jueves, 28 de agosto de 2014

Desde la butaca

El cumpleaños de Líber

Homenaje al célebre dramaturgo y gestor cultural argentino boliviano.


Lupe Cajías

El pasado 19 de agosto, el libertario Líber Forty cumplió 95 años que festejó en su hogar cochabambino tomando mate con artistas, dramaturgos, gestores culturales, periodistas y amigos que durante décadas gozaron su palabra lúcida y plácida.
Aunque él rechaza los homenajes, las alabanzas y mis artículos sobre su trayectoria- y por ello me excuso de inicio-, es una esperanza colectiva recordar que aún existen seres humanos que han vivido casi un siglo con los mismos ideales de los años mozos, el amor por la cultura como instrumento de liberación, y con iniciativas para promover la ternura entre la humanidad.

De Tupiza a San Pedro
Líber es hijo de un militante ítalo argentino anarquista que, como muchos otros, tuvo que escapar de Argentina, perseguido por sus actividades sindicales. La madre era una luchadora ama de casa. Tenían una librería, uno de los oficios más preciados por los anarquistas (gráficos, libreros, imprenteros, bibliotecarios) porque el contacto con las letras impresas fomenta el conocimiento y la difusión de las ideas revolucionarias.
Para Tomás, como para su hijo, facilitar la circulación de libros, folletos, panfletos, era parte central de una opción de vida que une la estética del arte con la ética de la opción por los desterrados.
Líber aprendió a leer y escribir en su tierra de adopción, Tupiza, localidad que desde el siglo XIX se distinguió como centro cultural con la publicación de novelas, poemas, investigaciones y ensayos históricos, biografías y obras de teatro.
El recuerdo de esas primeras letras lo acompañó siempre, mientras luchaba en otros países o vivía como “croto”- aquellos mendigos que no piden limosna y hacen de la contemplación el mayor ejercicio de la libertad-, similar a los sufies.
Al retornar a su pequeña patria encontró en la estación de Sud Chichas el aviso del Club The Strongest para la presentación de una obra de teatro. La complicidad con otro ácrata, Alipio Medinaceli, floreció en la etapa más dulce de la vida de Líber, la fundación del elenco teatral Nuevos Horizontes.
Después, Líber vivió en la zona de San Pedro en La Paz fomentando veladas literarias radiales con otros compañeros y ahí conoció a jóvenes inquietas por la poesía como Chela Pando y Beatriz de la Vega. Empezó su trabajo de gestar espacios culturales en los sindicatos urbanos y rurales, que recién comenzaban a organizarse en el país, a fines de los años 40.

Asesor cultural de la COB
Hace algunas semanas decía el Presidente uruguayo, José Mujica, en Santa Cruz que la principal tarea del revolucionario es no caer en la misma mentalidad de acumulación y derroche del capitalista -así se tengan muchos ingresos económicos-, y más bien cambiar el mercantilismo por una visión humanista y respetuosa por la naturaleza. Con su vida cotidiana, aún dentro del poder, Mujica muestra que es posible ser austero y sencillo.
Líber fomentó entre los proletarios la importancia de unir a la lucha por mejores salarios con la lucha personal por ser libre de ataduras materiales, abiertos al saber y al arte, esencia que distingue al ser humano de otros mamíferos.
Él siempre decía que los dirigentes que llegaron al combate desde la poesía o desde el teatro eran menos susceptibles al clientelismo, a la corrupción, a la ambición.
Encontró campo propicio entre los mineros, entonces obreros ilustrados que daban horas libres a la lectura colectiva de autores rusos como Máximo Gorki, y otros escritores sociales y vanguardistas. Con Nuevos Horizontes recorrió los campamentos desde Catavi a Villamontes y comprobó que el público de escasos recursos económicos entendía perfectamente complejos temas como los expuestos en Un tranvía llamado deseo.
Con su impulso, la Federación de Trabajadores Mineros de Bolivia, convocó en
1963 y hasta los años de la represión militar, a congresos culturales, donde aquellos rudos y belicosos obreros pedían clases de ajedrez, mejores películas en los cines de sus localidades, programas culturales para su red de emisoras…
Ningún otro movimiento sindical tuvo esas características en América Latina y quizá en ninguna otra parte del mundo. Juan Lechín y Víctor López apoyaron siempre esas iniciativas gloriosas de la época de oro del proletariado boliviano.
Durante décadas, Líber fue además Asesor Cultural de la Central Obrera Boliviana (COB) y redactó muchos de sus manifiestos y comunicados, en los que es posible encontrar su huella porque junto a la protesta no deja de mencionar la necesidad del abrazo fraterno.

Incansable gestor
Después de la crisis de los años 80, Líber estuvo en diferentes países del mundo. Retornó a sitios que lo habían acogido en las épocas de exilio como Tacna en Perú o París en Francia.
También visitó su natal Córdoba, donde aún viven su hermana y otros familiares. Volvió a Bolivia y volvió a Tupiza y finalmente estableció su vivienda (un dormitorio y muchos libros) en Cochabamba.
A lo largo de estos lustros no dejó de publicar la revista Teatro y de proyectar diferentes espacios para la cultura. Son generaciones y generaciones de artistas que lo han buscado para encontrar su consejo, su apoyo. Aunque él identificó al Teatro de los Andes como su heredero, siempre respaldó a decenas de jóvenes dramaturgos.
           
El amor libre
Como seguidor de ácrata español-paraguayo Rafael Barret, siempre difundió la idea del amor libre, no en su sentido de libertinaje o falta de compromiso, sino en el profundo significado de que el amor, si es amor de verdad, solamente puede ser libre.
Durante buena parte de su vida, fue su compañera la radialista Ana Santiago. Viudo, se unió a Nuria, editora española. Ahora, nonagenario enamorado, comparte sus tardes con Gisela Derpic, exprefecta de Potosí y alma sensible que alivia estos años de vejez.

La fea nota
Lastimosamente, pese a todos los homenajes de Tupiza a Forty, por algún proyecto materialista, el municipio destruyó la famosa casa de la calle Bolívar, donde funcionó Nuevos Horizontes y la sala de espectáculos, que estrenó la más moderna escenografía de artes escénicas en Bolivia.

El consuelo es que el ministro de Culturas, Pablo Groux, anunció a los residentes tupiceños en La Paz que el Estado reparará de alguna forma ese estropicio.

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