Mantis, cuando la literatura es
(también) acción política y estética
Giovanna Rivero y Magela Baudoin presentan su nuevo proyecto editorial, el sello Mantis que, de la mano de Plural, se especializará en narrativa escrita por mujeres. Una novela de Piedad Bonnett y un libro de cuentos de Fernanda Trías inauguran el emprendimiento.
Martín Zelaya Sánchez
Acción y provocación. Una
iniciativa editorial con un leitmotiv
estético, por supuesto, pero además político-activista. Eso es Mantis, la nueva
colección de narrativa de mujeres -que no femenina- de Plural Editores,
concebida y dirigida por Giovanna Rivero (G.R.) y Magela Baudoin (M.B.).
Provocación. A modo de explicar sus
fundamentos -no olvidemos que mantis es una especie de insecto cuyas hembras
suelen devorar al macho luego del apareamiento- ambas escriben: “nos hemos
propuesto intervenir -desde la publicación y los compromisos que este paso
implica- en el gran tablero del mercado, ese juego de capitales materiales y
simbólicos que no siempre ofrece los dados justos para visibilizar, leer y
valorar la producción literaria de las escritoras”.
Acción. “Hemos decidido
colocarnos en un lugar riesgoso, tal vez incluso anacrónico, al plantear [en un
proyecto editorial] una posición política y estética”, explica Baudoin,
respecto a la siempre presente interrogante de los encasillamientos en la
literatura.
Estética y política. Sin
descuidar la calidad literaria y sin que la particularidad de que solo se
publique a mujeres signifique algún condicionamiento en cuanto a “temática
femenina”, las narradoras bolivianas defienden su propuesta incluso desde la
selección de sus dos títulos inaugurales: Lo
que no tiene nombre, un testimonio novelado en el que la colombiana Piedad
Bonnett comparte la desgarradora experiencia del suicidio de su hijo, y No soñarás flores, una colección de cuentos
signados por el dolor y lo emocional, de la uruguaya Fernanda Trías.
-
Hablemos de la motivación y las circunstancias que llevaron a concebir esta
nueva colección, y cuáles serán sus características y alcances.
- (G.R):
Desde hace tiempo queríamos hacer algo que reflejara un poco de nuestras
búsquedas y planteamientos sobre cómo se enfrenta una escritora al mapa
nacional e internacional; con qué trampas choca, cuáles son sus verdaderas
posibilidades. Así que decidimos que publicar libros de escritoras era una
declaración de principios bastante leal con nosotras mismas.
Por
ahora estamos comenzando con un par de títulos y para el próximo año queremos
publicar otro par. Nuestro enfoque es fundamentalmente narrativo, nos interesa
acompañar y difundir la imaginación de las escritoras contemporáneas en esa
lógica, la del tejido de novelas y cuentos. Y si bien el libro de Bonnett es
testimonial, la narración de la honda experiencia de la muerte de su hijo va
estructurándose como una novela y, en ese sentido, además del valor vital y e
histórico hay un enorme valor artístico en su propuesta.
- Hay una permanente reflexión y
discusión en cuanto a los “encasillamientos” en la literatura: que si debe o no
etiquetarse un libro o un autor por la región de origen, por el género
literario o por la temática, y más aún si vale la pena diferenciar una
“literatura escrita por mujeres”. En el marco de la reivindicación de género -más
presente y necesaria que nunca-, ¿no será que al hacer una distinción entre
libros escritos por mujeres se cae en una peligrosa diferenciación? ¿No debería
la literatura abocarse a la calidad ante todo, a que el autor o autora se
promocionen por su habilidad antes que por el hecho de ser hombres, mujeres o
pertenecientes a algún grupo específico?
-
(M.B.): Tenemos meses, años dialogando sobre el lugar de la mujer en la
literatura, lo cual es bastante distinto a decir “literatura femenina”, que es
un cliché, una etiqueta, una minimización.
Hemos
decidido colocarnos en un lugar riesgoso, tal vez incluso anacrónico, al plantear
una posición política y estética que deriva de una honda reflexión y
desnudamiento. Si me hubieras hecho esta pregunta hace unos años, habría
saltado con un discurso purista y antiséptico, señalando que la literatura solo
debe responder a criterios de calidad y defenderse por sí misma. Lo cierto es
que un día será así. Hoy no lo es.
Se
publican muchos más hombres que mujeres, se reseñan a muchos más hombres que
mujeres, el canon de cualquier país tiene muchos más hombres que mujeres, el
mundo académico contrata a más hombres, hay muchos más niños que niñas que van
a la escuela, etc. Lo que ocurre es que nadie se cuestiona que así sea, nadie
se pregunta por qué los catálogos de los grandes conglomerados editoriales y de
las editoriales independientes son abrumadoramente masculinos. No creo que la
prensa y que los críticos crean que hay más hombres con calidad artística.
Sencillamente todavía nos parece normal la supremacía masculina en este
capitalismo cultural que nos toca. Es normal que se publiquen más hombres,
ellos merecen estar allí, no necesitan defenderse, nunca han tenido la voz
embargada. A nadie le incomoda. En la única lista en la que las mujeres ganamos
por incontrastable mayoría es en la de feminicidios. ¿No es extraño?
Ahora
bien, nuestro criterio de selección no es solo político: sí, nos interesa
publicar mujeres, pero también tenemos un fin estético. Hemos metaforizado en
la mantis el tipo de literatura que nos convoca, que trasciende los criterios
de calidad obvios. Nos interesan las escrituras que provienen de la intuición,
de las entrañas, del apego a la vida o a la muerte, del descubrimiento.
- (G.R.):
Más peligroso, creo yo, es aceptar calladitas, correctas y obedientes, sin
ejercitar el derecho a la duda y al disentimiento, lo que llamo “combos”
ideológicos que, si bien en un inicio pueden tener altas y buenas intenciones
(como la que mencionas de evitar los encasillamientos), terminan por devolver
al control de siempre las fuerzas culturales y sin hacer muchos esfuerzos.
Si por
evitar posmodernamente caer en el encasillamiento nos quedamos quietas, sin
intentar una intervención en el mercado para conquistar territorios de
visibilización de la producción literaria de escritoras, entonces mejor no nos
quejemos luego cuando de nuevo las listas, las estadísticas, las reseñas, la
distribución de los valores simbólicos, las condiciones materiales, los cánones
sagrados y los que se pretenden profanos, en fin, sigan excluyendo estas
propuestas (por ingenuo olvido o sistemática distracción) o incluyendo
esporádicamente algunas muestras de ellas como para tranquilizar parcialmente
las conciencias.
Nuestra
postura no está para nada peleada con la exigencia de calidad y de talento; todo
lo contrario, queremos justamente que ese talento, que ha excedido inmensamente
la voluntad del mercado por incluirlo en sus circuitos y que ha trascendido a
pesar de los silencios pactados, tenga una posibilidad más en nuestra Mantis.
Aspiramos a que nuestra colección crezca para poder dar cabida a muchos
títulos. E insistimos: no estamos hablando de “escritura femenina” (mas, si en
esa oferta nos cae una magnífica e innegable “ficción femenina”, pues, ¿por qué
no incluirla?), sino de instancias culturales de difusión y diseminación de la
producción literaria de las escritoras.
- ¿Cómo se dio la oportunidad de
empezar Mantis con dos libros de Bonnett y de Trías, por qué estos fueron los
elegidos?
- (G.R.):
Tenemos una larga lista de libros que deseamos publicar, pero lógicamente
tuvimos que escoger y así nos decidimos por dos estéticas muy valientes y
distintas entre sí. Desde hace años que veníamos leyendo la obra poética y
narrativa de Bonnett y el impulso y deseo de comenzar nuestro proyecto con ella
fue tácito. Editar es un acto de amor y esa es la energía que debe primar antes
que cualquier cálculo. En el caso de Trías, a quien admiramos por el compromiso
y la altura con que viene escribiendo desde muy joven, nos decantamos por sus
cuentos porque sencillamente son cuentazos.
-
(M.B.): Nos gusta la idea de explorar distintos géneros, distintas edades, distintos
territorios de la escritura, sin prejuicios. Ambos libros son arriesgados. Hay
un ejercicio de desnudez intelectual y emocional en ellos; y al mismo tiempo
una búsqueda en el modo, en la expresión, en la poética, lo cual no es poco.
Son libros que no solo cuentan una anécdota existencial, sino que elaboran un
pensamiento; se desgarran componiendo una melodía consciente.
-
Escogieron una novela y un libro de relatos publicados en los últimos años en
sellos internacionales. Hablando del panorama editorial boliviano en específico
y latinoamericano en general, en los últimos años se percibe la tendencia de
que varios de nuestros principales autores son publicados en el exterior y luego
recién en el país, o en su caso, en co-ediciones. Por otro lado, ¿será que como
nuestras librerías no logran cubrir una oferta acorde a sus pares de otras
capitales una opción para que los lectores bolivianos accedan a la buena
narrativa es lograr ediciones locales de escritores del resto del mundo? Parece
evidente que ambos casos son parte de una nueva tendencia literaria-editorial
sobre la que les pido una reflexión.
- (M.B.):
Ninguno de los grandes sellos editorial ha puesto un pie en Bolivia. Es un
mercado muy pequeño para ellos -que debemos seguir desarrollando-, por lo cual
somos literalmente “invisibles” e “inmunes” a las novedades literarias. La
necesidad genera sus propias estrategias de resistencia. Las editoriales
independientes están respondiendo al desafío de “ser” a pesar de todo. Es un
emprendimiento que como todo lo que se emprende puede fracasar, pero que al
parecer tiene y seguirá teniendo exploradores, dispuestos a conquistar nuevos
caminos. Estamos un poco cansadas de quejarnos. Actuamos para dejar de
quejarnos y ser un poco responsables de nuestros derroteros.
-
(G.R.): En esta situación, empezamos con un claro ejemplo de acción: Trías es
una escritora joven pero ya madura y que merece ser leída en muchas partes,
también en Bolivia. Eso es parte de nuestra filosofía: “también en Bolivia”.
--
Sobre No soñarás flores
Magela
Baudoin y Giovanna Rivero
Recuérdenla
bien, esta es Fernanda Trías, una Mantis de género cosmopolita cuyo vuelo
atraviesa las paredes del agobio y depreda con su oído-corazón las
arquitecturas -los genomas-, de simulacros y máscaras sociales.
¿Cómo tocar el vacío? ¿Cómo manipular ese fluido sutil, imponderable y elástico que como el éter lo llena todo de nada y la nada de ese todo que es la memoria?, pareciera que se pregunta la escritora. He ahí su destreza: narrar lo aparentemente inenarrable, las semillas del dolor, la temblorosa hazaña que es el apego a la vida. Y su pintura, que ocurre en las capas minuciosas de un hiperrealismo sensorial, no pierde en ningún momento profundidad sicológica. Al contrario, encuentra su fuerza simbólica en él, como cuando muestra las patas de dos bancos invertidos, que se ven en la madrugada lenta de un bar, como las ramas de árboles de invierno.
¿Cómo tocar el vacío? ¿Cómo manipular ese fluido sutil, imponderable y elástico que como el éter lo llena todo de nada y la nada de ese todo que es la memoria?, pareciera que se pregunta la escritora. He ahí su destreza: narrar lo aparentemente inenarrable, las semillas del dolor, la temblorosa hazaña que es el apego a la vida. Y su pintura, que ocurre en las capas minuciosas de un hiperrealismo sensorial, no pierde en ningún momento profundidad sicológica. Al contrario, encuentra su fuerza simbólica en él, como cuando muestra las patas de dos bancos invertidos, que se ven en la madrugada lenta de un bar, como las ramas de árboles de invierno.
En No soñarás flores hay flores, pero su
belleza es estéril, ha sido vencida en el plano real, pero subsiste como
entelequia, como aroma, como la prueba última de que la descomposición es, al
fin y al cabo, un destino inexorablemente humano.
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--
Sobre Lo que no tiene nombre
Giovanna
Rivero y Magela Baudoin
Una de
las formas más profundas del amor es la conversación. ¿Cómo seguir conversando
con el hijo que ha decidido partir, morir, interrumpir su existencia? Piedad
Bonnett escribe este hermoso, terrible y estremecedor testimonio para
comprender la profunda complejidad de esa decisión, pero también para abrazar
al hijo, a Daniel, desde los términos increíbles de la ausencia, la vida
compartida y la enfermedad mental.
En las
coordenadas actuales del sobrevalorado régimen de “lo normal”, hablar,
escribir, pensar, e incluso acariciar, una subjetividad de ruptura se hace
enormemente necesario. Bonnett nos acerca a esa herida innombrable -la
personalidad desgarrada- de un modo honesto y lleno de compasión. Porque honestidad
y compasión son las entradas al entendimiento de este oscuro resplandor.
La
escritura Mantis de la gran Piedad Bonnett es exactamente eso: la palabra
limpia, adolorida, bella y trascendental de quien primero pone el oído-corazón
en el rumor de la vida -y de la muerte- y luego cuenta y revela.
Lo que no tiene nombre es un título desnudo porque así
son los duelos. Nos complace y enorgullece acercar esta joya al lector
boliviano.
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¿Qué es ser una Mantis?
Magela Baudoin y Giovanna
Rivero
La mantis es una bestia
invertebrada cuya mala e injusta fama la precede. Todo porque puede, alguna
vez, devorar al macho durante el apareamiento. La maledicencia olvida, sin
embargo, que esta criatura es poderosa, no porque mate, sino porque lleva el oído
en el corazón. En esa caverna ella metaboliza la experiencia, la descompone, y
así, entre diástole y sístole, nos devuelve la vibración siempre única de una
verdad. Por eso la
elegimos, porque su poético cuerpo es a la vez manifiesto político y estético.
Sí, nuestra Mantis devora con amor al lector
y le ofrece a cambio una revelación. Escucha los latidos del mundo tóxico y
dolorido, los modula en su tórax e inventa con ellos relatos que muerden y
sangran, que abrazan y perdonan. Es fiel a la más noble vocación del editor: el
descubrimiento. Y sin necesidad de hacer sombra o de protegerse en ella,
sostenida en su magnífica y delicada estructura, sigue con curiosidad a sus
compañeras de ruta en este camino escogido, el de crear.
Es así que, con auténtica fe en esta
filosofía Mantis, las editoras nos hemos propuesto intervenir -desde la
publicación y los compromisos que este paso implica- en el gran tablero del
mercado, ese juego de capitales materiales y simbólicos que no siempre ofrece
los dados justos para visibilizar, leer y valorar la producción literaria de
las escritoras.
¿Qué es, pues, ser una Mantis?
Escribir como si se rezara al infinito universo. Narrar con el cuerpo. Masticar
el texto, depredarlo, amarlo.
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