domingo, 18 de junio de 2017

Parhelio

[Respuesta al “Aclaratoriamente…” de
Rocío Zavala, a propósito de la edición
de la Obra reunida de Hilda Mundy]

 
Columna "Vitaminas" publicada en el número  17 de El Fuego.

Continúa el diálogo entre dos investigadores de la obra de la escritora orureña. El resto del intercambio de artículos, puede consultarse en este blog.


Rodolfo Ortiz

En el número 169 del 14 de mayo de 2017, el suplemento Letra Siete publica la respuesta de Rocío Zavala (en adelante Z.) al texto “[Algunas consideraciones sobre la Obra reunida de Hilda Mundy]”, que publiqué el domingo 22 de enero en el número 153. Intentaré responder a los desaciertos de esta “aclaración”, poniendo sobre la mesa nuevos datos y fuentes documentales que permitirán, eso espero, finiquitar esta falsa controversia.

En sus “Divagaciones” Arturo Borda comparaba a los periodistas con el desafío de las verduleras. No voy a promover este arte del escándalo, baste con dejárselo a los críticos literarios o a los “lectores de ojito”, como diría Macedonio Fernández. Por lo mismo, no considero que se trate aquí de un afán “chillador” o de un debate, tal como se sugiere en el encabezado del texto de referencia o se insinuó en las famosas “redes” urdidas por ese dios laico llamado internet. Tampoco pretendo enmarcar estas notas en una discusión decimonónica al estilo León M. Loza y Beltrán Ávila (cf. “Datos para una historia del periodismo orureño” de Ocampo Moscoso). Se trata, pienso, de un esfuerzo editorial más modesto, ojalá común, por reestablecer la dispersión de una escritura de total relevancia para la literatura en Bolivia. Esto mismo no con el afán de “canonizar” a una escritora a todas luces rebelde e indomable, sino para ofrecer al lector, al “mohíno lector”, un legado lo más claro posible para ulteriores exégesis y placeres.

Voy a referirme en detalle solamente a la sección “Textos de dudosa autoría y enmiendas”, pues el lector podrá advertir que todo lo precedente despliega un palabreo que no repone a Hilda Mundy y que en todo caso deja mal parada a la propia compiladora y a la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia (en adelante BBB). Por una parte, Z. vuelve una vez más a “re-posicionar su propia figura”, como estima oportunamente Francisco Bedregal en una carta, y por la otra, delega toda culpa a los editores de la BBB (¿no figura en tapa y créditos que Z. se hizo cargo de la edición de la Obra reunida?, ¿se trata de una nueva errata, entonces?). Considero oportuno que “los editores” (Z. dixit) del prestigioso proyecto de la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia digan algo al respecto, pues acusaciones de este tipo mellan un trabajo cuidadoso e inteligente que notoriamente se observa, por ejemplo, en las ediciones sobre Emeterio Villamil de Rada, José Santos Vargas o la pionera sobre los documentos fundamentales de la historia de Bolivia.

Llama también la atención la actitud de colocar una tesis académica en un centro (¿o cetro?) rígido e intocable, que además se utiliza para la “reunión” de la obra de Hilda Mundy, cuando se trata de un trabajo que termina el año 2013, que tiene aportes, es cierto, pero que desafortunadamente se limita a lo que en ese entonces se conocía, pues no se habían rescatado la numerosa cantidad de textos de Laura Villanueva Rocabado a los cuales hoy ya se tiene acceso. Por lo mismo, creo que este trabajo académico, como cualquier otro, tendría que ser permanentemente repensado, ampliado, profundizado en muchos puntos, aspecto que alentaría hacerlo a su autora y al corpus de lectores de Hilda Mundy, que cada vez crece más. Y esto a pesar de la estrechez y el poco horizonte que demuestra la siguiente pregunta que Z. expresa en su artículo: “¿Y desde cuándo hay que preocuparse por publicaciones ajenas antes de publicar?”. Interrogante a la que me animo a responder: “desde el momento en que alguien se plantea el reto de realizar un trabajo serio sobre una escritora que en sí misma es diáspora y movimiento perpetuo”. Con estas consideraciones, paso a los cotejos y re-enmiendas del caso.

1. Dum Dum. Insisto en lo mencionado el 22 de enero: el criterio de esta compilación fue arbitrario y poco riguroso al seleccionar textos y atribuírselos a Hilda Mundy. Si se decide imputar 19 textos a esta escritora, anónimos en las fuentes originales, estos tendrían que estar debidamente explicitados. Se trata de un mínimo esfuerzo editorial para no extraviar al lector, aunque fuese, y como lo es en este libro, “bajo el signo de la hipótesis”. Lo propio con relación a la inclusión de los 4 textos que pertenecen a sus amigos-colegas, Tito Livio, Eryx, Kamon y Lutino. Pero si aceptamos esta voluntad por lo hipotético, también extraña que en una nota del “Estudio introductorio” (cf. 18 nota 5) se confiese, sin más explicación, que se excluyeron de Dum Dum varios textos “sin interés”. Me pregunto, ¿sin interés para quién? Aun a pesar de la arbitrariedad sobre la atribución autoral de textos dudosos, creo que aquí se olvida que el lector masivo, diverso y núbil al que apunta el proyecto de la BBB no tendría por qué estar sujetado a este tipo de capricho selectivo.

2. Vitaminas. Muy porfiada Z. insiste en que el texto sobre el “A-cha-cha” [sic] “[e]s un texto sin fecha”. Su “archivo de origen”, como nombra a su legado de fotocopias, revela nuevamente ser muy limitado. El texto sobre el A-Cha-Cha sí esta fechado: El Fuego No. 17, del 21 de marzo de 1936 (v. Fig. 1). La relevancia de este dato la expresé el 22 de enero, pues “no es muy aconsejable conjeturar a partir de fechas que se desconocen, mucho más si el derrotero de esta columna ‘Vitaminas’ nace y muere junto a El Fuego el año 1936”. El “archivo de origen”, en realidad, se encuentra en la ciudad de Oruro, señorita Z., en la misma Biblioteca a la que un día ingresó y donde seguramente se extravió con una “credencial (…) firmada por el Alcalde”.  

3. Brandy Cocktail. Es lamentable que una vez más los “malos recortes” de fotocopias del folder gris del CDMAZ-CIDEM traicionen el trabajo compilatorio de Z. Comento que una colección favorable y casi completa del periódico La Mañana, donde se publica la amplia serie de la columna “Brandy Cocktail”, se encuentra ­–oh sorpresa– en Oruro. Pero el desacierto en la fecha de referencia va más allá de un mal recorte que “le quitó aparentemente el numerito al día 7”. El dato de esta frase es valioso, pues ahora sí es posible restablecer parcialmente el lugar de este texto. Primero: se confirma, según lo mencionado en mi artículo del 22 de enero, que el texto del 7 de diciembre de 1934 no existe en el ejemplar de La Mañana de esa fecha.[1] Segundo: las fechas posibles del 17 o 27 de diciembre se tornan factibles. Sin embargo, según se pudo verificar durante el proceso de edición de Bambolla Bambolla, los ejemplares de estas fechas no están disponibles en las hemerotecas consultadas de Oruro (en La Paz la pesquisa fue más desafortunada). Por esta razón, el texto (todavía sin fecha exacta) se lo incluye luego de la secuencia de textos compilados que va del 5 al 25 de diciembre (cf. BB 173-80), aunque sí, en nota aclaratoria, señalando que fue publicado en 1989 en Cosas de fondo, también sin fecha, pero con el título “La inocencia de la mujer 1934…”, seguramente un rótulo sugerido por su editora Silvia Mercedes Ávila. 

4. “¡¡Ex-combatiente!!”. La confusión comienza, otra vez, en los errores de fecha en la edición de la Obra reunida. Z. responsabiliza de esta falta a “los editores” de la BBB, pues el texto esta fechado en el libro el 10 de marzo de 1936 (cf. 252) y la generosa fotografía (que estábamos esperando luego de arrojar el anzuelo) demuestra que el texto se publicó el 24 de marzo de 1936 y pertenece (devolvemos gentilezas) al ejemplar número 19 de El Fuego.

He consultado los originales de casi toda la colección de este magnífico diario de la tarde. Esto se puede ratificar cotejando los 70 textos incluidos en Bambolla Bambolla (cf. BB 30, 285-347), frente a los 4 textos que se publicaron en la Obra reunida. Sin embargo, para regocijo del lector, ahora contamos al menos con una fotografía de una fotocopia de un pedazo de una página del ejemplar 19 que no se hallaba en la colección referida anteriormente. En suma, las dudas quedan absueltas y la obra de Hilda Mundy se sigue enriqueciendo.

Hay que advertir, sin embargo, que la transcripción de este texto en la Obra reunida, salvando los “errores de composición tipográfica”, por supuesto, trae alteraciones que afectan su sentido y, por lo mismo, entorpecen cualquier análisis lexicográfico. Tres ejemplos rápidos: a) Se transcribe: “Un poco de agua, tengo sed. Sueño, resbalo en una planicie”; cuando en El Fuego ­–donde sí esta vez reconocemos la mano de Mundy– se lee: “Un poco de agua tengo sed sueño resbalo en una planicie”. b) Se transcribe: “No faltó el consuelo de jerarquía superior”; cuando en El Fuego se lee: “No faltó el consueta de jerarquía superior”. Consuetas, se sabe, eran los clásicos apuntadores de teatro instalados en el proscenio, aspecto que reluce en cómo Mundy resuelve irónicamente el párrafo: “El público, ebrio en la zarabanda de retaguardia, ni siquiera le aplaudió” y no refiriéndose a un impersonal “consuelo” al cual el público “ni siquiera lo aplaudió”. c) No se respetan las mayúsculas en las palabras “Guerra”, “Eterno” y “Crimen”, disipando la usual ironía de la autora.

5. La Retaguardia: reproducimos la imagen de la primera página del primer número (v. Fig. 2) y damos fe de la errata de marras (ABNB, PBOR 126).


Me parece afortunado el hecho de celebrar las variantes del mundo y, por supuesto, de los manuscritos legítimos e ilegítimos. A eso llamamos reconstrucción histórica, “fe de errancias”, escribir mirando por el retrovisor, para usar la feliz metáfora de Sartre refiriéndose a Baudelaire. Sin embargo, en el caso concreto de Hilda Mundy, no estamos confrontados a “manuscritos legítimos” (apenas se conservan o se conocen o se encontraron unas cuantas cuartillas dactiloescritas que parecen ser versiones preliminares de su libro Pirotecnia); estamos confrontados, enfatizo, a un caudal de textos hemerográficos publicados con fecha y lugar muy precisos, a partir de los cuales es posible visualizar los destierros y travesías de su escritura. Creo que el Mapa Mundy ampliado y el Cuadro de relación de la segunda edición de Bambolla Bambolla dan clara cuenta de ello (cf. 19, 30). Pienso, a su vez, que como nunca antes hoy dialogan muy íntimamente los procesos composicionales donde “cunde” la poesía y las ediciones genéticas que se esfuerzan en reconstruirlos. Abolir o no cruzar ese puente podría ser desventajoso en ciertos casos, pienso aquí, por ejemplo, en los aportes de Sally Bushell sobre la poesía de Emily Dickinson, donde gracias al estudio de las complejas versiones manuscritas y al sistema de anotaciones en sus poemas, reconstruye una poética que se sostiene no en textos definitivos (tal como quisieron fijar muchas ediciones durante el siglo XX), sino en escrituras flotantes que hacen del texto una zona simultánea de posibilidades semánticas. Considero que jugar al medio de ese puente posibilitaría, al menos, una apertura hacia los testimonios de un proceso creativo, hacia la distribución de bloques de escritura en movimiento, desde el singular y siempre único aparato de variantes que subyace en los archivos públicos o privados de un escritor.

Hay mucha tela que cortar todavía. Existen más de setenta textos escritos sobre Hilda Mundy que habría que comenzar a leer. El más antiguo hasta ahora es la crónica de Arsenio Minaya del 4 de diciembre de 1934, el más reciente, se deduce, el de hoy 18 de junio de 2017. A su vez, quedan pocos ejemplares aún perdidos, no disponibles en los archivos y hemerotecas consultados (cf. BB 26). Sin embargo, es posible ­–muy posible– que los dones hemerográficos nos sigan regalando nuevos textos de Hilda Mundy (y su legión). Así deseamos que sea, como así alentamos a paleógrafos, charquekaneras, coleccionistas, dumdumistas y demás anarco-reskataristas a que puedan aventurarse en tales pesquisas. Vale.







[1] Por la extensión en la cantidad de páginas, el respaldo documental de este ejemplar de La Mañana se lo puede consultar en la siguiente página digital sobre Hilda Mundy elaborada por La Mariposa Mundial: <https://www.facebook.com/Hilda-Mundy-243691966034891/>.

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