Twin Peaks y las continuidades
Si no es de la mano de David Lynch, ¿qué más esperamos para convencernos que lo mejor del mundo audiovisual estadounidense hoy, está en las teleseries?
Alan
C. Riveros
a Patricia Riveros con cariño
Telesistema boliviano
Alrededor
de los diez años me encantaba la televisión. La veía donde fuese y a cualquier
hora del día. Sin embargo, en las noches debía decidir entre dos opciones: la
tele de los abuelos o la de mi mamá. Generalmente me decidía por los programas de
mis abuelos, usualmente series gringas y telenovelas brasileras que duraban
meses. Mi mamá, en cambio, prefería las películas y las series le parecían
pueriles.
Así
era la cosa, hasta que una vez en 1991 mi mamá puso al canal dos y empezó a ver
Twin Peaks. Ambos coincidimos que esa
serie era una maravilla y la esperábamos todos los domingos.
Aquel
año, el cineasta Paolo Agazzi (actual director de la serie Sigo siendo el rey) era jefe de programación de TSB, canal dos. Agazzi,
quien tuvo la amabilidad de recibirme hace algunos meses en su oficina de
Sopocachi, me contó cómo encontró la serie en uno de los mercados de la época y
el interés que le generó la idea de una serie de televisión dirigida por un
director de cine.
“Vi
Twin Peaks, había escuchado hablar,
pero me llamaba la atención David Lynch. Y luego voy, me intereso y me dicen:
¿solo para Bolivia? Querían algo más. Y después me dicen que hay un
distribuidor, Mario Bayá, que había dado la primera opción... A Twin Peaks nadie le daba bola porque
eran ocho capítulos, no era telenovela... Entonces tuve que rogarle al señor
Bayá casi un año para que concrete, porque él tenía la primera opción. Pero yo
tenía la primera opción con él y claro, así fue como llegó Twin Peaks... Twin Peaks es
la serie que empezó a redirigir las series, marcando la diferencia entre la soap opera o la sitcom. Y ese su ambiente, esos personajes raros... Es decir, le ha
metido un toque no realista”, me explicó Agazzi.
Por
supuesto, hace 25 años no sabíamos que aquella serie encarnaba un trastoque en el
mundo de la televisión y, por oleaje, en el cine.
La influencias recíprocas
Twin Peaks se canceló en 1991.
Aquí en Bolivia -en 1992- sencillamente dejó de emitirse de un domingo al otro.
Junto con mi mamá estábamos tristes y coléricos. La cosa no podía quedar así. La
serie había dejado muchos cabos sueltos. El final de la segunda temporada abría
un nuevo mundo que queríamos conocer, más allá del misterio del asesinato de
Laura Palmer ya revelado a mitad de temporada.
Lynch
sabía que había dejado colgando algo muy grave en el aire, y en 1992 hizo la película
Twin Peaks: Fire walk with me. Esta
película lleva la trama de la serie a un misterio mayor. No la vi sino hasta
los primeros años del siglo XXI, cuando descubrí el nombre del director y me
interesé de verdad en el cine.
En
todo caso, las influencias recíprocas entre una serie de televisión y una
película siempre estuvieron presentes en la obra de Lynch. Cabe recordar que el
director grabó un final para el episodio piloto de Twin Peaks en 1990. Este hubiese sido pasado como largometraje en
caso de no ser aceptado para la producción de una serie. Las escenas para este “final”
son precisamente las que le dieron el toque “no real” a la serie y permitieron
su vigencia.
Por
otro lado, Mulholland Drive, la
película de Lynch más aclamada por la crítica, estaba pensada como el piloto de
otra serie -que no fue aceptada. Lynch tuvo que filmar escenas extras y cerrar
la historia. El fracaso de Mulholland
Drive como serie le dio una estética singular al largometraje, y Lynch
renovó un sistema creativo que llegó hasta su última película Inland Empire (2006). Respecto a las
posibilidades creativas de la estética serial, Lynch dijo: “Me gusta la idea de
una historia continuada... y la televisión es mucho más interesante que el cine
ahora. Parece que el cine de autor se ha ido al cable”.
La estética serial y la historia
del cine
Si
uno le da una chequeada a la filmografía de David Lynch, intuye que un viaje
por ella lo puede llevar desde el expresionismo alemán a las series de
televisión, pasando por el road movie,
los westerns y con retrovisor a la
pintura. A lo largo de esa historia, de paso, se podría ver la continuidad de
una estética inconfundible. Esto es posible gracias a la última temporada de Twin Peaks, estrenada el 21 de mayo de
2017.
Hace
dos años se anunció el regreso de Twin
Peaks, 25 años después de su estreno, confirmando así la frase que Laura
Palmer le dice al detective Cooper en el capítulo final de la segunda
temporada: “Te veré de nuevo en veinticinco años”. De hecho, David Lynch se
animó a retomar la serie gracias a este oráculo.
Lynch
pensó la nueva temporada de Twin Peaks
como una gran película de dieciocho horas. Las dos primeras horas fueron
estrenadas este año en Cannes, en medio de algunos puristas que buscan
restringir los estrenos de producciones hechas por la televisión por paga. La
tirria de los críticos con respecto a las series de televisión está basada en
la supuesta falta de independencia de estas, pues tendrían un control comercial
de los empresarios y no tanto de los realizadores. Sin embargo, para que Lynch
aceptase la producción de la tercera temporada de Twin Peaks, pidió el control creativo total de la serie y hasta de
su estrategia de marketing, confianza que nunca le dieron ni los críticos ni
los distribuidores ni los empresarios de cine después de Inland Empire.
En
una entrevista, Lynch dice: “Yo creo que los largometrajes están en problemas y
el cine de autor está muerto. Que la televisión por cable sea el lugar para una
historia continua es una cosa hermosa”. A tal afirmación, el entrevistador
pregunta por qué piensa que el cine de autor está muriendo. Y Lynch responde: “No
muriendo. Muerto”.
Por
su lado, Paolo Agazzi me comentó lo siguiente: “El cine de Hollywood está en
crisis. Puede haber los dibujitos animados, pero además de los superhéroes y
alguna de terror... no tiene nada... Para mí el talento en este momento de Norteamérica
está en las series”.
Epílogo
Un
día a finales de los 80 mi mamá llegó a casa con una sonrisa de oreja a oreja
después de ver El último emperador (Bertolucci)
y comentó la película con detalle. Las veces que vamos a almorzar al Eli´s del
Monje Campero, ella se entusiasma con la foto de Malcolm McDowell y aclama su
actuación en La naranja mecánica (Kubrick).
Sin embargo, ahora el cine le parece pueril y prefiere ver nuevamente Twin Peaks para engancharse con la
tercera temporada, 25 años después.
***
La
nueva televisión y la dirección que toma el cine no son las únicas cosas que
han sido transformadas por la red y la accesibilidad informática. Muchos otros
medios están en crisis mientras otros surgen o resurgen. En todo caso, hasta
pronto a los lectores de esta columna.
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