Obra reunida de Hilda Mundy: Aclaratoriamente…
Cuando hay debate, en literatura, generalmente quiere decir que se está leyendo, y partir por ahí es esperanzador. Con este artículo -que responde a uno de similar detalle y extensión aparecido en LetraSiete el 22 de enero pasado-, suman ya al menos media docena de textos en repercusión de Obra reunida de Hilda Mundy, trabajado por Rocío Zavala para la BBB, y Bambolla Bambolla…, edición de Rodolfo Ortiz para La Mariposa Mundial. Remito al referido texto para seguir al detalle el “ida y vuelta” del debate: http://letrasietebolivia.blogspot.com/search?q=Hilda+Mundy+consideraciones
Rocío Zavala
Virreira
La presencia
ahora contundente de una escritora víctima de menosprecio y olvido -tanto por
parte de la autoridad literaria como de su propio círculo íntimo, hecho que aceleró
la dispersión y la desaparición de sus textos- es una presencia paradójica
hecha de las ausencias y los rasgos efímeros de una materia textual pensada
para la prensa en su intrínseca fragilidad. Más aún si hablamos de un proyecto
poético relacionado con la heteronimia y la anonimia. Esta inestabilidad
editorial y referencial, apreciada y trabajada por Hilda Mundy, no se acabará
con tres o más libros. Estos aparecerán, felizmente, para ratificar el carácter
inaprensible del texto mundyano.
En
fondo, son dos las cuestiones esenciales que aborda este artículo: aspectos de
la historia de mi investigación, por una parte; y por otra, la edición de Obra reunida (OR) de Hilda Mundy
(Biblioteca del Bicentenario de Bolivia, 2016).
Cada
publicación tiene sus objetivos, y los de una colección -cuánto más los de una
biblioteca nacional- responden a formatos que se sobreponen a la voluntad de
autores o responsables. Y la BBB, en su afán de llegar a los más con nuestras
mejores obras, ha privilegiado aspectos que están al margen de polémicas, en
este caso relacionadas a textos redescubiertos de un corpus y a su cotejo con otro
corpus.
Los
corpus nuevos, la disponibilidad o no de archivos, son temas densos y controvertidos
por lo arriba dicho; temas que merecen desarrollo en marcos de discusión académica,
pero nunca así como Rodolfo Ortiz dejó ver el 22 de enero pasado en este medio
en su artículo sobre OR, a saber: una
voluntad de revelar una
situación incomprensible; de reparar errores de una edición imprecisa mediante
la puesta en escena (publicitaria) de la verdadera precisión; de hablar de
falta de rigor para iluminar el verdadero rigor y el único trabajo in situ; de atribuirse el traje de
profesor de legitimidades e ilegitimidades al descubrir brillantemente que
había que visitar los archivos apropiados en colecciones hemerográficas.
Al margen de ataques desmedida e
inapropiadamente chilladores que solo denigran a su autor, aprovecho algunas de
sus aseveraciones para hacer varias aclaraciones necesarias. Pero antes de entrar en materia, como lo
escribí en OR, este libro tiene un
antecedente disponible (Zavala, 2013); a este trabajo académico me referiré, siempre
que sea necesario para defender mi autoría, esclarecer dudas, equivocaciones o
intentos de tergiversación.
Rodolfo
Ortiz debe saber que quien insiste, con la altura que emana de su artículo, en
cotejos referenciales con pretendidos fines de rigor investigativo, debe ser
mínimamente riguroso y no abundar en inexactitudes.
Investigación
En
primer lugar, se equivoca Ortiz al afirmar que el corpus con el que he
trabajado se constituye de una mayoría de fotocopias y
fotocopias de fotocopias. De un corpus de 118 textos, 50 pertenecen a los fondos del Centro
Documental de la Mujer “Adela Zamudio” (CDMAZ-CIDEM), otros cuatro son
fotocopias (fechadas y con nombre del periódico) que recibí en persona de los
investigadores Fabrizio Cazorla y por Marlene Durán en Oruro. Los 64 textos
restantes fueron reproducidos personalmente de la prensa original, in situ, si se quiere.
Los
archivos consultados a lo largo de mi investigación están detallados en mi
tesis (2013: 499-500). A la lista de los 12 fondos de archivo relativos a
Bolivia, debo añadir tres omisiones (lástima; no me olvidé sin embargo de nombrar
a sus propietarios o responsables): en La Paz, la biblioteca de Valentín Abecia
Baldivieso y la de la Academia Boliviana de la Lengua; y en Oruro, los archivos
de La Patria (mencionados no
obstante, puntualmente, por los específicos y rotundos vacíos que encontré con
respecto a los años de la guerra y la inmediata posguerra del Chaco [Zavala,
2013: 40]). Esta lista no comprende, obviamente, otras bibliotecas que solo
visité, o las entrevistas con personalidades que me procuraron o fotocopiaron documentos
valiosos. Fueron, pues, 15 los archivos consultados en Bolivia: Oruro, La Paz y
Sucre. La lista de archivos de OR (p.
56) es distinta: se trata de las colecciones de donde provienen los 118 textos redescubiertos
en mis investigaciones.
Con
respecto a la investigación en el CDMAZ-CIDEM, facilitada por Mary Marca y Lourdes Peñaranda (entonces directora y bibliotecaria
responsable, respectivamente), fotografié los textos de unas fotocopias de muy mala
calidad contenidas en un fólder cuyo origen no pudieron darme razón. Intenté,
naturalmente, indagar sobre la constitución de tal fólder y consecuentemente
sobre los originales, sabiendo que Sonia Montaño, fundadora del CIDEM, menciona
una copia de los escritos de Hilda Mundy depositada por su hija Silvia Mercedes
Ávila[1];
conociendo además la historia que me contó Guido Orías (yerno de Mundy) sobre la
maleta perdida de la escritora. Intenté incluso contactar a Montaño por
internet, pero no tuve respuesta.
Los
documentos de una tesis de doctorado (esto debe saberlo todo doctorando) y de
toda investigación, son de distinta índole: principales, secundarios,
originales o derivados (las clasificaciones son diversas). Única condición: explicitar
dicha índole para marcar los límites del tratamiento documentario. Hecho:
(Zavala, 2013: 40-44). La presentación que hago de los archivos del CDMAZ-CIDEM
es exhaustiva y habla no sólo de su carácter derivado sino también de una
confección que recorta, además del título del periódico en que aparece el
texto, la fecha y a veces hasta el texto mismo. En cuanto a OR, esta explicación aparecía en nota de
pie de página y fue enviada a los editores. Lamentablemente la quitaron y no lo
vi.
En todo caso, pese
al estado del fólder, encontrarlo fue una maravilla, y trabajar con él fue de
enorme utilidad, especialmente por las 11 Vitaminas
y, cómo no, por los textos de Dum dum. Ya
me había resignado a no ver un solo texto de este semanario, tras haber investigado
en estadías repetidas durante dos, tres o cuatro años en los archivos indicados.
Toda publicación teórica se enmarca en las fechas explícitas de sus referencias:
entre 2002 y 2012 ninguna biblioteca ni pública ni privada de los 15 archivos
consultados tenía un solo ejemplar original de Dum dum. Lo mismo en cuanto a El
Fuego, con una excepción: mi corpus tiene un ejemplar que pude fotografiar
de un original perteneciente a Fabrizio Cazorla. Ahora aparecen archivos otrora
no disponibles; por eso existe algo que se llama bibliografía y que sirve para
decir: he trabajado con esto y no con lo otro.
Con
relación a los archivos de Oruro, espacio faltaría para detallar las dificultades
allí encontradas para acceder a la documentación, especialmente en la hemeroteca
de la Biblioteca Municipal “Marcos Beltrán Ávila” (cf. Zavala, 2013: 39-40).
Ahí indico que tras dos estadías de investigación (limitadas por las fechas de
vacaciones universitarias en Francia), plagadas de dificultades en dichos
archivos, fue solo en una tercera estadía, mediante una credencial
(difícilmente obtenida) firmada en agosto 2007 por el alcalde de Oruro que se
me permitió acceder personalmente para buscar esos archivos que no estaban en
consulta libre. Solo a partir de entonces mi corpus, especialmente con relación
al diario La Mañana, se enriqueció
sólidamente y mi tesis pudo tomar los caminos que la definieron. Si la
situación ha cambiado en Oruro, si los archivos se hallan disponibles, es una estupenda
noticia para todos. No fue el caso durante los años de mi investigación.
El libro de la BBB
En
cuanto a la edición de OR: la
limitación del espacio que se me impuso alteró mi proyecto presentado en abril de
2015. Primera aclaración: mi proyecto comprendía dos elementos fundamentales:
el archivo iconográfico de los 118 textos de mi corpus y un cuadro con detalle
bibliográfico y comentarios de los textos redescubiertos. Mi voluntad
manifiesta en este sentido desmiente cualquiera de las tantas especulaciones torpemente
insinuadas o emitidas.
Segunda aclaración: los sistemas y formatos
de la BBB, definidos colectiva e institucionalmente, me dejaron al margen de
muchas decisiones formales. Por ejemplo, incluir Cosas de fondo y Pirotecnia,
aunque después vi la importancia de ofrecer, en un solo volumen y a un público
no necesariamente especializado, una lectura lo más compendiosa posible de esta
obra. Cuestión de objetivos. Otros aspectos, como la ortografía modernizada, requerían
para mí mayor discusión.
Es sabido que el autor o responsable de
libros recopilatorios en colecciones institucionales no puede controlar todo. Si
bien es cierto que el trabajo entró en imprenta estando yo presente en el país,
tras un trabajo mancomunado -intenso y muy agradable, por cierto- con la BBB,
mi supervisión no contempló omisiones sobre las que no se me consultó. Es
importante decirlo claramente porque establecer la existencia de tales
referencias es desbaratar todo intento de denigración que al señalar mi trabajo
está señalando también el trabajo de equipos altamente calificados, como los de
la BBB.
Obra reunida debió publicarse en 2015, apareció un año
después por reestructuraciones institucionales en la BBB. Pero el proyecto no
cambió: la BBB me contactó en razón de un trabajo académico reconocido en 2013.
Yo no tenía ni interés ni necesidad de correr detrás de otras publicaciones o
apariciones; de estas me enteré cuando mi trabajo ya estaba emprendido. ¿Y
desde cuándo hay que preocuparse por publicaciones ajenas antes de publicar? La
difusión plural del conocimiento es algo que solo puede inquietar a los
enemigos del conocimiento.
Textos de dudosa autoría y enmiendas
Respecto a la
inclusión de la selección de textos Dum
dum en OR (la misma selección de
mi tesis): ni atribuye firmas inexistentes ni es arbitraria. Primero: esta
inclusión se presenta bajo el signo de la hipótesis, afirmándose repetidamente
que ciertos seudónimos que aparecen en las páginas encontradas de Dum dum pueden o no pertenecer a la
autora. Es decir: hipótesis, es decir: suposición verificable o no. Hablo, por
ejemplo, de “un paisaje (hipotético) de diez nombres de pluma diferentes, […]
susceptible de modificarse con investigaciones posteriores” (trad. Zavala,
325-326). Segundo: esta inclusión se basa en un estudio sobre el universo
paratextual mundyano (Zavala: 313-338). OR
no trata (falta de espacio) de la paratextualidad, pero el cuadro enviado a los
editores detallaba claramente la cuestión de las firmas: heteronimia y
anonimia, es decir, explicitación de casos hipotéticos.
Otra inexactitud: la cuestión del
cha-cha-cha en el texto Vitaminas que habla de los bailes de
moda. Es un texto sin fecha: el archivo de origen no la contiene. Por eso se
habla de hipótesis. Ortiz transcribe “A cha-cha”, tal como yo misma escribí en
mi trabajo, solo que los editores lo enmendaron erróneamente y no lo vi. Lo
corregiremos.
Hubo enmiendas pertinentes. Por
haber leído, revisado, estudiado los textos de Mundy, y como todo investigador
que ha trabajado con la prensa de los años 20, 30, 40, sé que los errores de
composición tipográfica eran entonces moneda corriente. Existen escritos de la
autora a los que les falta toda una línea, los hay con texto volcado, etc. Sé
también que Mundy, al utilizar extranjerismos de todo tipo -principio
vanguardista- sufría también la “corrección” de editores, cajistas, etc. En
cuanto a una referencia concreta de Ortiz: he desarrollado ampliamente el tema
del mundo del espectáculo sin nunca utilizar la idea del cha-cha-cha. Esta hipótesis solo pretendía, en caso de verificación,
reforzar la idea de que Mundy no se
calló en 1936. Y esto lo he probado debidamente en mi trabajo.
Ortiz
cita “al azar” el Brandy cocktail que
aparece con fecha del 07.12.34; proviene del fólder CDMAZ-CIDEM y el mal
recorte le quitó aparentemente un numerito al día 7, es decir que se trata del
17 o del 27. Lo mismo para el Brandy
cocktail sin día, de diciembre 1934: mal recorte. En cuanto a los dos
errores de fecha (mi tesis contiene las fechas precisas), se subsanarán sin
perjuicio ni del libro de la BBB ni de los estudios mundyanos.
En
cuanto al El Fuego, y al cuento Excombatiente, la nota bibliográfica que
envié a los editores es: El Fuego, Oruro, s/nº, 24 de marzo 1936, p. 4. La
referencia incompleta y errónea en OR
(p. 252) no me corresponde. La abreviación de las referencias fue decisión de
los editores. Yo envié referencias bibliográficas exhaustivas que figuraban en
pie de cada uno de los textos. Respecto a la firma: si la trascribí es porque
figura en mis fuentes. Si Ortiz “dudaría en atribuírselo a Hilda Mundy”,
debería comenzar a dudar de su análisis lexical: mi archivo lo invalida. La
escritura mundyana es heterogénea y diversa, un ensayo permanente que es elogio
de la contradicción.
En
cuanto a La Retaguardia: se equivoca
otra vez Ortiz al ver errores donde no los hay. En la página 143 de OR que cita, figuran los meses de los
textos publicados de Hilda Mundy (esto lo hicieron los editores, pero no es
erróneo). Nadie habla de la aparición de La
Retaguardia. Otro error de Ortiz: el número 1 de ese periódico es del 22 (y
no del 20) de febrero de 1934, como explico en OR (p. 24). Fotocopié, in
situ, el número entero de los Archivos nacionales de Sucre ya en el año
2004.
El
proyecto de la BBB responde a objetivos específicos que perduran al margen de
polémicas que poco tienen que ver con intereses literarios, y a pesar de eventuales
problemas de coordinación entre sus múltiples actores. Aligerar y abreviar
referencias bibliográficas del corpus, sintetizar datos técnicos relativos a
los archivos, fue lo que –entiendo- primó en el trabajo de los editores. Si
bien las omisiones, errores u olvidos -relativos a un corpus de textos
redescubiertos y por redescubrir- tienen su importancia en el caso paradigmáticamente
atípico de Hilda Mundy, el libro de la BBB cumple ampliamente con sus objetivos:
llegar a un público grande que leerá y seguirá leyendo, en un volumen único, unos
escritos necesarios.
En
cuanto a mi trabajo de investigación, las referencias exhaustivas existen y están
disponibles. Obra reunida viene de un
trabajo que dialoga con investigaciones precedentes, citándolas como debe ser o
debatiendo con ellas con el respeto de rigor en marcos académicos. Lo que no
cupo en OR por limitación de espacio
o de objetivos, se publicará en otros medios. Lo referencialmente enmendable,
para mí como autora del estudio y editora responsable, puede y debe hacerse. Es
mínimo y no altera lo esencial de este libro como parte de una colección
privilegiada por sus alcances y su perdurabilidad.
[1] Artículo “Cosas de fondo”. Consultado en 2004 en www.fempress.cl/base/precursoras/cosasdefondo.htm,
No hay comentarios:
Publicar un comentario