lunes, 26 de junio de 2017

Letra sincrónica

Twin Peaks y las continuidades

Si no es de la mano de David Lynch, ¿qué más esperamos para convencernos que lo mejor del mundo audiovisual estadounidense hoy, está en las teleseries?



Alan C. Riveros 


a Patricia Riveros con cariño

Telesistema boliviano
Alrededor de los diez años me encantaba la televisión. La veía donde fuese y a cualquier hora del día. Sin embargo, en las noches debía decidir entre dos opciones: la tele de los abuelos o la de mi mamá. Generalmente me decidía por los programas de mis abuelos, usualmente series gringas y telenovelas brasileras que duraban meses. Mi mamá, en cambio, prefería las películas y las series le parecían pueriles.
Así era la cosa, hasta que una vez en 1991 mi mamá puso al canal dos y empezó a ver Twin Peaks. Ambos coincidimos que esa serie era una maravilla y la esperábamos todos los domingos.
Aquel año, el cineasta Paolo Agazzi (actual director de la serie Sigo siendo el rey) era jefe de programación de TSB, canal dos. Agazzi, quien tuvo la amabilidad de recibirme hace algunos meses en su oficina de Sopocachi, me contó cómo encontró la serie en uno de los mercados de la época y el interés que le generó la idea de una serie de televisión dirigida por un director de cine.
“Vi Twin Peaks, había escuchado hablar, pero me llamaba la atención David Lynch. Y luego voy, me intereso y me dicen: ¿solo para Bolivia? Querían algo más. Y después me dicen que hay un distribuidor, Mario Bayá, que había dado la primera opción... A Twin Peaks nadie le daba bola porque eran ocho capítulos, no era telenovela... Entonces tuve que rogarle al señor Bayá casi un año para que concrete, porque él tenía la primera opción. Pero yo tenía la primera opción con él y claro, así fue como llegó Twin Peaks... Twin Peaks es la serie que empezó a redirigir las series, marcando la diferencia entre la soap opera o la sitcom. Y ese su ambiente, esos personajes raros... Es decir, le ha metido un toque no realista”, me explicó Agazzi.
Por supuesto, hace 25 años no sabíamos que aquella serie encarnaba un trastoque en el mundo de la televisión y, por oleaje, en el cine.

La influencias recíprocas
Twin Peaks se canceló en 1991. Aquí en Bolivia -en 1992- sencillamente dejó de emitirse de un domingo al otro. Junto con mi mamá estábamos tristes y coléricos. La cosa no podía quedar así. La serie había dejado muchos cabos sueltos. El final de la segunda temporada abría un nuevo mundo que queríamos conocer, más allá del misterio del asesinato de Laura Palmer ya revelado a mitad de temporada.
Lynch sabía que había dejado colgando algo muy grave en el aire, y en 1992 hizo la película Twin Peaks: Fire walk with me. Esta película lleva la trama de la serie a un misterio mayor. No la vi sino hasta los primeros años del siglo XXI, cuando descubrí el nombre del director y me interesé de verdad en el cine.
En todo caso, las influencias recíprocas entre una serie de televisión y una película siempre estuvieron presentes en la obra de Lynch. Cabe recordar que el director grabó un final para el episodio piloto de Twin Peaks en 1990. Este hubiese sido pasado como largometraje en caso de no ser aceptado para la producción de una serie. Las escenas para este “final” son precisamente las que le dieron el toque “no real” a la serie y permitieron su vigencia.
Por otro lado, Mulholland Drive, la película de Lynch más aclamada por la crítica, estaba pensada como el piloto de otra serie -que no fue aceptada. Lynch tuvo que filmar escenas extras y cerrar la historia. El fracaso de Mulholland Drive como serie le dio una estética singular al largometraje, y Lynch renovó un sistema creativo que llegó hasta su última película Inland Empire (2006). Respecto a las posibilidades creativas de la estética serial, Lynch dijo: “Me gusta la idea de una historia continuada... y la televisión es mucho más interesante que el cine ahora. Parece que el cine de autor se ha ido al cable”.

La estética serial y la historia del cine
Si uno le da una chequeada a la filmografía de David Lynch, intuye que un viaje por ella lo puede llevar desde el expresionismo alemán a las series de televisión, pasando por el road movie, los westerns y con retrovisor a la pintura. A lo largo de esa historia, de paso, se podría ver la continuidad de una estética inconfundible. Esto es posible gracias a la última temporada de Twin Peaks, estrenada el 21 de mayo de 2017.
Hace dos años se anunció el regreso de Twin Peaks, 25 años después de su estreno, confirmando así la frase que Laura Palmer le dice al detective Cooper en el capítulo final de la segunda temporada: “Te veré de nuevo en veinticinco años”. De hecho, David Lynch se animó a retomar la serie gracias a este oráculo.
Lynch pensó la nueva temporada de Twin Peaks como una gran película de dieciocho horas. Las dos primeras horas fueron estrenadas este año en Cannes, en medio de algunos puristas que buscan restringir los estrenos de producciones hechas por la televisión por paga. La tirria de los críticos con respecto a las series de televisión está basada en la supuesta falta de independencia de estas, pues tendrían un control comercial de los empresarios y no tanto de los realizadores. Sin embargo, para que Lynch aceptase la producción de la tercera temporada de Twin Peaks, pidió el control creativo total de la serie y hasta de su estrategia de marketing, confianza que nunca le dieron ni los críticos ni los distribuidores ni los empresarios de cine después de Inland Empire.
En una entrevista, Lynch dice: “Yo creo que los largometrajes están en problemas y el cine de autor está muerto. Que la televisión por cable sea el lugar para una historia continua es una cosa hermosa”. A tal afirmación, el entrevistador pregunta por qué piensa que el cine de autor está muriendo. Y Lynch responde: “No muriendo. Muerto”.
Por su lado, Paolo Agazzi me comentó lo siguiente: “El cine de Hollywood está en crisis. Puede haber los dibujitos animados, pero además de los superhéroes y alguna de terror... no tiene nada... Para mí el talento en este momento de Norteamérica está en las series”.

Epílogo
Un día a finales de los 80 mi mamá llegó a casa con una sonrisa de oreja a oreja después de ver El último emperador (Bertolucci) y comentó la película con detalle. Las veces que vamos a almorzar al Eli´s del Monje Campero, ella se entusiasma con la foto de Malcolm McDowell y aclama su actuación en La naranja mecánica (Kubrick). Sin embargo, ahora el cine le parece pueril y prefiere ver nuevamente Twin Peaks para engancharse con la tercera temporada, 25 años después.

***


La nueva televisión y la dirección que toma el cine no son las únicas cosas que han sido transformadas por la red y la accesibilidad informática. Muchos otros medios están en crisis mientras otros surgen o resurgen. En todo caso, hasta pronto a los lectores de esta columna.

No hay comentarios:

Publicar un comentario