lunes, 26 de septiembre de 2016

Ensayo

Actas fantasma

Un texto para leer y releer. Un texto para disfrutar dos o más veces.

 
"Ganas de seguir el sol", ilustración de María Riveros.
Alan Castro Riveros

Las actas fantasma son una serie de fantasmagorías que aparecen muy rara vez en la historia del universo. De hecho, su paso es tan rápido y responde a variables tan concretas y nimias, que solo hablar de las actas fantasma ya es una banalidad de marca mayor -por lo menos para algunos que no dejan de hablar de ellas y de su apariencia, cuando todos sabemos que son invisibles. Y el que quiera buscarle tres pies al gato, sabrá.
Lo grave de las actas fantasma precisamente va por ahí, pues estos fantasmas son terriblemente dañinos y se pueden quedar en la mente de aquellos que consideran a las actas fantasma como verdaderos fantasmas (cuando sabemos que los fantasmas no son verdaderos sino fantasmas) durante años. Son peligrosos porque, al no tener una forma definida más que la de pantallita o papelito escrito (en el que puede estar escrito cualquier cosa que se nos ocurra), puede convertirse en una historia de fantasmas manipulables salidos de la propia psique de quien osa acercarse a leer lo que está escrito en un acta fantasma. Además, siempre está escrito algo. Cualquier cosa podría ser. Claro que aquellos que ven a los fantasmas como verdaderos fantasmas generalmente ven escritas cosas como: yo digo, no te rindas, nos uniremos en contra del frente, paranoia, lucha ducha y zarandajas por el estilo. Y si tales chirigotas vienen escritas en un documento oficial, bueno... Tal el peligro de las actas fantasma. Pues si los fantasmas vienen con credenciales es más fácil creer que son verdaderos.
He ahí, por ejemplo, uno de los ridículos detalles que debe haber en un universo en el que aparecen de pronto actas fantasma: tiene que tener por lo menos un mundo en el que exista cierto flujo de unos bichos plastificados llamados credenciales, que no son otra cosa que las mismas actas, solo que encarnadas como pruebas personales de identidad. Pero no basta con que en tal mundo haya credenciales -porque las credenciales son apenas un juego de niños-, sino que tiene que darse una situación propiamente juvenil de duda de identidad social para crear las condiciones propicias para que la gente exija credenciales a todo el mundo, en vista de que la identidad se ha hecho trizas. Y claro... en ese momento aparecen las actas fantasma.
En una racha colectiva de actas fantasma, los adolescentes son los más afectados, pues el problema de la identidad es la que a ellos más atañe. Muchos de ellos pensarán que su identidad es la de luchadores a muerte contra las actas fantasma, y en el futuro capaz que anden pidiendo carnets, títulos, licencias, brevets, actas de nacimiento, de defunción, de matrimonio, de bautizo y, si la enfermedad es terminal, de afiliación a un club.
Esto se debe a creer que las actas fantasma son verdaderos fantasmas. Y la cosa todavía sigue... Los afectados por su paso -que no se limitan a la gente agitada hormonalmente, sino también a guagualones, bullangueros, despistadas y población en general- pueden derivar en un miedo tal a perder la identidad, que ellos mismos podrían dedicarse a crear actas fantasma para hacer pasar por verdaderos fantasmas. Para lograr su cometido, lo primero que hacen es denunciar que esas actas que están ahí son precisamente actas fantasma. En seguida afirman que alguien ha hecho esas actas fantasma para hacerlas pasar por verdaderos fantasmas. Y listo. Con eso ya queda probada la verdad del acta fantasma. Es de no creer. Y todo este bodrio tiene una lógica perfecta en la mente del mundo que percibe las actas fantasma.
Las secuelas a un ataque de actas fantasma pueden ser duraderas. Por ejemplo, si una vez que las actas fantasma ya han pasado (y además pasan rápido) y la gente sigue hablando de ellas como si nada, entonces estamos fregados. Los afectados van a estar día y noche hablando de las actas fantasma, tratando de explicar que son verdaderos aunque sean fantasmas y hacen aparecer no solo actas fantasma, sino certificados, obras, novias, amigos, casas, viajes y hasta hijos fantasma. Inmediatamente, de allí derivan no sé qué millones de pequeñísimos delirios descabellados que solo las actas fantasma saben crear. Debido a que las actas fantasma necesitan condiciones muy específicas de puerilidad para aparecer en un sistema social divergente -como es la humanidad-, si llegan con fuerza y se hacen las importantes son capaces de crear condiciones aún más banales y ridículas; lo cual, lamentablemente, podría llevar a la extinción del hijo del Hombre.

En remotas civilizaciones, un ataque de actas fantasma solo podía resolverse con el cruel asesinato de algún desorientado al que se acusaba de haber creado todas las actas fantasma habidas y por haber. En tiempos menos violentos, aunque igual de prehistóricos, este sacrificio humano es simbólico y basta con un escarnio público transmitido por satélite a diferentes aparatos de comunicación. Los expertos dicen que eso es excesivo, pues para combatir esta zoncera, basta con hacer circular un acta fantasma que tenga escrito su propio nombre en plural, a modo de vacuna.

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