Bernstein en La Paz de los 50
Un poco de memoria. De cuando el legendario Leonard Bernstein y la New York Philarmonic Orchestra -¡nada menos!- llegaron a La Paz en mayo de 1958.
Martín Zelaya Sánchez
Siempre, en La Paz, nos quejamos de que -entre infinidad de
penurias y carencias- casi nunca tenemos la ocasión de presenciar espectáculos
musicales y artísticos de primer nivel, y de que cuando la ocasión se da,
“apenas” tenemos el viejo Teatro Municipal para acoger estos eventos.
Nos rasgamos las vestiduras, además, lamentándonos de que no
hay instituciones que apuesten por el fomento a las bellas artes, y ¡ni qué
decir el Estado! Lastimosamente esta realidad se da las más de las veces, pero
las pequeñas excepciones realmente merecen ser destacas y, en este caso,
rescatadas.
Hace ya 58 años y pocas semanas, el 15 y 16 de mayo de 1958,
tocó suelo paceño el prestigioso y emblemático Leonard Bernstein a la batuta de
la New York Philarmonic Orchestra, acaso una de las mejores filarmónicas solo
detrás de algunas inigualables europeas.
“Desde que Leonard Bernstein se hizo cargo de la dirección
de esta orquesta para sustituir al gran Bruno Walter, repentinamente enfermo,
el nombre de este pianista, compositor y director, de la noche a la mañana,
ganó súbita fama, al extremo de que no solo le llovieron ofertas de afamados
elencos norteamericanos, sino también de Europa”, comenta el maestro Pablo
Mendieta, músico y compositor boliviano para dar cuenta del prestigio del visitante
en la Bolivia que, precaria aún (¿precaria también entonces?) en actividades
artísticas y culturales, salía al menos de peor ostracismo a seis años ya de la
Revolución Nacional.
¿Por qué hablar ahora de este hecho? Una visita, como
siempre grata y productiva a la Fundación Flavio Machicado, y la entusiasta conversación
con su director, don Fernando Machicado, dio pie a la revisión sumaria de dos
cuadernillos históricos que dan cuenta de la presentación de Bernstein y, un
año después, el 12 y 13 de junio de 1959, la llegada de la National Symphony
Orchestra of Washington, a la cabeza de Howard Mitchell.
Al respecto, un recorte de prensa del 12 de junio de ese año
-no puede apreciarse ni firma del autor ni el nombre del periódico- señala:
“Howard Mitchell, director de la Orquesta Sinfónica Nacional del Nueva York que
se presentará hoy y mañana en el Teatro Municipal de esta ciudad, es por
nacimiento y educación americano. Esto ha contribuido a dar una genuina
fisonomía a la orquesta que dirige”.
Comenta Mendieta sobre este evento: “Entusiasmado por la
travesía de Bernstein hacia rincones del mundo cuyo arte era reconocido
esencialmente por la riqueza de su música autóctona, Mitchell se fijó la meta
de visitar Bolivia un año después a ofrecer conciertos (los famosos conciertos
a 4.000 metros de altitud como fueron denominados) con música de Mozart,
Brahms, Copland, Sibelius, entre otros grandes compositores. Mitchell, sucesor
en la National Symphony Orchestra, del magnífico Hans Kindler fue ovacionado,
según la crítica de los periódicos de aquel tiempo, por un público embelesado
por la precisión en cada nota, en cada detalle y en cada sonido que el maestro
arrancaba de una música alumbrada por una atmósfera de embrujada seducción”.
Hojeando el programa impreso para el concierto de la
filarmónica neoyorquina, auspiciado por la línea aérea Panagra y con una docena
de publicidades de hoteles, confiterías y grandes casas importadoras, además
del repertorio (Haydin, Harris, Gershwin, Ravel, Schumann y Tchaikovski), se
aprecian perfiles comentados de Bernstein y del director invitado, Carlos
Chávez. Textos todos a cargo de Humberto Viscarra Monje.
Muy similar en formato y detalles es el librillo dedicado a
la sinfónica de la capital estadounidense. En aquella ocasión, el maestro
Howard optó por un repertorio compuesto por piezas de Mozart, Creston, Brahms,
Berlioz, Copland, Strauss y Sibelius.
Bellos recuerdos, notables antecedentes. Queda agradecer al
fabuloso archivo de los Machicado que entre innumerable material histórico,
atesora con seguridad muchas de estas “viejas novedades” que pueden ayudarnos a
tener un mejor panorama del pasado inmediato de nuestra actividad cultural.
Cierra Pablo Mendieta, sobre el célebre Bernstein: “Apercibido
de que en la década de los 50 se vislumbraba en Bolivia una saludable evolución
musical exteriorizada por compositores de la talla de Jaime Mendoza Nava, Gustavo
Navarre o Antonio Ibáñez, entre otros, Bernstein se presentó en La Paz, al
frente de su orquesta con un programa que
cautivó a un público enfervorizado. El hecho de escuchar la Sinfonía Nº 104, London, la última de
las doce Sinfonías de Londres, de Joseph Haydn; Un americano en París, de George Gershwin; La Valse, de Maurice Ravel; la Sinfonía
nº 6, de William Schuman; o la Sinfonía
india, del mexicano Carlos Chávez, obra de exquisito telurismo de la
América profunda, fascinó por la calidad orquestal, pero sobre todo por un
virtuoso Leonard Bernstein cuya libertad de expresión musical hacía resaltar la
sonoridad de la orquesta y la delicadeza de las melodías con gestos de
dirección expresivos, plenos de corazón y oído”.
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