Apuntes sobre la historia del mundo andino
Cuando la ficción no solo que supera a la realidad, sino incluso a la historia.
Omar Rocha Velasco
* Actualmente
no es discutible asumir que la historia es un discurso narrativo sofisticado y
que su diferencia con la ficción está en la pretensión de verdad y su
compromiso con el pasado. Esto último es importante porque nos alerta de un
peligro: sustituir la historia por un discurso ficcional que podría
derivar en el desconocimiento de los hechos y la negación de lo que significó,
por ejemplo, la violencia de la conquista, las devastadoras acciones político-económicas
de varios gobiernos republicanos o las cruentas dictaduras.
*
Por otro lado, es innegable que la historia es una construcción que tiene que
dar cuenta del pasado dándole forma discursiva o narrativa y que usa
determinados conceptos o palabras que no vienen dadas de antemano. En otras
palabras, el pasado no es algo dado,
interviene el artificio que permite seleccionar aquello que alguna vez se va a
constituir como memoria o recuerdo. En este caso, el recuerdo -reminiscencia no
tiene por qué coincidir con la “verdad” de los hechos desde el punto de vista
de aquella verdad que se opone a falsedad y no a olvido. La reminiscencia de
los hechos se presenta como una posibilidad de ficcionalización en la medida en
que suspende la certeza de realidad. Aquello que alguna vez apareció como el
armónico encuentro entre la percepción y representación, desaparece.
*
Los textos coloniales con pretensiones históricas (las crónicas, las
relaciones y las historias mismas), son muy importantes y dieron lugar a una reconstrucción
de lo que fue el mundo indígena, a pesar de ello, tienen varios límites y
contradicciones debidas, sobre todo, a la afiliación a un discurso europeo
diacrónico y acumulativo. Por ejemplo, si nos remitimos a la Nueva crónica y buen gobierno de Guamán
Poma de Ayala, encontramos que es un texto mediado por toda una visión
occidental -que intenta dar una visión cronológica de los hechos y entra en
contradicción con una concepción histórica diferente, más cíclica y que
problematiza, incluso espacialmente, las nociones de pasado y futuro.
*
Otro ejemplo más cercano en el tiempo es La Historia de la Villa Imperial de
Potosí (Arzáns, 1965). Escrita aparentemente por Bartolomé Arzáns de Orsúa
y Vela entre los años 1705 y 1736 y continuada por su hijo Diego hasta el año
1737, se sitúa de modo ubicuo entre dos ámbitos discursivos: literatura e
historia. Por un lado, es un texto que tiene una clara intencionalidad
histórica: Arzáns desde el principio muestra que quiere escribir sobre los sucesos
memorables de esta Villa para que no queden en el olvido. En muchos pasajes,
efectivamente, es un historiador cuidadoso, se vale de documentos, intenta
precisar fechas, aclara las dudas relativas a los nombres o lugares de los
acontecimientos relatados. Incluso pone en peligro su vida por seguir sus
ideales históricos, registrando acontecimientos de personajes a los que no
convenía que sus hazañas se conozcan. Sin embargo, esta voluntad de historiar
los sucesos de la Villa está atravesada también por una manifiesta construcción
ficcional. El autor intenta ocultar su identidad, tiene una vocación narrativa,
refiere acontecimientos sobrenaturales: milagros, intervenciones divinas,
diabólicas. Se sirve del trabajo de historiadores de los cuales no se ha
encontrado posteriormente ningún indicio, etc. En definitiva, en paralelo a un
texto histórico configura un mundo y elabora sus cimientos de fantasía e
imaginación. Nos encontramos frente a un texto histórico-literario, con una
vocación explícitamente narrativa y que se sitúa al mismo tiempo entre una
descripción de los acontecimientos más importantes de la ciudad de Potosí y una
denuncia de las injusticias, morales y materiales que caracterizaron a la
conquista, desde una subjetividad criolla. Esta convivencia narrativa de ámbitos
aparentemente contradictorios está permeada por una religiosidad extrema propia
de la época.
*
Al encontrar estas dificultades y contradicciones, se hace muy válido el gesto
de los investigadores que aportan a la construcción de la historia del mundo
andino, antes y durante la Colonia, a partir de textos que no tienen ninguna
intención historiográfica: testimonios, registros, confesionarios, etc. En
estos “documentos”, se filtra, sin ninguna intencionalidad previa, una visión
que hace contrapunto a una perspectiva totalizante y diacrónica.
*
Existe un maravilloso confesionario llamado Ritual
formulario, e institucion de curas, para administrar a los naturales de este
reyno, los santos sacramentos del baptismo, confirmacion, eucaristia, y
viatico, penitencia, extremauncion, y matrimonio, con aduertencias muy necesarias,
escrito por Juan Pérez Bocanegra y digitalizado por la John Carter Brown
Library. En las preguntas que los
curas planteaban a los “pecadores” podemos reconstruir un mundo lleno de ídolos
y prácticas religiosas que se intentaron condenar y destruir pero que, paradójicamente,
pervivieron en esas páginas que se escribieron para condenarlas. He aquí un
pequeñísimo ejemplo: “As te holgado de oyr tus antigüedades, y cuentos, y otras
cosas del mundo, mas que la missa, la dotrina y el sermón?” [sic.] En esta
pregunta del confesionario mencionado encontramos lo que sucedía más allá de la
doctrina, un rebalse que se hace evidente en la imposibilidad de traducción, en
la circulación de la lengua, en la interpretación de los sueños, en las
prácticas sexuales o en la presencia de las huacas, y que, finalmente, deja
resonando las “antigüedades”.
*
Se trata, por supuesto, de una lucha simbólica que cada vez se hace más
evidente en nuestro medio, los reivindicadores y homenajeadores de la Chacana,
o los entusiastas celebradores del año nuevo aymara están intentando imponer
una ficción que tiene la clara intención de reinventar un pasado. El problema
está cuando, más allá de esa legítima disputa por imponer una narrativa, se
intenta hacer creer que el que habla desde la subalternidad es poseedor de la
verdad.
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