jueves, 6 de marzo de 2014

Vadik Barrón: dos libros, un disco, un doble retorno




Fotografía: Carlos Fiengo

Se considera ante todo un cantautor (un “songwriter”), y lo evidente es que su principal herramienta es la palabra, pues este mes publicará su cuarto y su quinto libro.









Martín Zelaya Sánchez

“Un elefante se columpiaba sobre la tela de una araña cuando vio pasar sobre su cabeza un objeto volador no identificado. ‘Es una gran fortuna que yo no sea un drogadicto, si no, nadie me creería cuando lo cuente’, pensó para sí y continuó balanceándose irreflexivamente, mientras los escritores de canciones para niños tomaban nota”. Este es Elefante, uno de los textos breves del libro Minoría absoluta de Vadik Barrón.
“Dónde termina el amor, / donde empieza el sufrimiento,/ tengo un problema doctor, / digo siempre la verdad / pero parece que miento…”, canta en Hotel Pacheco tema de su álbum Efectos personales que está en plena etapa de grabación y será presentado este mes en La Paz.
Este songwriter orureño está convencido de que “es lo que hace”, y así las cosas, valga decir antes que nada, que es una persona con un descollante humor; pero no sólo humor entendido como la capacidad de sonreírle a la vida o reírse ante todo de sí mismo y de lo que le pasa, sino sobre todo porque hay pocos como él para interpretar la cotidianidad con tanto tino y pertinencia. Es lo que queda al escuchar sus canciones y leer sus textos. Ojalá todos estuviésemos siempre de ese humor.
Es conocido sobre todo como cantautor –tiene ya seis discos a cuestas en casi dos décadas de trayectoria-, pero también es un poeta de prometedora perspectiva: editó muy joven Cuaderno Rojo, luego el artesanal iPoem, y ganó una mención del Premio Nacional de Poesía “Yolanda Bedregal” con Rocanrol y canciones del futuro. Y ahora está cerca de estrenarse en la narrativa.
“Lastimosamente en Bolivia todavía no hay la infraestructura y las industrias culturales que permitan a los artistas vivir de lo que hacen, y eso termina desalentando y agotando”, cuenta en esta entrevista. Y de ahí se entiende la decisión que tomó hace un par de años de irse a vivir a Alemania.
Pese a esta realidad, el autor nunca dudó de su regreso, aunque el definitivo queda aún muy adelante. Pero qué mejor que este primer retorno para presentar dos libros: Minoría absoluta y Espejos sonoros (Editorial 3.600) y un disco: Efectos personales.
De todo esto y alguito más habla Vadik en el inicio de este mes de ajetreada agenda, pues culminará con otro retorno -tampoco definitivo- a aquél puerto temporal teutón.
“No sé cuánto tiempo más estaré fuera de Bolivia, pero me gustaría volver y aportar para que nuestro y arte y cultura sean más fuertes, inclusivos e independientes”, advierte.

- ¿Eres un cantautor que también escribe prosa y poemas… o prefieres no hacer esta distinción, y decir, digamos, que simplemente escribes… haces arte? ¿Qué puedes reflexionar al respecto?
- Al final a uno le define lo que hace, ¿no? En ese sentido me gusta la palabra en idioma inglés que más o menos corresponde a cantautor, songwriter: escritor de canciones. Creo que de eso se trata mi trabajo, de escribir. Lo primero que empecé a escribir de una manera espontánea y catártica fue poesía, y continúa siendo un lenguaje que me apasiona por su libertad, por las posibilidades que ofrece.
Lo de escribir prosa es algo más reciente e intermitente y en el caso del libro que ahora publicaré, Minoría absoluta, son textos en un primer momento dispersos que fui acopiando y dando forma.
Los textos para ser cantados tienen otra ascendencia, se ajustan a una melodía, a una métrica, a un acento, a una estructura musical, a un sonido. Pero a veces la sonoridad de las palabras también sugiere música, independientemente de su función o significado y ese es un recurso que te permite crear canciones.
Para mí, la canción es un organismo, un ser vivo, una unidad donde conviven ambos mundos. Y la idea de “pieza musical” explotada, pero jamás agotada, en la música popular, es fascinante porque puedes comenzar de cero. Son dos o tres minutos en los que creas un mundo, una atmósfera, reflexionas, cuentas una historia, lloras, ríes, jodes o lo que sea y luego a otra cosa. No me voy a cansar nunca de buscarlas en el aire.
Mi tiempo colectivo y público tiene más que ver con la música, con ensayar, grabar y tocar en vivo. Pero el de entrecasa suele tener más que ver con la escritura solitaria de poemas, de canciones, de prosas, de artículos, según.

- Describe brevemente tu libro de prosa, y a partir de ello cuéntanos ¿qué buscas con estos textos, qué te motivó a crearlos, de qué autores, libros hallas influencias?
- Es un libro de prosas en general breves y heterogéneas, que tiene como punto de partida la escritura espontánea y lúdica. Se puede rastrear su ascendencia en mis lecturas de las minificciones de Henri Michaux y André Gide, de los Divertimentos de Eliseo Diego, de las Historias de Famas y Cronopios de Cortázar, o del Bestiario de Juan José Arreola, o de las crónicas de Alejandro Dolina; del absurdo y la patafísica.
Algunos textos son cuentos breves y otros llanamente ejercicios de humor espontáneo, varios de ellos rescatados de mi blog.
Yo admiro mucho el humor, la literatura fragmentaria, la capacidad de trastocar la funcionalidad o intención, esto es la seriedad o solemnidad, que supuestamente debería tener todo escrito, en favor de construcciones a veces incompletas o sorpresivas, pero sugerentes, divertidas, lúdicas, y por qué no, chistosas.

- Y ahora describe tu poemario y  a partir de ello, ¿cómo conceptúas la poesía en cuanto a estilo (rima, ritmo, métrica)?, y ¿cómo diferencias (si lo haces) tus poemas de tus canciones?
- Creo que mi poesía ha atravesado algunos procesos pero, como en mi música, estos no anulan etapas anteriores sino que van incorporando diferentes formas de lenguaje y combinándolas.
En el caso de los Espejos sonoros, que es un libro que comencé hace varios años y lo terminé en Berlín, me propuse abordar la experiencia del sonido, no sólo de la música, sino también de la palabra, del ritmo, siempre introduciendo un componente lúdico. Creo que el proceso de escritura es fascinante y el eventual rigor editorial no debe amenguar la diversión, por lo menos para quien escribe.
El libro tiene tres partes: la primera, la más extensa, es de verso libre y con un lenguaje coloquial, directo, urbano; ausculta la experiencia personal con el sonido, pero también con las imágenes de un mundo que genera ruido, distancia (que es una forma del silencio) y música organizada.
De alguna manera intuyo que los espejos no sólo te devuelven una imagen sino que también, sobre todo en este tiempo, producen sonido, voces, música.
La segunda parte son dos conjuntos de haikus, uno ya fue publicado como contenido interactivo en el disco Minimalia de 2008 y el otro fue escrito en Berlín en 2013.
Me interesa el haiku porque es una poesía del espacio, del aire, del silencio, del intersticio, y al mismo tiempo con reglas precisas en su elaboración, pero estos no son haikus del todo ortodoxos, sino que tratan temas urbanos, admiten neologismos y licencias formales.
La tercera parte del libro tiene escritos de verso métrico, sobre todo décimas, que tocan temas de mi infancia, de Oruro, del fútbol, de un imaginario en todo caso nostálgico, que es parte de la idea del espejo como reflejo, pero también como reflexión, como compendio de uno mismo.
Por supuesto, reunir todos esos poemas en un libro no fue algo premeditado sino que lo fui descubriendo en el camino, hasta que di por terminado el libro y luego se dio la posibilidad de publicarlo.

- Y claro, describe ahora tu próximo CD Efectos personales
- Me ha tocado viajar mucho los últimos años. Y las ciudades, las fronteras, los paisajes, la traslación misma provocan canciones. Efectos personales tendrá 12 canciones de mi autoría escritas en distintas ciudades en los últimos tres años.
Hay alguna escrita en Berlín, otra en Madrid, otra en Porto Seguro o Río de Janeiro en Brasil, y otras acá en La Paz, en El Alto, en Sucre; y además las canciones evocan lugares, hablan de viajes, del paso del tiempo, del equipaje: lo que llevas contigo adonde vayas, no sólo los objetos, sino la experiencia, los afectos, las música, las postales, las propias ciudades comprimidas dentro de una maleta.
En los varios viajes y giras de los últimos años, la misma estadía en Europa, me di cuenta que lo único que realmente es mío y llevo conmigo siempre son mis canciones, ellas son mis efectos personales.
Musicalmente el disco sigue la onda ecléctica de mis álbumes previos, con elementos del rock, del pop, de la música tradicional boliviana y latinoamericana y esta vez va a tener un toque jazz. Voy a lanzarlo en marzo, antes de volver a Alemania.

- Al respecto, resulta ineludible preguntarte sobre tu temporada en Europa. Cuéntanos brevemente sobre tu actividad artística allá, y cómo puedes relacionar-comparar ese panorama con las posibilidades que se dan en nuestro medio.
- La estadía en Alemania ha sido muy intensa y de mucho aprendizaje. Ha sido un reto confrontar mi música, mis canciones escritas en español, con el público europeo, especialmente alemán que ha respondido muy bien.
Berlín es una ciudad fascinante, con muchísima vida cultural y artística, como consumidor de cultura a veces te sientes abrumado por todo lo que hay pero como productor te estimula y te impulsa a buscar tu lugar.
Poco a poco fui ingresando en el circuito de cantautores, que en Berlín es muy internacional e itinerante, y tiene un alto nivel, y en el de la música latinoamericana, que va desde la salsa hasta la canción política.
A partir de julio de 2012 prácticamente di conciertos todas las semanas y en las dos giras que hice por España, tocaba casi todos los días. Es una manera muy especial de conocer lugares porque tienes otra perspectiva, compartes con artistas locales, ves la ciudad detrás del turismo.
He tocado en varias ciudades de España, en Dinamarca, Suecia, Suiza y varias ciudades alemanas. Este año, a mi vuelta, el plan es tocar también en Portugal, Francia y Holanda, cosa que ya estoy gestionando.
En Bolivia creo que vienen pasando cosas muy interesantes. Yo estoy convencido de que producimos arte de excelencia y que lo que nos falta es creérnoslo. Lastimosamente todavía no hay la infraestructura y las industrias culturales que permitan a los artistas vivir de lo que hacen y eso termina desalentando y agotando a las propuestas nuevas, que muchas veces no ven futuro y tiene que decidir entre vivir de otra cosa y hacer arte como hobby o condicionar su obra al público.
--

 Hoja de vida

Vida. Vadik Barrón nació en Moscú, Rusia, en 1976. Se trasladó a Oruro donde se inició en el arte formando parte de varios colectivos artísticos. En 1999 se radica en La Paz. Como músico integró la banda de rock Aisha, con la que registró el single (Pueblo del Viento (2000) y posteriormente fundó Camaleón, con quienes grabó Camaleon (2003), Origami (2005) y Veneno (2008).

Trayectoria. En 2007 lanza su carrera musical solista con el álbum Astronauta, en 2008 editó Minimalia, en 2009 Los diarios y en 2012 estrenó el álbum Ovni. Todos los discos abarcan distintos estilos musicales dentro de la música popular contemporánea, tales como el pop, el rock, el jazz, la canción de autor y el folklore -boliviano y latinoamericano. Ha publicado los libros de poemas Cuaderno Rojo (2002), iPoem (2008) y Rocanrol y canciones del futuro.

Experiencia. Desde 2012 reside en Berlín, Alemania, donde se presenta en vivo en teatros, festivales, cafés y otros espacios culturales. Recientemente ha tocado en Suecia, Dinamarca, Suiza y España. En 2012 lanzó los CD compilatorios Inventario 2007-2012 y Frag men ta do.

--

Poemas para reconstruir la ciudad

Claudia Pardo

El poemario Espejos sonoros evoca una serie de imágenes vinculadas a la ciudad, al entorno de un yo que percibe el mundo desde la asociación de lo que ve con lo que oye, dotándole de sentido al espacio desde una percepción complejizada y particular.
Esa percepción que complejiza se relaciona con la palabra, ya que ésta construye momentos fugaces, fragmentarios, ambiguos, los mismos que de alguna manera se vinculan con el ritmo de la ciudad.
Lo problemático es que ese ritmo se conecta al mismo tiempo con la música, una música que igual se plantea desde la fragmentación. Así se establece la relación de los epígrafes con los poemas, por ejemplo.
De tal modo que, un elemento que se destaca en el estilo de Vadik es la construcción del ritmo del poema, que funciona bajo un código y un imaginario del post modernismo, de la urbe.
Considero que la particularidad de Espejos Sonoros reside precisamente en la búsqueda que establece: el recorrido y la reconstrucción de la ciudad como un espacio abigarrado, donde confluyen imágenes sonoras, imágenes textuales, imágenes aparentes.
Finalmente, creo que estamos frente a un autor que se articula con una preocupación generacional que tiene que ver con la comprensión de un espacio complejo que es la ciudad, pero que utiliza recursos y estrategias muy particulares.
--

El sello propio del Vadik

Willy Camacho

Canciones, poesía y ahora prosa. En todos hay algo común, el lenguaje y el particular tratamiento de los temas, con bastante picante, por llamarlo de alguna manera; sería la llajua “vadikiana”, porque desde el primer texto de Minoría absoluta que leí ya reconocí la voz del poeta y el cantautor.
Es que él tiene, o comienza a tener, un sello propio en su forma de expresión como artista, que combina la reflexión y el humor con dosis exactas de modo que ni te puedes tomar muy en serio lo que dice, ni te lo puedes tomar en joda.
Así, a veces parece criticar algunos defectos de la postmodernidad, como la falta de comunicación, pero a vuelta de página también reconoce las ventajas de los avances tecnológicos. Es, como el mismo Vadik declara, un afán de despojar de pretensiones a sus textos, y así, me parece, ceder más posibilidades de sentido, de coautoría, al lector.  Para muestra, un par de ejemplos:


[redondez]

Nos agrada decir que la Tierra es un globo, que formamos círculos de poder, que ambicionamos las altas esferas. Nos vemos las caras en mesas redondas y con frecuencia redondeamos costos y estadísticas. Los periodistas deportivos relatan que alguien domina el esférico; bebemos balones de cerveza y algunas chicas no nos tiran pelota. Comemos bollos y encomendamos nuestra fortuna a los livianos bolillos de la Lotería Nacional. Admiramos las redondeces femeninas pero, ante el riesgo que supone un pugilato con el novio, nos hacemos bola. Todo eso, chicos, no es más que para distraernos del hecho de que la sociedad ha sido diseñada en forma de embudo y ahí sí que los sinónimos escasean.


[el oso yogi]

El oso se encarama a lo alto del abeto, combatido por maledicentes abejas. El oso no fija la mirada rotunda en el panal que se suspende en el aire, sino en el hueco blanco y luminoso que adivina más arriba. En un punto del trayecto, las abejas detienen su ascenso y dibujan su zumbido de lápiz colectivo en dirección a tierra, mientras el oso, ciego y concentrado, continúa subiendo con el embeleso de un alucinado sin reparar en que el tronco se estrecha hasta terminar en una rama débil y retorcida que no soporta por mucho tiempo el peso de su figura enorme. El oso es devorado por la luz. Los católicos lo llaman ascensión, los místicos, transcendencia, y la Justicia, suicidio. Luego de unos meses, los insectos habrán terminado de nutrirse con los restos del generoso cuerpo y el oso trazará su sonrisa incorpórea en el cielo estrellado que abraza todos los bosques de todos los mundos donde moramos en la más bisoña ignorancia.


No hay comentarios:

Publicar un comentario