Blanca y radiante. Historia de la cocaína
Cocaína Andina. El proceso de una droga global es el libro de Paul Gootenberg que reconstruye más de 100 años de historia de esta sustancia, desde las primeras investigaciones decimonónicas que lograron aislar el alcaloide hasta el surgimiento de las redes latinoamericanas de narcotráfico. Esta entrevista fue publicada en una versión más extensa en Página 12 de Argentina; su autor la cedió gentilmente a LetraSiete.
Nicolás G. Recoaro
“Por todas las partes
de las Indias que yo he andado, he notado que los indios naturales muestran
gran deleitación en traer en las bocas raíces, ramos y yerbas… En el Perú, en
todo él se usó y usa traer esta coca en la boca, y desde la mañana hasta que se
van a dormir la traen sin la echar de
ella. Creo yo que algo lo debe de causar, aunque más me parece una costumbre
aviciada y conveniente para semejante gente que estos indios son”, especulaba en
1553 el cronista conquistador Pedro Cieza de León, en el clásico Crónica del Perú.
La “hoja divina de
los incas” casi nunca tuvo buena prensa. Resistida tempranamente por los
colonialistas europeos y los hombres de medicina, la coca se incorporó
tardíamente a la “revolución psicoactiva” en el naciente capitalismo de los
siglos XVII y XVIII. Un período extraordinariamente intenso de expansión global
y cambio en el estilo de vida y la conciencia social, alimentado por el consumo
de nuevos estimulantes coloniales como el café, el ron, el tabaco, el opio y el
intenso chocolate.
Este rechazo hacia la
coca comenzó a cambiar para principios de 1800. La botánica, la ciencia de los
alcaloides y las nuevas ideas sobre la racionalidad de los indígenas despertaron
una aletargada curiosidad por la Erythroxylon
coca. El “descubrimiento” europeo de
la cocaína alcaloidea en 1860, aislada definitivamente a partir de la hoja de
coca por un avanzado estudiante alemán de química, llamado Albert Niemann,
terminó con las especulaciones acerca de su vitalidad. Nacía la cocaína
científica. Ya sin el velo prejuicioso sobre la planta andina, las últimas
décadas del siglo XIX aceleraron de un modo frenético la experimentación con
este estimulante “caro y raro” que carecía de aplicaciones prácticas. La droga
“moderna” -como la llamó el historiador Joseph Spillane- encontró su función
como anestésico local recién en 1884. Los primeros investigadores de la cocaína
eran alemanes, rusos y británicos. También descollaron los poco reconocidos
peruanos. El joven doctor austríaco Sigmund Freud fue quizá el más famoso de
todos ellos. Fascinado por la “magia” de la droga, entre julio de 1884 y julio
de 1887, el padre del psicoanálisis publicó cinco célebres ensayos conocidos
como “los escritos sobre la cocaína”.
Mientras Freud experimentaba en Viena, un ignoto químico
limeño, Alfredo Bignon, ponía en jaque con sus investigaciones caseras al
monopolio de la producción mundial de la nueva “droga milagrosa”, que estaba en
poder de dos laboratorios alemanes, Merk y Gehe. Por esos años, el padre del
psicoanálisis apenas podía costear la droga, pero el olvidado peruano redujo su
costo en 100 veces en menos una década y ayudó a que estallara a nivel mundial
su uso médico y popular.
Esta y muchas historias más dan cuerpo a Cocaína Andina. El proceso de una droga global (de la editorial
gaucha Eudeba), el adictivo libro del historiador Paul Gootenberg, que abarca
más de 100 años de historia cocaínica. Desde las primeras investigaciones
decimonónicas que lograron aislar el alcaloide hasta la formación de las redes
latinoamericanas de narcotráfico que dominaron la segunda mitad del siglo XX; pasando por el boom
comercial de los afrancesados vinos de coca Vin Mariani, el crac del mercado
global, el frustrado trust estatal peruano y la política prohibicionista
norteamericana. No quedan afuera el golpe de Estado contra Allende, la
ascensión de la Coca-Cola y aun la caída de Pablo Escobar.
“Por las controversias acerca de las drogas
ilícitas, este es un tema muy atractivo, poco explorado desde la
historiografía, ni siquiera en países como Perú, y con una fuerte relevancia
social. Es un campo fascinante por la variedad de temas y disciplinas que
abarca, en lo que podríamos llamar la nueva historia de las drogas”, explica Paul Gootenberg en diálogo con LetraSiete
desde Nueva York, donde trabaja como profesor de historia y codirector de Estudios
Latinoamericanos en la Stony Brook University.
En Cocaína Andina, Gootenberg se propone dar cuerpo a esta nueva historia global de
las drogas ilícitas, haciendo foco en la cocaína, cuyo estudio solo se había
esbozado previamente a través de escritos médicos y periodísticos desde
perspectivas acaso temporal y espacialmente reducidas. “Este es un fenómeno tan grande y en muchos aspectos ‘amenazante’
-al igual que las políticas globales prohibicionistas que todavía se impulsan-
que vale la pena comprender en profundidad y desde nuevos ángulos de abordaje”.
La mano invisible
Cocaína Andina
permite entender el largo y complejo proceso de construcción de la cocaína como
una droga global, partiendo en 1850 y llegando hasta los años dulces de la
década de 1980. “En el comienzo de mi trabajo, no
imaginaba cubrir un rango tan amplio desde lo cronológico y lo geográfico. Una historia
de la cocaína que aborda el ascenso de la droga como una exportación legal y
reconocida (1850-1910), su caída en la ilegalidad (1910-1950) y la progresiva
conversión del pequeño comercio al auge del narcotráfico (1950-1980)”.
“En la primera parte
de mi carrera académica era un historiador económico un tanto convencional,
interesado en el auge de los commodities.
Por la década de 1990, la cocaína era una de las materias primas en auge, que
unía a los países andinos con la economía mundial. Por lo tanto, la cocaína era
una mercancía más, la cual decidí investigar”, reconoce Gootenberg. Para el académico, la hoja de coca andina y la cocaína
industrializada ofrecen un caso histórico impactante para reflexionar acerca de
las cadenas productivas. “La cocaína es el único complejo global de drogas que
surgió de fuentes indígenas y de empresarios americanos -explica. En su pico,
durante la década de 1990, llegó a mover entre 40 y 50 mil millones de dólares
al año. Uno de los mayores booms exportadores en la historia de la región. Y de
forma totalmente ilegal”.
- El libro tiene un profundo
trabajo de archivo que combinaste con incursiones en el territorio.
- Puse mucha energía en la búsqueda sistemática de nuevos materiales y de actores desconocidos en la historia de la cocaína. Busqué romper con los clichés y la visión eurocéntrica, incorporar el aporte andino y sudamericano sobre el tema. Gran parte de la investigación se llevó a cabo en Nueva York (en la Academia de Medicina), en Washington DC (en el Archivo Nacional, la Biblioteca Nacional de Medicina y las bibliotecas de la DEA), también en Londres, Lima y en la ciudad de Huánuco, que era la capital mundial del comercio legal de cocaína, en el Valle de Huallaga. Uno de los momento más extraños de la investigación se dio en las oficinas de la DEA, donde trabajaba mientras los agentes planificaban los primeros pasos de la ofensiva del Plan Colombia. También encontré en los archivos muestras de cocaína que tenían más de un siglo de antigüedad. No comprobé si las muestras seguían activas.
- Estados Unidos fue históricamente
el mayor consumidor y a la vez el principal impulsor de las políticas
prohibicionistas. ¿Cómo llegamos a la situación de guerra global contra el
narco?
- Estados Unidos ha sido la mayor “cultura de la droga” del mundo. A principios del siglo XX, ese uso problemático de drogas contribuyó a impulsar un esfuerzo misionero algo contradictorio para prohibir las drogas a nivel mundial, que con el tiempo fue consagrado en 1961 por las Naciones Unidas. Una cruzada impulsada por la arrogancia y el imperialismo occidental. La cocaína era un problema menor en la década del 60, pero luego de las políticas policiales, los traficantes se multiplicaron y profesionalizaron. El comercio se expandió: en 1980, entraron 100 toneladas de cocaína a EEUU, y en 1990, alrededor de 1.000 toneladas, pese a la guerra contra las drogas. Se persiguió sin distinciones a los cárteles colombianos y a los campesinos andinos pobres. Con terribles costos humanos en países como Bolivia, Colombia, Perú, y en los últimos años en México y Centroamérica. Por diversas razones, el impacto de la cocaína está disminuyendo actualmente en Estados Unidos, pero ha crecido enormemente desde el año 2000 en países como Brasil, quizá el principal consumidor de cocaína en el mundo, y en Argentina. Y también crece en algunos mercados europeos, africanos y asiáticos.
Blanca guerra
fría
La exportación y la consolidación de las políticas prohibicionistas en América Latina fueron logradas gracias a las alianzas de seguridad que se forjaron durante la Guerra Fría. Gootenberg explica que las élites políticas y militares sudamericanas se asustaron porque creían que las drogas serían una nueva fuente de subversión. “Las geografías de mercancías ilícitas y el contrabando –resalta- fueron moldeadas por los regímenes y los acontecimientos de la Guerra Fría, como la Revolución Boliviana (1952), la Revolución Cubana (1959), y el golpe instigado por Norteamérica contra Allende en Chile, que era en realidad la capital del tráfico de cocaína durante los años 50 y 60”.
La sangrienta dictadura de Pinochet, para complacer a Estados Unidos, desplazó rápidamente las crecientes rutas de tráfico de cocaína al norte de Colombia, donde la droga apenas existía antes de 1973. Gootenberg completa: “Las dictaduras de Argentina y Brasil también colaboraron. No creo que haya sido un accidente que la cocaína surgió con toda su fuerza durante la presidencia anticomunista de Richard Nixon (1969-1973), y estaba relacionado con las culturas y los acontecimientos políticos de la Guerra Fría”.
- Hoy en día sigue activo el estigma sobre la hoja de
coca, por ejemplo contra las políticas que lleva adelante el gobierno de Evo
Morales en Bolivia.
- El de Evo es un caso especial, y en cierto modo las políticas de Estados Unidos en contra de su gobierno parecen un retroceso a los viejos tiempos de la Guerra Fría. Por diversas razones, cuando el MAS de Morales asumió en 2006, se invirtieron las políticas antidroga de Estados Unidos contra la hoja de coca, que se habían vuelto impopulares en el país andino. Desde 2008, Bolivia exige en la ONU por los derechos de los indígenas a plantar coca, por medio del control social y comunitario. Según la mayoría de los especialistas, esta política está trabajando para contener la coca ilícita y la producción de cocaína. Y protege de manera especial a Bolivia del tsunami de violencia y violación de derechos que plagaron los programas de erradicación de drogas, como en el caso colombiano.
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