domingo, 28 de mayo de 2017

Entrevista

Raúl Rivadeneira, crítico literario

Con esta entrevista publicada en presencia en 1998, el autor evoca al escritor y académico fallecido hace pocos días en La Paz.


Mario Castro 

Raúl Rivadeneira Prada, periodista, escritor, docente y académico de la lengua ha hecho varios importantes aportes a la bibliografía, especialmente con obras sobre investigación en comunicación social. Aquí conocemos algunas apreciaciones relacionadas con su libro de apuntes, semblanza y crítica literaria El grano en la espiga.

- Acaba de publicar El grano en la espiga, libro que recoge su labor de crítico literario. ¿Qué valor le asignas a la crítica?
- Mi interés por la crítica se despierta a los 22 o 23 años, cuando era estudiante de la universidad y actuaba también en el Teatro Experimental Universitario. Se escribían algunos comentarios acerca de la vida cultural del país, y eso me parecía algo importante. Contribuyó a incrementar mi interés el apoyo que recibí de monseñor Juan Quirós, el crítico mayor de las letras bolivianas. Él me recomendó algunas lecturas, entre ellas, por ejemplo, la del célebre Clarín, Leopoldo Alas; el español Alone, el chileno Hernán Díaz Arrieta, y el célebre tratado Criticando al crítico, de T.S. Eliot, el mayor crítico de habla inglesa.
Con estos elementos en la mano dije: “aquí hay algo creativo”. Cambió mi idea de que la crítica era solo buscar defectos o algunas virtudes en las obras ajenas y descubrí, con estas lecturas, que la crítica era también recreativa, es decir, que la crítica era una nueva creación acerca de otra u otras creaciones.

- Es evidente que quien tiene dominio de cierto campo puede servir de guía; sin embargo, en cada persona hay apreciaciones subjetivas particulares y las hay también en el crítico, de tal manera que ninguna crítica podría considerarse definitiva. ¿Estás de acuerdo?
 - La crítica es siempre provisional, está sujeta al error humano, es fundamentalmente subjetiva. Yo no creo en la crítica objetiva, lo que se conoce como crítica objetiva, en opinión de otros autores, en realidad es análisis. Hay que distinguir entre análisis literario y crítica literaria: el análisis debe utilizar instrumentos científicos de lenguaje, de medición, de semiología; la crítica es valorativa, es juicio de valor, es opinión y recreación; es un modo de ver una cosa desde una perspectiva particular; claro que esta perspectiva no tiene que ser arbitraria, ha de estar siempre en relación con la veracidad del texto y con las orientaciones generales del buen gusto, la ética y de la estética.

- En todo caso, parece que la crítica está inevitablemente ligada a la polémica
- Bueno, en la crítica sucede algo que dijo Leopoldo Alas en una carta a un sobrino, tratando de persuadirlo para que no se dedique a la crítica: “dedícate a cualquier otra cosa, porque si elogias a alguien y dices que su obra es buena éste va a quedar descontento o indiferente porque le va a parecer lo más natural que se diga que su obra es buena, y si dices que es mala se convertirá en tu enemigo, en tu enemigo mortal, nunca podrás satisfacer al autor de una obra criticada”.
Yo creo que la crítica debería levantar polémica precisamente para evitar la imagen de que el crítico dice la última palabra, para quitar esa sensación de que el crítico sepulta autores, mutila entusiasmos y talentos y encumbra gente que no debería encumbrar. La crítica debería abrirse desde la proposición recreativa hacia la discusión más abierta, en un terreno que podría llamarse el del debate crítico.

- En nuestro país hay carencia de críticos que traten con profundidad y seriedad muchas materias; los hay pero son excepciones. ¿A qué atribuyes esto?
- A varios factores. Podría reducirlos a tres fundamentales: el primero sería el aspecto económico, el crítico en Bolivia no gana lo suficiente para dedicarse a la crítica, tiene que hacer crítica después de hacer otras labores para poder satisfacer sus necesidades  de sobrevivencia en un medio en el que la vida se pone cada vez más difícil. El segundo es la falta de costumbre, de cultura crítica. Quizás se debe, un poco, a la psicología del boliviano: a la gente no le gusta que se le critique, la gente toma la crítica como una ofensa personal. A mí me sucedió una vez que con una dama, cuyo nombre no viene al caso, y con quien mantenía una buena amistad, tuve el siguiente diálogo:

- Quiero que leas mis poemas, me critiques y me des tu opinión.
- ¿Quieres que lo diga públicamente?
- Primero dímelo a mí, después si quieres lo dices públicamente, pero quiero conocer tu opinión.

Yo leí los poemas, era un mamarracho y le dije: “Tendrás que leer un poco más, consultar algunos autores, ver otra poesía, leer un poco de teoría literaria”, pero lo tomó como una ofensa y no me volvió a hablar más.
Finalmente, el oficio de crítico requiere algunos sacrificios, el crítico de literatura tiene que comprar libros, tiene que estar actualizado, eso significa una inversión. Tiene que estar permanentemente en contacto con la producción artística y eso significa tiempo.  Hay que prepararse, hay que mantener una constante actualización.

- ¿Consideras que para la crítica es fundamental la erudición?

- Tal vez no la erudición entendida como un conocimiento global y al mismo tiempo detallado de todos los elementos que constituyen un arte o una disciplina, cosa que es inalcanzable, pero sí una constante formación y dedicación. Y el cultivarse en otros campos, porque la mayor amplitud de conocimientos abre horizontes.

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