El cuento boliviano, en bandeja de oro
Acerca de Los mejores cuentos de Bolivia, una destacable investigación de César Verduguez.
Martín Zelaya Sánchez
Es muy común la afirmación de que Bolivia es un país de
poetas, en el que se escribe más cuento y se lee/consume más novela.
No parece difícil confirmar que, como en casi todo el mundo,
la novela es el género más apetecido por editores, libreros y lectores; y
tampoco suena polémico afirmar que algunos de los más reconocidos escritores
bolivianos de la historia fueron y son poetas: Ricardo Jaimes Freyre, Franz
Tamayo, Jaime Saenz y Eduardo Mitre, por sólo mencionar a algunos.
Ahora bien, ¿es el cuento más recurrente que la novela o la
poesía, quitando al ensayo: político, histórico, social, antropológico que, a
todas luces sale ganando? Hay elementos que llevan a, por lo menos arriesgar,
que sí, que en Bolivia se escribe más cuento que novela y poesía, lo que, valga
reiterarlo, no implica que se publique más.
Estos elementos son: la cantidad de participantes promedio
en el Premio Franz Tamayo, que en los últimos 10 años estuvo por encima de los
70 por año, por ejemplo, los datos emanados del trabajo Literatura y democracia, elaborado por un equipo de la carrera de
literatura encabezado por Omar Rocha y Cleverth Cárdenas, pero el dato más
contundente viene de una investigación del escritor César Verduguez.
En el último fin de semana de la Feria del Libro de La Paz,
el autor presentó Los mejores cuentos de
Bolivia, un complejo trabajo de recopilación, una antología de antologías
en la que, tras consultar nada menos que 193 fuentes, logró armar una especie
de canon del cuento boliviano… pero no a su gusto o capricho, como ocurre con
la mayoría de las antologías, sino con un sistema netamente objetivo:
contabilizar las apariciones en estudios y compilaciones, impresas y virtuales,
nacionales y del exterior.
Los resultados: 1) algo que ya es casi unánime: El pozo de Augusto Céspedes, si no es el
mejor cuento escrito por un boliviano, al menos sí, indiscutiblemente, es el
más conocido, valorado y citado (24 menciones).
2) Detrás, en el “top 10”, aparecen Quilco en la raya del horizonte, de Porfirio Díaz Machicao (19
menciones); La Miskysimi, de Adolfo
Costa du Rels (15); La emboscada, de
Adolfo Cáceres Romero (14); El cañón de
punta grande, de Néstor Taboada Terán (12); Don Quijote en la ciudad de La Paz, de Francisco Bedregal (11); El gallo cochinchino, de Man Césped
(11); En las montañas, de Ricardo
Jaimes Freyre (11); Tempestad en la
cordillera, de Wálter Guevara (11) y Hay
un grito en tu silencio, de César Verduguez (11).
Los mejores cuentos de
Bolivia. Antología de antologías II. (Kipus, 2014), es un trabajo de
indudable valía, que viene a completar otras dos publicaciones anteriores del
autor: Antología de antologías y Los 10 mejores cuentos de Bolivia.
Y 3) Como siempre, quedan algunas interrogantes: ¿será que a
mayor mención, mejor calidad? ¿Es decir, mientras más se repite una obra, es
mejor? ¿Y qué de los relatos que no tuvieron la suerte de ingresar a
compilaciones? ¿No será que algunos autores y sus piezas se sobrevaloran debido
a que, por asuntos de distribución, promoción y hasta casualidad, estuvieron
más al alcance que otros, a la hora de entrar en antologías? ¿Por qué Oscar
Cerruto no figura antes, y solo aparece en el pues 12 con su cuento El círculo, cuando la mayoría de
escritores y académicos consideran a su libro Cerco de penumbras como un referente clave de la literatura
nacional? ¿Y qué de autores como Maximiliano Barrientos, Rodrigo Hasbún o
Liliana Colanzi, cuyas obras circulan regularmente y hace ya varios años en
numerosos blogs, revistas y portales literarios de América Latina y España?
Verduguez explica algunos puntos de este su destacado
proyecto.
- ¿Cómo fue el
proceso de elaboración de esta antología?
- Toda antología tiene un proceso largo: buscar, leer,
escoger de acuerdo a las preferencias literarias o la temática o los periodos
impuestos. En el caso de este libro, he trabajado durante varios años, primero para
reunir 115 obras de referencia entre selecciones de cuentos, estudios y páginas
web, no sólo del país sino también del exterior, en español y en otras lenguas.
Así armé la primera edición. Y para esta edición las obras de consulta llegaron
a 193.
- ¿Cómo se puede
afirmar que están los mejores cuentos… qué parámetros empleó para la selección
y organización del libro?
- Los parámetros son simples, el cuento debe estar presente
en seis o más selecciones de diferentes antologadores, o en su defecto, su
autor debe tener 13 o más presencias en las fuentes consultadas.
El hecho de que cada cuento haya sido escogido para integrar
numerosas antologías es una muestra inobjetable de su calidad, y a ellos se
suma el que haya merecido ser traducido a varios idiomas.
El libro se organizó, de manera descendente, según el número
de apariciones de cada cuento en el conjunto de las 193 obras consultadas.
- ¿Cuáles son las
características comunes del cuento boliviano, si es que las hay, y por
consiguiente, hay un perfil tipo del cuentista boliviano?
- El cuento boliviano, conforme el paso del tiempo, ha tenido
diversas características. De toda literatura se descuelga una variedad de temas
que priman en su desarrollo, según las circunstancias geográficas, históricas que
marcan la etapa de su creación.
En Bolivia podemos distinguir motivaciones temáticas que se
mantuvieron por décadas: una, enfocada a los indios, a los cholos, a los
mineros y los grandes acontecimientos político-sociales.
Pero ya desde hace algunos años todo ha cambiado, y ahora
las vivencias muy personales, muy íntimas, lo que se llega a reconocer como el
imaginario urbano, son las que caracterizan al cuento que se hace en el país.
Así, el perfil del cuentista nacional es variado. Como el
cuento ya no tiene límites o hitos, tanto en estructura como en temática, tiene
sus fronteras abiertas Los escritores no
se circunscriben a nada y actúan en total libertad; lo único que interesa es la
calidad de la narrativa.
- ¿Qué autores
destaca por encima de otros y por qué?
- Los tres primeros de la clasificación: Augusto Céspedes,
Porfirio Díaz Machicao y Adolfo Costa du Rels, y también Adolfo Cáceres Romero,
Néstor Taboada Terán y Oscar Cerruto, porque sus escritos muestran una calidad
sobresaliente tanto en el desarrollo de los argumentos, como en la buena representación
de los temas, y el buen uso del lenguaje.
- ¿Y de las nuevas
generaciones?
- Los jóvenes están alcanzando niveles literarios muy
elevados y muchos figuran en espacios internacionales con amplio reconocimiento.
Los más sobresalientes son Edmundo Paz Soldán y Giovanna Rivero. Es importante
mencionar que hay una eclosión formidable de escritores jóvenes, entre hombres
y mujeres, que en un futuro cercano, estoy seguro, llevarán a la literatura
boliviana a sus mayores cumbres.
¿Algo más? Sí. Este valioso libro -una indudable fuente de
referencia- consigna un total de 47 cuentos de autores de diversa época,
estilo, tradición, como Fernando Diez de Medina, Adela Zamudio, Marcela
Gutiérrez u Oscar Soria.
Hay “joyas” recuperadas, inhallables en su edición original,
o tan siquiera en otras antologías o reimpresiones, como El occiso, de María Virginia Estenssoro.
Tiene fichas bio-biliográficas de los autores antologados y
un pequeño estudio introductorio en el que se especifica, caso por caso, los
méritos que hizo cada cuento para ser tomado en cuenta; por ejemplo: el ganador
indiscutible, El pozo, tiene 24
menciones entre las 193 fuentes consultadas; su autor, Augusto Céspedes, tiene
un total de 42 menciones; su nombre y/o sus obras aparecen en 28 textos en inglés,
45 en alemán y 93 en noruego.
Un libro altamente recomendable, más allá de que, como
advierte el autor, seguramente no son todos los que están, ni están todos los
que son.
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