El encuentro del poema
Una crónica poética sobre un festival poético. Pocas cosas hay más adecuadas.
Gary Daher
1.
A
principios de junio, se realizó el III Encuentro Internacional de Poesía en la
Ciudad de los Anillos. Aquí se abrasaron voces de diversas partes del mundo y
de Bolivia junto a la de los anfitriones en una fiesta mágica.
2.
La
Ciudad de los Anillos, Santa Cruz de la Sierra, es el vórtice de la selva, y la
brújula mágica de la Gran Piedra. Los poetas llegan como llega la lluvia o como
llega el amor. Esperados inesperados, cada quien con su palabra a cuestas.
3.
Juan
Meneguín es el primero en llegar, poeta argentino, maestro de astros y
planetas, veinte grados de cielo se abarcan con la mano abierta, nos dice apasionado: Pléyades y Orión al alcance de los dedos.
4.
Los
anfitriones abrimos los brazos, junto a mi cómplice en esta lid Gabriel Chávez
Casazola, y escuchamos girar los goznes de las puertas de la fiesta de la
poesía.
5.
Así
vimos llegar a Berta García Faet de España, Paula Simonetti de Uruguay, Maribel
Mora Curriao de Chile, y Aníbal Fernando Bonilla de Ecuador.
6.
En
las mañanas, almuerzo en El Aljibe, una de las contadas casas coloniales de la
ciudad que ha sido dispuesta como restaurante de comida típica. Allí se
celebran el keperí, la sopa tapada, y otros manjares cruceños.
7.
Durante
cuatro noches, los poetas han estado leyendo textos, mirándose con la palabra.
Los que leen, circunspectos; el resto sentado escuchando atentamente. Mientras
no faltó quien robe una foto o revele un asentir con la cabeza. Destacó entre
el abarrotado público la presencia de Matilde Casazola.
8.
La
música intervino en los interludios a través del cantautor cruceño Gustavo
Rivero, el paraguayo Daniel Moreno, el orureño Vadik Barrón, y la grata
participación de la poeta colombiana María Tabares, quien fue convocada para
participar con la lectura de sus poemas y nos sorprendió cantando música de su
tierra.
9.
El
poeta Andrés Ajens llegó de Chile un día después de lo esperado. Y, luego de
presentar el libro Temporarias, de la
extrañada Emma Villazón, nos acompañó con la lectura de sus poemas.
10.
Entre
los poetas nacionales invitados llegaron Jorge Campero, quien leyó textos de su
libro Bodas de orégano, Benjamín
Chávez, y su Pequeña librería de viejo,
y la poeta cochabambina Janina Camacho Camargo que nos llegó desde Antofagasta.
11.
Leopoldo
Castilla, el Teuco, poeta mayor, nacido en Salta, se vino como quien ha cruzado
el planeta de Sur a Sol, desgranando su poesía interior con una fuerza
inusitada, fruto de los años. Dejó a todos patidifusos con un poema a Benarés,
que es parte de un libro que me obsequió en 1995 en Madrid, llamado Baniano.
12.
El
sábado, como ya es costumbre, los poetas se encaminaron a Samaipata. Allí la
guía, de ojos risueños, y pasión irreductible por su terruño, nos condujo en
peregrinación alrededor de la Gran Piedra, que ha venido a llamarse Fuerte de
Samaipata. Repetiré que Samaipata debe traducirse como “El espíritu de lo
alto”, y ese es en realidad el nombre de la Gran Piedra, que viene a ser La
Piedra de la Serpiente, la gran madre para la mitología Arawak.
13.
Los
poemas, entonces, tomaron gran altura, y ya a la noche, al calor de una fogata
que duró hasta la madrugada, los poetas se regocijaron con las estrellas, y
dijeron versos, cómo no, y se miraron en el fuego, porque así son los
encuentros.
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