundir algunas fotografías de la misma, extraemos un breve fragmento del libro A vuelo de pájaro… en el que Querejazu desgrana las claves de la impronta artística de Libermann.
Pedro Querejazu Leytón
Intentando explicar el arte de Gilka Wara
Libermann, hay que decir que la esencia del arte ingenuo es, por un lado, la
espontaneidad en la representación, la representación atemporal y carente de
perspectiva, en el sentido de la perspectiva euclidiana.
Lo descrito aplica en lo formal al arte
realizado por Gilka Wara, pero al mismo tiempo implica contradicciones
inconciliables, específicamente en cuanto a la formación académica de la
artista y en cuanto al contenido de sus representaciones.
El arte de Gilka Wara corresponde a una
visión del mundo positiva, alegre, optimista y propositiva, pero no por eso
menos reflexiva, y sí, llena de contenidos, búsquedas, afirmaciones y
propuestas conformes a la visión adoptada.
Como ella misma afirma en un borrador de
autobiografía, el contacto estrecho con la naturaleza desde la infancia la
llevó a entenderla en un sentido esencial y, desde esa vivencia intensa y
constante, busca representar en pintura esa experiencia.
La visión es el resultado de una
percepción y de una adopción de argumentos afines a los suyos. Básicamente,
ella propone una mirada del mundo, de la realidad que nos rodea, desde lo
esencial, desde los dictados de las leyes del universo y la contemplación de la
naturaleza, mirada con la que ella es totalmente consecuente.
Su arte no es ingenuo en el estricto
sentido de la palabra, es más bien una propuesta de desnudarse cada quien de
sus propios códigos y mirar al mundo que desde la ingenuidad de la ensoñación
por la que son verosímiles y posibles. Sus pinturas son apologías del gozo de
la vida y la naturaleza, son un deleite del color y de la infinita posibilidad
de combinar formas, temas y colores al margen de su probabilidad real. Son
visiones de la realidad a través de la ingenuidad primigenia que cada ser humano
tiene dentro de sí.
La propia artista explica el sentido y
contenido de su obra en una poco conocida autobiografía:
“A mis tres
años conocí el mar y otros países, y me encantó el contacto con la naturaleza.
Todas estas experiencias de mi niñez crearon en mí una necesidad de pintar y
dibujar, así fuera un pequeño mundo como el de una hormiga, o cómo serían los
confines del universo”.
En otra parte de la misma autobiografía
dice:
“Mi pintura es
una puerta abierta a la naturaleza –viva- con personajes que existen y que
están también arrancados de un sueño. Personajes deslumbrantes, azorados, con
ojos abiertos mirando el mundo y al más allá. Sueñan con la naturaleza y todo
es paz y hay espacio para todos. Los animales salvajes se reproducen y el sol
ilumina por siempre y la luna arrulla para dar cabida a los sueño eternos,
donde hay comunión entre hadas, aves, vírgenes y dioses eternos que prodigan
amor”.
(…) La obra de Gilka Wara requiere de
quien la mira, tanto paciencia como interés y un espíritu abierto. Las obras
son tanto un conjunto único como una sumatoria de muchas partes que, a veces,
parecieran sumar más que el todo. Es preciso mirar el conjunto y luego
aproximarse y mirar cada uno de los detalles y partes que lo componen. Ahí es
cuando el mensaje y el contenido de cada obra se hace perceptible por el
espectador, que es seducido para entrar dentro de ella y formar parte de la
misma, como si fuera parte de una conciencia y una creación colectiva.
La
temática
La temática de las obras de Gilka Wara es
muy amplia y diversa. Se puede apreciar ciertos intereses manifestados en
repeticiones o variaciones sobre temas por los que la artista pareciera tener
preferencia. Sus temas oscilan entre remembranzas de experiencias personales de
la infancia o reelaboraciones de mundos absorbidos a través de la lectura, de
testimonios o de visiones de terceros, con la peculiaridad de que incorpora a
todos y cada uno de los espectadores por lo que estos encuentran en esas obras
pedazos de su propia vida y de muy caras vivencias. Ella se apropia de las
realidades y de las ficciones del imaginario colectivo y las devuelve digeridas
de tal modo que cada espectador las considera genuinamente personales. Sus
obras están llenas de delicada poesía, de aire festivo y de optimismo (...).
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