jueves, 18 de diciembre de 2014

Cafetín con gramófono

El Boletín Titikaka (II)

Repaso a la participación boliviana en esta importante publicación surgida en Perú a la cabeza de Gamaliel Churata.



Omar Rocha Velasco 

El Boletín Titikaka se publicó en Puno desde 1926 hasta 1930, el gran impulsor fue Gamaliel Churata, quien se propuso difundir las publicaciones y las actividades del grupo Orkopata, movimiento literario que reflexionó y promulgó un indigenismo estético alternativo a los movimientos indigenistas de la época, tanto en Perú como en otros países de Latinoamérica.
Esa página volante, que se doblaba en cuatro, incluyó colaboraciones de escritores importantes como Mariátegui, Vallejo, Girondo, Borges, Gómez de la Serna y muchos más. Uno de los objetivos explícitos del Boletín fue reunir a estas voces en torno a las ideas de una nueva estética andina.
Los escritores bolivianos que escribieron en el Boletín Titikaka fueron Lucio Diez de Medina, Oscar Cerruto, Carlos Medinaceli y Enrique Bustamante Ballivián, aquí unos apuntes sobre las colaboraciones de Cerruto y Diez de Medina.
Diez de Medina publicó en el boletín de noviembre de 1926, su texto es la nota de apertura y se trata de una reseña del libro de poemas Ande de Alejandro Peralta, son palabras elogiosas que destacan el surgimiento de un nuevo arte americano.
Lo que más destaca don Lucio es que Ande deja de ver al indio como un ser triste de la puna, al contrario, es vigoroso y vital: “[Peralta] antes que las lágrimas del indio ha recogido las gotas que el esfuerzo cristalizó en su frente, antes que la maldición del indio ha recogido su voz austera y grave y limpia como la voz del viento de la Puna. Las indias no son andrajos de pesadumbre, ahora se llaman: vírgenes de rocas”. Las imágenes que más destacan en esta reseña son las que tienen que ver con esa idea:

como un tropel de indios desnudos
… abriendo zanjas de silencio

Para terminar con un gesto de gimnasta el texto de Diez de Medina plantea que nadie en Bolivia ha “cantado”, como Peralta, a la “raza aborigen”. Don Lucio ve claramente que este libro es una enseñanza a los jóvenes que destacan sólo el dolor del indio y que están podridos de “tristeza y wisky”.
Oscar Cerruto publica el siguiente poema en el boletín de diciembre de 1927 −publicó otro en diciembre de 1926−:

Puna

El alba humedece el cerro, espolvorea las quinuas.
A lo lejos, campanas entumecidas
lanzan sus flechas de golondrinas.
Y un trozo de sentimiento se me quiebra
y me hace un hueco morado en el alma.
Pasan unas indias tostando penas en sus pómulos−
una carreta que llega del alba y un perro usado
con la mirada herida y a rastras.
Y más allá de los cerros
ladran las chacras rabiosamente.
Va a llover en su ausencia.
Y el recuerdo fumiga el paisaje de alcohol

Sin duda la causa de ese “hueco morado en el alma” (a contrapelo de lo que le gustaba a don Lucio Diez de Medina de los poemas de Peralta) es desconocida en la poesía de Cerruto, el texto no está incluido en Cántico traspasado, libro que recoge “toda” la obra poética. Este poema tiene que ser puesto en relación al poema Altiplano, se trata de una mirada que complementa las imágenes de infinito y soledad que allí aparecen. 
Cerruto tenía un gran respeto por los afanes e ideas de Churata, además del poema está por ejemplo estos fragmentos de una carta que Cerruto le escribe desde Buenos Aires, anunciando que intentará publicar, en el periódico Claridad, los poemas de un tal Salazar que Churata le envió: 
“No sólo que no he olvidado nuestro encuentro en aquella noche puneña, batida su barba y su cordialidad por las brisas del lago, imborrables del “Boletín Titikaka (…). Me desesperaba ese acomodamiento fácil, esa literatura de álicas, a la sombra de bien rentadas situaciones, literatura de indigentitas con pongo como dice Salazar”.

Aunque la participación de escritores bolivianos en el Boletín Titikaka fue escasa, no dejó de ser significativa, sin duda debido a varios factores como la escasa distancia entre Puno y La Paz, y la presencia de Gamaliel Churata en el país, las ideas del grupo Orkopata “transmigraron” a nado el lago Titicaca.

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