Un Cronopio y una boliviana. Historia de una correspondencia
Julio Cortázar, de puño y letra. Cuatro postales y dos cartas inéditas que el autor de El perseguidor envió a la paceña Rosario Santos. Una revelación de sus últimas horas, y algunas historias poco conocidas del maestro de la literatura universal, a pocas horas de la celebración de su centenario.
Martín Zelaya Sánchez
Tengo en mis manos cuatro tarjetas simples, comunes… cuatro
viejas postales como las que por miles de millones circulan -circularon sobre
todo antes de la tiranía de la web- por el mundo entero… y casi no aterrizo de asombro:
son cuatro postales que alguna vez tocó Julio Cortázar, las escribió a mano,
las firmó, y las envió con mucho cariño a su amiga boliviana.
En las páginas 273 y 274 del libro Cortázar de la A a la Z, un
álbum biográfico, se muestran fotografías (en anverso y reverso) de algunas
postales nunca antes publicadas que Julio Cortázar envió a Ricardo (¿familiar?,
¿amigo?).
No se consignan, no obstante, en el precioso libro publicado
en febrero de este año, las postales que el Cronopio envió a la paceña Rosario
Santos.
Hace algunos años, en otro medio escrito, me tocó revelar
algunas de las cartas que Julio (así firmaba, siempre a pluma aunque la carta hubiese
sido redactada a máquina) le envió a su “querida bolivianita”, y ahora, por
gentileza de la otrora destacada gestora cultural y directora de la revista Review de Nueva York, reproducimos el
texto de cuatro tarjetas postales que recibió de su dilecto amigo -“con quien
en una ocasión paseamos del brazo a orillas del Sena”, recuerda sonriendo- entre
1976 y 1979.
Es esta, creo, una manera de aportar, con un granito de
arena, aunque sea, a las conmemoraciones que por estos días proliferan en el
mundo entero debido a que el próximo 26 de agosto se cumple el centenario del
extraordinario autor argentino.
Recuerdos
Doña Rosario Santos volvió a recibirnos en su departamento
en Sopocachi, como aquel enero de 2009, y esta vez, con mayor confianza y
amabilidad, mostró su “archivo Cortázar” en el que guarda celosamente una
veintena de cartas, la mayoría a máquina aunque acentuadas y firmadas a mano;
una sola a pulso (ver imágenes) y las referidas cuatro postales.
Además, hay algunos afiches de presentaciones y lecturas -en
inglés todos- de la época en la que ella organizaba eventos para el Center of
Interamerican relations -hoy American Society- en la Gran Manzana, ocupación
que, entre 1970 y 1985, le permitió
codearse con muchos de los grandes autores del boom, pero sobre todo con
artistas plásticos latinoamericanos.
“Julio era un ser humano muy cálido, abierto a conversar con
amigos y con la gente que lo saludaba…porque siempre tenía mucha curiosidad por
conocer a gente nueva”, recuerda Rosario, mientras revisa las postales.
“Luego de conocerme, y de que trabamos amistad, tenía muchas
ganas de conocer Bolivia, decía que conocía a muy pocos bolivianos…
lastimosamente nunca pudo llegar”.
En una carta fechada el 27 de octubre del 76 en Nairobi (que
ya fue publicada en la referida nota de 2009) Julio le dice a Rosario:
“¿Y ves que tu carta llegó a Nairobi? Eso sí, después de
extraños itinerarios… Espero que al inspector que abrió el sobre le haya gustado
la preciosa foto a orillas del Sena, y haya podido admirar lo bien que se te ve
tan chiquita a mi lado, y con el fondo del Sena y del Louvre en la otra
orilla”.
Casi como si hiciera referencia a ese paseo de la mano de su
amiga boliviana, En Cortázar de la A a la
Z, se reproduce una entrevista grabada en la que el Cronopio dice: “Caminar
por París –y por eso califico a París como ‘ciudad mítica’- significa avanzar
hacia mí”.
Sin más preámbulos, vámonos con las postales inéditas:
31/3/6
Querida Rosario, gracias por tu mensaje tan cariñoso. Me tranquilizas y me das una gran alegría, porque sé que ya nos veremos aquí o allá, siempre. No te escribo una carta porque ya salgo para Costa Rica y Cuba. Te enviaré noticias apenas pueda. Tengo aquí excelentes referencias de la novela de Skármeta, pero no puedo escribir largo sobre eso. A mi vuelta si quieres. Hasta siempre, con todo cariño.
Querida Rosario, gracias por tu mensaje tan cariñoso. Me tranquilizas y me das una gran alegría, porque sé que ya nos veremos aquí o allá, siempre. No te escribo una carta porque ya salgo para Costa Rica y Cuba. Te enviaré noticias apenas pueda. Tengo aquí excelentes referencias de la novela de Skármeta, pero no puedo escribir largo sobre eso. A mi vuelta si quieres. Hasta siempre, con todo cariño.
Julio
* Postal aparentemente enviada desde Palermo, Italia y que
muestra en reverso una escena de un cuadro de la Entrada de Jesús en Jerusalén, de la Capilla Palatina.
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25/9/78
Mi querida Rosario, recibí tu postal de España. Yo también
anduve por allá (solamente Barcelona, siempre bella y animada). Te imagino de
regreso a Nueva York. Yo cancelé mi viaje a California porque las condiciones
de trabajo no eran buenas. Me quedaré en París hasta diciembre y después ya se
verá. He pasado un año muy duro pero estoy ya del otro lado y soy feliz con
Carol, que me trajo paz y cariño. Dos cosas que también te deseo, junto con el
afecto de siempre de
Julio
* Postal que en el reverso muestra una imagen de La anunciación, del Altar de Avia del
Museo de Arte de Cataluña, Barcelona.
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5/2/79
Querida bolivianita:
¿No te llegó mi carta? La mandé a tu casa. Tal vez se cruzó
con la tuya, pero por las dudas te repito que aceptaba la publicación del texto
sobre mí. Y ahora te digo que también acepto que publiques mis líneas sobre
Luisa. Me dará un gran placer, puedes estar segura.
Besos,
Julio
* Postal con la imagen de La Virgen María y el Niño Jesús (Sano di Pietro, 1300) del oratorio
de San Bernardino en Siena, Italia.
S/F (75)
Querida Rosario: Se me ocurre que una bicicleta y una ….
(ilegible) como éstas te quedarían muy bien para tus paseos por Central Park.
Si te decides, puedo enviarte los modelos adecuados. ¿Estás
bien, entras con buen pie en el 75? Yo tengo la gripe pero no es nada grave. Me
hubiera gustado (¿?) para las fiestas en New York, lo que es mi manera de
decirte otra cosa que comprenderás.
Besos,
Julio
* Postal que muestra el cuadro Nos elegantes bicyclettes, en el que, claro, se ve a una joven
montando una bicicleta.
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Apoyo 1
Más cartas
desconocidas
En 2009 Rosario Santos me envió fragmentos de algunas cartas
de Julio Cortázar, confesando que se reservaba el derecho de compartir otras de
tono personal y privado.
De todas maneras, sin atentar contra la intimidad de los
amigos (de Julio y su “querida bolivianita”) accedí ahora a un par más de
misivas que no se hicieron públicas en febrero de ese año.
Además, para quienes deseen leer la nota publicada el 15 de
febrero de 2009 en el suplemento Fondo Negro, entonces a mi cargo, la
publicamos completa en el blog de LetraSiete, (letrasietebolivia.blogspot.com) junto con imágenes y escaneos.
Van entonces las dos cartas inéditas:
Berkeley, 20 de noviembre de 1980
Querida Rosario:
Te agradezco mucho tu llamada del otro día, y a la vez
lamento no haber podido ser más explícito y poder charlar un rato largo
contigo, porque me pasaron tu llamada a la oficina donde yo estaba reunido con
algunos estudiantes para discutir cuestiones sobre sus “papers”. De todos modos
creo que pudimos verificar los dos que estábamos muy bien, por lo menos en tu
caso te sentí en pena forma y me alegré mucho.
Mañana nos vamos del país a bordo de un barco sueco, como
creo que ya te deje, es un viaje de 20 días que me permitirá descansar de estas
fatigas universitarias que han sido bastante intensas. Lo he pasado muy bien, y
tuve un diálogo excelente con mis estudiantes; desde luego que la literatura
solo fue una parte de ese diálogo, porque el interés por los problemas
latinoamericanos era muy grande entre los asistentes, y por mi parte cada día
creo más que mi deber es dar toda la información posible sobre los que se
ignora o se quiere ignorar en este país (y en tantos otros, por cierto). En
suma, que ha sido un trabajo duro pero lleno de satisfacciones. (…)
Qué tontería que hayamos estado al mismo tiempo en Zihuatanejo
y no nos hayamos encontrado. Me parece increíble porque Carol y yo vivíamos en
uno de los bungalows de “Las Urracas”, al borde de la playa, y tanto ella como
su hijo y yo nos pasábamos largas horas en el agua o tomando sol en la arena.
Muchos latinoamericanos me reconocieron (aunque por cierto, fueron discretos y
no invadieron nuestra tranquilidad) y me resulta difícil imaginar que hayamos
podido estar tan cerca sin vernos.
Te hice enviar un ejemplar de mi libro de cuentos, espero
que lo hayas recibido, aunque con el correo mexicano ya se sabe… En todo caso,
dime si no recibes nada, y te mando un ejemplar desde París; estaremos allí a
mediados de diciembre.
Julio
--
París, 5 de enero de 1982
Querida Rosario:
Muchas gracias por tus líneas (fechadas el 7 de noviembre,
pero que solo recibo ahora) y por el simpático cheque azul. Estos pequeños
cheques que uno no espera en absoluto, son siempre muy agradables de recibir
sobre todo a comienzo de año, pues tienen algo de mensaje favorable.
Pude haberte escrito antes, ya no sé cuándo lo hice por
última vez, pero estuve muy enfermo el verano pasado y todavía tengo que
cuidarme bastante. Te lo digo para explicarte por qué no he ido a Puerto Rico
como estaba prometido, ya que los médicos me prohibieron salir de París y solo
dentro de un par de meses, espero, tendré carta blanca para reanudar algunos
viajes. Me dolió mucho no ir a Puerto Rico (estoy en deuda con ellos desde hace
muchos años) pero espero arreglar alguna cosa para el otoño próximo.
Como puedes ver, estoy lejos de poder visitar Nueva York
hasta un futuro poco preciso. Entre tanto, espero que tu trabajo siga muy bien,
que te diviertas lo más posible con él, que es la única cosa que justifica el
trabajo en este mundo. Yo he vuelto a escribir un poco después de ese verano
tan duro, Y creo que hacia agosto o septiembre saldrá una antología de poemas
con textos en prosa y otras cronopiadas. Me divierto haciéndolo, y a la vez soy
más severo que nunca.
Gracias otra vez por tus líneas, y un abrazo cariñoso de tu
siempre amigo.
Julio
--
Apoyo 2
De un Julio a otro
Julio
Si ponen en el Google “Julio Cortázar Julio Silva”,
encontrarán miles de referencias a la entrañable amista del autor de Rayuela con el destacado artista
plástico franco argentino que, además de ser su confidente y cómplice de
proyectos y sueños, le ayudó a concebir-diseñar La vuelta al día en ochenta mundos y Último round.
Pero no hay en ningún portal referencia de la muy emotiva
carta -que abajo transcribimos- en la que Silva le comenta a Rosario Santos
sobre los últimos días de Cortázar.
Tampoco hay la imagen de los julios que acompaña esta nota, aunque sí otras
tomadas en la misma secuencia. ¿Cómo obtuvo esta instantánea doña Charo?
Sábado 18 -f- 84
Querida Rosario, esta mañana recibí tu carta que mi corazón
sabía que estaba volando para aquí, te contaré todo cuando se irá calmando el
recuerdo, triste mortaja el recuerdo. Su primera esposa Aurora Bernárdez lo
asistió hasta su partida, los amigos, Tomasillo, Saul, …(ilegible) y yo lo
veíamos por turnos para no cansarlos. Estaba lleno de proyectos, pero…
Yo salgo con la flia para Marruecos una semana, vuelvo el
domingo 26 f, te escribiré largo, largo… Te abrazo tanto, tu amigo Julio
(Silva).
Hola Sr. Martín Zelaya. Estoy investigando la estancia de Julio Cortázar en una de las playas del pacífico mexicano. Mi intención es contactar a la señora Rosario Santos ya que ella -leyendo sus cartas- también veraneó por las playas de México. Le dejo mi correo para ahondar en mas detalles cristianambario@hotmail.com
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