Mariano Baptista, vigía de la cultura
Fragmentos del texto introductorio del libro Por la libertad y la cultura (Plural-Zofro), de Mariano Baptista Gumucio, una de las novedades de la Feria Internacional del Libro.
Luis Urquieta Molleda
Este libro es singular, primero porque rinde homenaje a un
autor en vida por su ingente labor en pro de la cultura boliviana y que
continúa trabajando de manera tesonera y sostenida a pesar de los obstáculos e
incomprensiones en un medio avaro de solidaridad y reconocimientos.
Mariano Baptista Gumucio ha cumplido sesenta años como
periodista y escritor, y tres quinquenios como conductor del primer programa
cultural de la televisión nacional: “Identidad y Magia de Bolivia”. La
publicación de esta obra coincide también con el número 600 del Suplemento
Cultural “El Duende” editado bajo mi dirección desde 1993. De manera que
podemos hablar de una triple celebración.
Nuestra amistad se cimentó en el enorme afecto que ambos
profesamos a Luis Ramiro Beltrán Salmón, uno de los grandes bolivianos del
siglo XX. Sus generosas opiniones en el prólogo a mi libro Sol de Otoño. Escritos literarios y su “Respuesta” a mi discurso de
ingreso a la Academia Boliviana de la Lengua, hincaron profundamente las bases
de nuestro aprecio mutuo. Aunque mucho antes, en los años sesenta, descubrí al
ensayista denunciando los gajes del armamentismo entre los colosos de la guerra
fría en su libro La guerra final. (…)
El presente volumen es una suerte de biografía fragmentaria
o, si se prefiere, de autobiografía de Mariano Baptista Gumucio, pues contiene
un conjunto de entrevistas, ensayos y artículos así como textos suyos referidos
a su vida y obra, gracias al trabajo de compilación y ordenación de Julia
Guadalupe García Ortega y Nayda Tejerina Pozo, en base al archivo y fototeca de
José Manuel Baptista Rossells y a la hemeroteca de Última Hora del Archivo de
la UMSA. A esta suma de informaciones se añade algunas otras de mis
conversaciones con Mariano y con amigos comunes como son Hugo Celso Felipe
Mansilla y Juan Carlos Calderón. (…)
…
Por supuesto que Mariano tiene enemigos, algunos activos
todavía, pero cuando habla de ellos, recuerda una anécdota de Guevara Arze, a
quien miembros de su gabinete lo visitaron en su casa de Calacoto para recordar
viejos tiempos, y uno de ellos le aconsejó escribir una carta para poner en su
lugar a uno de sus adversarios, entonces Guevara replicó: “No vale la pena, mi
único enemigo es el tiempo”. A cambio tiene muchos amigos personales y otros
que no lo conocen, pero que siguen su programa “Identidad y magia de Bolivia”,
en Cadena “A”, desde todos los lugares del país, y en todo caso se refugia en
su núcleo familiar: de su primer matrimonio con Carmen Álvarez Daza, tiene a
María del Carmen (Mariana) y Rossana, y del segundo, con Beatriz Rossells
Montalvo, a Mariano Francisco y José Manuel. (…)
…
Unas palabras sobre el título de éste libro: creo que ellas,
libertad y cultura, son los valores a los que Mariano ha dedicado su vida,
luchando contra las dictaduras y los malos gobiernos en su larga trayectoria
periodística y en sus libros, él cree profundamente que un pueblo culto tendrá
por fuerza que ser libre y a ese afán, hasta ahora utópico ha volcado todos sus
esfuerzos.
Por cierto, que no lo ha hecho para contribuir a esa “civilización
del espectáculo” de la que habla Vargas Llosa en una de sus recientes obras.
Deplora la frivolización de la cultura que se ha impuesto universalmente y cree
en cambio, como T.S. Elliot, que la cultura “es todo aquello que hace de la
vida algo digno de ser vivida”. En este trajinar entrañable y sin pausa,
Mariano se sorprende que haya gente que deliberadamente se propone matar el
tiempo jugando cartas o conversado obsesivamente mediante el celular, sin darse
cuenta que el tiempo también la está matando. De ahí su empeño de mantenerse
ocupado y de ofrecer a los demás lo que ha podido atesorar en su mente y en su
corazón. Recuerda siempre a los personajes de Rudyard Kipling que nunca se
están quietos porque saben que llegados a una cima, otra montaña los espera en
la lejanía.
(…) Dice el maestro Cervantes que “hay momentos en que hay
que ser camino o ser posada”. Baptista eligió lo primero. A pesar de los años,
las decepciones, los obstáculos, el asedio de “escarabajos que muerden como
escorpiones”, Mariano continúa recorriendo su camino, pensando como su maestro
Katzanzakis que nadie triunfa de la muerte, pero que lo que hace la dignidad
del hombre, no es la victoria sino la lucha por la victoria.
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