El estigma de la muerte y la obra póstuma
Luis Antezana, Mauricio Murillo y Mónica Velásquez reflexionan en torno a la esencia literaria de Camargo.
Todas las fotos de esta edición fueron tomadas del libro Obras Completas de Edmundo Camargo (Nuevo Milenio)
Martín Zelaya Sánchez
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En la muerte, lo que está por suceder sucede cada minuto…”, escribe Guillermo Bedregal García, en una reflexión acerca de la poética de Edmundo Camargo.
"Fugacidad de vida, conciencia de la muerte, noción y vivencia carnal de lo humano…”, agrega en otra parte de su ensayo Edmundo Camargo o la poesía de una muerte en la vida.
El suceso de la muerte, la fugacidad de la vida, tocó a ambos. Más allá de la maestría de su creación -rasgo común- un azar une a estos dos grandes vates: un intenso aunque breve transcurrir literario, debido a la temprana muerte que se ciñó sobre Camargo a los 28 años y sobre Bedregal apenas a los 20.
De Camargo (Sucre, 1936 - Cochabamba, 1964) nos ocupamos hoy al cumplirse exactamente 50 años de su partida. Siendo la muerte no sólo presencia ineludible al mentar al autor (por lo antes dicho), sino además interés sustancial de su poética, es referencia obligada cuando de analizar su legado se trata.
Junto a ello, la incertidumbre sobre la cabalidad de su obra, dado que los dos libros que la recogen -Del tiempo de la muerte (1964), compilado por Jorge Suárez, y Obras completas (2002), preparado por Eduardo Mitre- son póstumos y difieren ampliamente entre sí.
Le preguntamos, entonces, a Luis Cachín Antezana (L.A.), filólogo y estudioso de la literatura boliviana:
¿Cómo afecta la temprana muerte de Camargo a la hora de evaluar su breve creación?, ¿no será que su trágico sino pudo haber ayudado a crear un mito que magnifique o distorsione la lectura de su obra? (L.A.): El lugar de Camargo en la poesía boliviana contemporánea, un lugar privilegiado, junto a nuestros mejores poetas, es totalmente merecido. El azar de su temprana muerte y de la primera revelación de su obra, gracias a Suárez, aunque marcan hasta una casualidad y hasta un hallazgo, ambos teñidos de romanticismo, no disminuyen en nada la intensidad de sus logros, pese a lo fragmentario y precario de los manuscritos existentes.
Felizmente, la literatura (universal) abunda en obras póstumas, desconocidas que, pese a su anonimato inicial, han sido capaces de imponer su impronta en medio de otras más acabadas y ya conocidas. Camargo pertenece a esa estirpe que no quiere quedarse callada porque, en rigor, tiene mucho que decir.
¿Qué relación -si esta es posible- puede trazarse entre la poética de Camargo y la de Jaime Saenz, a partir de la presencia casi permanente de la muerte?
(L.A.): Aunque, junto al amor, la muerte sería uno de los dos temas fundamentales de toda literatura (Borges), sin duda tanto Camargo como Saenz son de aquellos que enfatizan este trato y, cada uno a su manera; lo privilegian como -casi- el leitmotiv que gobierna sus otras preocupaciones.
Pero su trato no es el mismo y, quizá, se trata hasta de dos tipos de muerte. En el caso de Saenz, la muerte es parte del "júbilo”, esa mezcla de horror y plenitud, que signaría todo el sentido de los seres en el mundo; se trata de la muerte como parte del misterio -o del problema- de la manera como la vida incluye su propia trascendencia.
En Camargo, la muerte es más inmediata, más corporal, más existencial y se acerca a la manera de tratar de entender tanto el paso (irremediable) del tiempo y la vida, por un lado, y, por otro, de sentir -o sufrir, si se prefiere- el desgaste que acompaña ese tránsito.
Y en cuanto a las dudas, inexactitudes, contradicciones en torno a las versiones poéticas conocidas de Camargo, Mauricio Murillo, miembro del proyecto La crítica y el poeta –grupo que editó textos de ensayo en torno a Saenz, Cerruto, Jaimes Freyre y Camargo-, opina: "Si bien es cierto que el trabajo de Suárez con los poemas de Camargo se debería poner en crisis, no se libra de esto el de Mitre. En su edición faltan citas y ciertas aclaraciones. Queda un misterio bastante atrayente e interesante. Con el colectivo aventuramos la hipótesis de que el manuscrito que leyó Suárez no era el mismo que el que leyó Mitre, aunque esto no lo podemos comprobar…”.
"Más allá del rigor en las ediciones hasta ahora publicadas, sería significativo hacer crítica sobre la obra y las posibilidades que presenta. El enigma policial que se presenta alrededor de las ediciones también podría producir algún ensayo en clave ficcional”.
Al respecto, volvemos a recurrir a Cachín:
¿Es uno el Camargo que se conoció en la edición de Suárez y otro el que se lee a través del trabajo de Mitre? ¿Cuáles son las diferencias y cuán sustanciales son? (L.A.) Cada lector crea su autor y, al respecto, ni Suárez ni Mitre ni ninguno de nosotros es una excepción. Pero, en este caso, lo que sí es diferente es la cantidad de manuscritos compilados y, luego, articulados.
Materialmente, la compilación de Mitre es, sin duda, más completa que la de Suárez y Mitre nos ofrece una apropiada articulación de ese material. La edición de Suárez no abarca todos esos materiales, pero no por ello es algo radicalmente distinto. No es tan fácil compararlas.
En primer lugar, no podemos afirmar taxativamente que trabajaron con los mismos materiales; de hecho, Suárez afirmaba que una vez publicado Del tiempo de la muerte quemó los manuscritos porque así lo había prometido.
En segundo lugar, pasó mucho tiempo entre ambas ediciones. Suárez trabajó con lo que encontró a mano; por su parte, Mitre pudo trabajar con un material más amplio.
Como Mitre trabaja con un archivo ciertamente más extenso, completo hasta donde se han podido compilar los manuscritos existentes, podemos asumir que el orden que nos propone cubre de manera amplia todo lo que tenemos sobre Camargo y, por ello, puede ofrecer un modelo más completo, aunque no necesariamente más certero que el que Suárez armó con los (menos) materiales con que los contaba.
Opiniones
Mónica Velásquez:
- ¿Cómo definiría, describiría la poética de Camargo? ¿Cómo se puede explicar su estilo? Guillermo Bedregal, por ejemplo, empleó tres palabras para esto: hombre, ámbito y muerte, ¿coincide… cuáles emplearía usted?- Ninguna poética se agota en dos palabras, aunque la de Camargo junta muerte y erotismo de manera tan particular que sin duda son su centro. Una poética que replantea nociones muerte-deseo fusionándolas, rompiendo la idea de secuencia o de ciclo.
Mauricio Murillo
- Guillermo Bedregal identifica la poesía de Camargo con una relación de ida y vuelta: hombre-ámbito-hombre (poeta), y afirma que todo esto está signado por la presencia inefable de la muerte. ¿Qué puede decir al respecto?- Es verdad que en la poesía de Camargo todo está contaminado de muerte. Pero habría que hacer algunas precisiones. Me parece que es necesario partir de la idea de Camargo que la muerte no sólo es un destino fijo, sino que acompaña y proyecta el cuerpo del poeta todo el rato.
Es decir, el cuerpo se relaciona con la muerte constantemente. En este sentido, la tumba abierta es algo que marca un recorrido. El cuerpo es esencial para la poesía de Camargo, por esto es que la muerte se encarna en el desgaste de éste, en su dirección hacia el ataúd.
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