Letras orureñas II
Segunda y última parte de este minucioso análisis del índice y antología de literatura de Oruro, presentado hace pocos meses.
Edwin
Guzmán Ortiz
Letras
orureñas. Autores y antología (marzo, 2016), de Carlos
Condarco Santillán, Benjamín Chávez y Martín Zelaya conjuga la intención de plasmar
una amplia compilación de la literatura orureña, junto a una capacidad de
síntesis que permite cristalizar una panorámica general y representativa de la
literatura regional, haciendo que un universo extenso en el tiempo y la diversidad
creativa se integre en coordenadas esbozadas desde una cartografía de autores,
referencias, géneros y la obra, bajo un orden elucidatorio.
No
es la intención de la obra detentar un estudio general del desarrollo y
particularidades de las letras orureñas, sea en términos históricos o
estrictamente literarios. Si bien se insinúan a través de la referencia autoral
y su desglose diacrónico, vías, recorridas en el tiempo, el contexto y datos acerca
de la actividad creativa, pero es evidente que ese marco general se halla
cuando más, subyacente, y no se considera matriz rectora de la antología.
En
realidad, la selección realizada se propone plantear una propuesta abierta de lectura
en base a un principio ordenador en un momento determinado del hecho literario.
Las perspectivas pueden cambiar, el contexto general de la literatura boliviana
o hispanoamericana se modifica incesantemente -de hecho la lengua y uno de sus mayores
atributos, la creatividad, no es un fenómeno estático. De ahí el juego variable
de toda elección, sin embargo así concebida Letras
orureñas, nos provoca a que cada lector se abra a la a/ventura de incidir
en sus múltiples posibilidades de re/ordenamiento y sentido. Decía Paz, las
obras que nos apasionan son aquellas que transformamos indefinidamente.
La
prescindencia de este marco rector permite un desplazamiento más personal en su
contenido, hecho que invita a optar por diferentes itinerarios de lectura, de
transitar opcionalmente por esos múltiples corredores que nos ofrecen las
páginas, dejando en suspenso el peso reverente de la crítica especializada. Se
trata de una obra que hace énfasis en los autores y su obra, pero que por su
estructura no deja de ser una propuesta que sugiere diferentes opciones de
lectura.
Una
lectura lineal -de cabo a rabo- de Letras
orureñas, permite sumar al referente de autores, los textos en prosa y
verso que consuman la antología. De este modo, ambos bloques temáticos se
complementan, implicándose mutuamente.
La
información detallada de los diferentes autores, además de proporcionar las generales
en cuanto trayectoria, publicaciones, galardones, a la manera de un telón de
fondo, traza un panorama proximal a la dinámica cultural de Oruro desde la literatura,
autores aquí, allá y más allá, instituciones, nexos, una aproximación a lo
generacional, como su relación incidencial con el universo de la literatura
boliviana.
El insert de voces críticas de diversa
procedencia contribuye a entender mejor a los autores y sus publicaciones: haces
de luz sobre rasgos sobresalientes de la obra de cada poeta o narrador,
percepciones en el tiempo, lecturas que se sumergen en ese corpus particular
que se trasciende, y más que ostentar un carácter definitorio, reflejan además los
modos de lectura en el tiempo, y las formas de asumir el valor de los textos.
En
el marco del rigor procedimental, el investigador tricéfalo asume la decisión
de incorporar un índice bibliográfico que corresponde a cada autor,
paralelamente la bibliografía consultada respecto al acápite general de
autores, como la correspondiente a las selecciones de prosa y poesía. Este
cúmulo de referencias posee el mérito de abrir el interés al estudio y la investigación
de filones temáticos que puedan generarse al futuro, así como el valioso
material de consulta biobibliográfica para diferentes propósitos. En el campo
de la bibliografía sobre literatura orureña, estimo, se trata de la más
completa y exhaustiva.
Las
antologías de prosa y de poesía, ofrecen alternativas propias de lectura y, a
su modo, ilustran literariamente la introducción efectuada en el acápite de los
autores. Como no podía ser de otra
manera, en ellas se opta por criterios de selección de autores y textos que se
juzga representativos. La tarea de antologar implica optar por aquello que se
considera rescatable, significativo, y por aquello que merece la pulsión
saludable de engullir al olvido; por supuesto que los autores son plenamente
responsables de su elección, como de elusiones y postergaciones.
En
la obra se percibe que la poesía antologada tiene más facilidad para ser
seleccionada, a partir de su forma y extensión, ya que los poemas terminan
siendo unidades autosuficientes que se explican por sí mismos. Lo que no quiere
decir que el criterio de valoración sea menos arduo, aclarando que la lectura
de la poesía exige un ojo y un espíritu particular, sobretodo en la competencia
de ponderar el peso específico de su discurso.
En
el caso de la prosa, en algunos textos antologados -no en todos- se opta por la
selección de fragmentos que si bien reflejan características propias de la
escritura del autor, abstraen la inteligencia narrativa que las soporta, ya que
ésta trabaja junto a un complejo de factores, y al despliegue de un proceso que
hace al tejido novelesco.
Sin
embargo la selección de textos en prosa ha sido cuidadosa, sobre todo en el
caso de los cuentistas donde aparecen relatos completos, percibiéndose desde
Josermo Murillo Vacareza en adelante mayor unidad narrativa.
La
escritura sólida de Carlos Condarco, Oscar Uzín, Adolfo Cáceres Romero, Cé
Mendizábal, Zenobio Calizaya y la madurez en su trabajo narrativo terminan
desembocando en esa nueva narrativa joven, dueña de un lenguaje ágil y renovado
como el de Mabel Vargas y Daniel Averanga. Se extraña en la selección efectuada
textos de Hugo Murillo Bénich y Eduardo Nogales, ambos además con relatos de interesante
factura; en el ensayo, textos de Eduardo Mitre, otra de las competencias de
este reconocido poeta.
La
antología de poesía consigna 36 poetas. La selección permite una comprensión
panorámica de lo concebido en más de siglo y medio de creación poética, de Mariano
Ramallo en la segunda mitad del siglo XIX al joven Pablo Osorio Abud, quién
publicó su último poemario en 2013.
Con
mayor nitidez que en la prosa, se percibe generaciones de poetas. La presencia
de Gesta Bárbara, la poesía de carácter social en la que Alcira Cardona, Héctor
Borda Leaño, Jorge Calvimontes, Alberto Guerra y el propio Luis Luksic tuvieron
una presencia significativa, el Movimiento Encuentro de Quince Poetas de
Bolivia (René Antezana, Adhemar Uyuni, entre otros). Con poetas con una obra particular y de escritura
vanguardista como Mitre, probablemente el más universal de los poetas orureños
hoy.
La
irrupción de un lenguaje renovado e inclasificable como el de Hilda Mundy, la
palabra delicada de Milena Estrada Sainz -una suerte de Emily Dickinson de esta
comarca-, la intensidad de Borda y Nogales con una mirada gravitante de su
entorno histórico y cultural. Las formas clásicas y de alta exigencia formal
como en Carlos Condarco. Una nueva estética y la búsqueda incesante de nuevas
formas de enunciación poética como en Benjamín Chávez, Cé Mendizábal, Vadik
Barrón y Sergio Gareca.
En
fin, Letras orureñas. Autores y antología,
es un trabajo de notable alcance y a pesar de su ambiciosa perspectiva de encapsular
todo lo literariamente concebido por escritores orureños, logra su propósito de
hacer que una porción significativa de la literatura boliviana se conozca, se
pueda estudiar, y pueda ser leída bajo la prerrogativa de una obra
paradigmática. Un trabajo que sin la mezcla de vocación y pasión de sus tres
autores no hubiera sido posible.
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