jueves, 20 de febrero de 2014

Comentario de 98 segundos sin sombra

La vida está en otra parte



Edmundo Paz Soldán

98 grados sin sombra (Caballo de Troya), la nueva y espléndida novela de Giovanna Rivero, cuenta la educación sentimental de Genoveva, la narradora adolescente, distanciada de sus padres y rebosante de ternura hacia Nacho, su hermano retardado.
Genoveva vive en Montero, una ciudad que “disfruta” el auge del narcotráfico en la Bolivia de mediados de los ochenta (la novela sirve de complemento y contraste a Jonás y la ballena rosada).
En esa ciudad paradójica, ese Culo del Mundo en el que la modernidad y el progreso se miden de forma equivocada -hay, digamos, muchas motocicletas importadas, pero las calles son de tierra-.
Genoveva sueña con escapar. Con desaparecer, como en ese juego de la sombra que da título a la novela y que practica de vez en cuando con su amiga Inés (“…paradas allí, bajo el sol del casi mediodía, contamos los segundos que tardan nuestras sombras en meterse bajo los pies igual que gusanos grasientos”).
Acompañada de la filosofía “brutal, sincera” de su abuela Clara Luz y el cariño de su amiga Inés, la mirada de Genoveva se posa, con lúcida y divertida ironía, en las marcas de la época (el spray Aquanet, los Reebok, la música de Queen), en los gestos provincianos de sus compañeras que se visten copiando a Madonna, en el ethos de un pueblo que “es solo un puente entre ciudades más grandes donde hay trabajo de verdad, porque aquí lo único a lo que se dedica la gente es al ‘negocio’”.
Pero esa ironía no la puede proteger del deseo de irse y trascender. Su educación disparatada, en la que caben tanto las enseñanzas de la revista Duda como influyentes libros de época sobre encuentros con extraterrestres (Yo visité Ganímedes), la hará receptiva a las enseñanzas del maestro Hernán, que sueña con escapes siderales gracias a hojitas lisérgicas, viajes en ovnis en busca de la verdadera vida, que siempre está más allá.

En 98 grados sin sombra, el delirio de Giovanna Rivero está siempre al límite, con un registro engañoso, pues habla con total control de una adolescente descontrolada. Genoveva parece saberlo todo, pero en el fondo es una niña que solo quiere creer en algo. Es un personaje entrañable que llegó para quedarse. 

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