La vida está en otra parte
Edmundo Paz Soldán
98 grados sin sombra (Caballo de Troya), la nueva y espléndida
novela de Giovanna Rivero, cuenta la educación sentimental de Genoveva, la
narradora adolescente, distanciada de sus padres y rebosante de ternura hacia
Nacho, su hermano retardado.
Genoveva
vive en Montero, una ciudad que “disfruta” el auge del narcotráfico en la
Bolivia de mediados de los ochenta (la novela sirve de complemento y contraste
a Jonás y la ballena rosada).
En esa
ciudad paradójica, ese Culo del Mundo
en el que la modernidad y el progreso se miden de forma equivocada -hay,
digamos, muchas motocicletas importadas, pero las calles son de tierra-.
Genoveva
sueña con escapar. Con desaparecer, como en ese juego de la sombra que da
título a la novela y que practica de vez en cuando con su amiga Inés (“…paradas
allí, bajo el sol del casi mediodía, contamos los segundos que tardan nuestras
sombras en meterse bajo los pies igual que gusanos grasientos”).
Acompañada
de la filosofía “brutal, sincera” de su abuela Clara Luz y el cariño de su
amiga Inés, la mirada de Genoveva se posa, con lúcida y divertida ironía, en
las marcas de la época (el spray Aquanet, los Reebok, la música de Queen), en los
gestos provincianos de sus compañeras que se visten copiando a Madonna, en el ethos de un pueblo que “es solo un
puente entre ciudades más grandes donde hay trabajo de verdad, porque aquí lo
único a lo que se dedica la gente es al ‘negocio’”.
Pero esa
ironía no la puede proteger del deseo de irse y trascender. Su educación
disparatada, en la que caben tanto las enseñanzas de la revista Duda como
influyentes libros de época sobre encuentros con extraterrestres (Yo visité Ganímedes), la hará receptiva
a las enseñanzas del maestro Hernán, que sueña con escapes siderales gracias a
hojitas lisérgicas, viajes en ovnis en busca de la verdadera vida, que siempre
está más allá.
En 98 grados sin sombra, el delirio de
Giovanna Rivero está siempre al límite, con un registro engañoso, pues habla
con total control de una adolescente descontrolada. Genoveva parece saberlo
todo, pero en el fondo es una niña que solo quiere creer en algo. Es un
personaje entrañable que llegó para quedarse.
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