sábado, 7 de febrero de 2015

Entrevista

Maxi Barrientos: la desaparición
como forma de terapia

La desaparición del paisaje (Periférica, 2015), la nueva novela del autor boliviano está a punto de ver la luz en España. El autor da algunas pautas sobre esta esperada obra que le tomó varios años de trabajo y que tuvo más de 20 versiones, y una crítica española alaba el trabajo y le augura una buena acogida en el panorama literario internacional.



 Martín Zelaya Sánchez

“Vitor Flanagan escapó de Santa Cruz porque su madre había muerto cuando él era niño, porque cuando se hacía adulto comprendió que irse era la única vía de no convertirse en su padre, un alcohólico que peleaba con cualquiera que se le pusiera enfrente. Doce años después de haber llevado una vida errática en Estados Unidos, vuelve a su ciudad tras haber perdido todo contacto con la gente que lo quiso”.
Así se puede resumir La desaparición del paisaje (Periférica, 2015) la nueva novela de Maximiliano Barrientos que en los próximos días empezará a circular en España. Pero esta es solo una de muchas maneras de explicarla. “Es una novela sobre la culpa, sobre la clase media cruceña, esa cosa difícil de precisar en tiempos de cambios sociales tan contundentes en Bolivia. Sobre cómo los hijos que nunca tendrán hijos sobrellevan el luto por la muerte del padre”, es otra.
Y también está la sinopsis “oficial” que preparó la editorial. “Fiel a cierta épica del regreso, la novela no cuenta la historia de una reconciliación, sino más bien la de un extrañamiento. (…) Tras años erráticos en EEUU (el protagonista) vuelve a su ciudad, donde tres mujeres suponen en el presente todo lo que fue su pasado: la viuda de su padre, su hermana, que alberga hacia él un resentimiento profundo por haber desaparecido de su vida, y su antigua novia, ahora casada con otro. Una novela sobre la responsabilidad que implica sobrevivir a las personas que se ama y sobre cómo asumir ese tipo de soledad: la soledad de ser un superviviente”.

Búsquedas, intenciones
“Me interesa narrar desde el inconsciente, me interesa que aquello de lo que no tengo control se filtre en lo que narro, hable a través de los personajes, los manipule, juegue con ellos”, me responde Maxi en un cuestionario que gentilmente contesta por correo electrónico desde su Santa Cruz en la que por estos días lee a Anne Phillips, entre varios otros libros de lector empedernido.
“Los libros que me interesa leer -escribió el año pasado en una ponencia que leyó en su participación en el FILBA en Buenos Aires-, los libros que quiero escribir ahora y en 30 años, cuentan la vida del cuerpo, son la síntesis de una experiencia vital…”.
Traigo todo esto a colación porque me parece esencial conocer -y re-conocer- al autor para tener una mejor y más certera aproximación a su obra, total, y en especial a esta La desaparición del paisaje, de la que Maxi y su editor Julián Rodríguez (que gentilmente medió para que la crítica española Natalia Zarco nos envíe una breve reseña que se adjunta en estas páginas) harán todo lo posible para que llegue a algunas librerías del país en los próximos meses.
Desde Edmundo Paz Soldán, el escritor boliviano más reconocido en el mundo, y referente de la mayoría de los narradores nacionales sub-40, hasta, precisamente estos autores de 20, 30 y cuarenta y tantos años, pasando por varios literatos latinoamericanos que en los últimos años se acercaron a las letras de Bolivia, hay una casi unánime certeza: que la narrativa boliviana de la última década está en su mejor momento, y que entre los tres o cuatro grandes protagonistas de este boom, está sin lugar a dudas Maximiliano Barrientos. Grandes razones para esperar la llegada de algunos ejemplares de La desaparición del paisaje a nuestras poco surtidas librerías.

- Algunos de tus personajes aparecieron en más de uno de tus anteriores libros. ¿Vuelves a recurrir a ellos en esta novela? ¿Mantienes los mismos intereses en la construcción de personajes y en la narración en general?
- No aparecen. No sé si es mi lugar decir cuánto de estos personajes estaba ya en los de Diario o en los de Fotos tuyas cuando empiezas envejecer. Creo que son los lectores los que deberían juzgar y contarme.
Me interesa narrar desde el inconsciente, me interesa que aquello de lo que no tengo control se filtre en lo que narro, hable a través de los personajes, los manipule, juegue con ellos. Yo miro y luego ordeno, recorto o añado de acuerdo a la ocasión. El verdadero trabajo siempre  tiene lugar en el proceso de edición.
Dicho esto, tengo la impresión de que en esta novela hay un mayor “color local”. En los personajes está presente de forma más acentuada que en otros libros la idiosincrasia de una clase media cruceña en la que crecí, con todos sus prejuicios y taras.

- Sobre todo en Hoteles se evidencian muchas “constantes visuales”, hace algunos meses en una entrevista reconociste la fuerte influencia del cine en tu literatura, sobre todo a la hora de editar. ¿Cuánto de lenguaje e influencias cinematográficas detectas en La desaparición del paisaje?
- Me interesa que el lenguaje sea concreto y visual, eso es algo que sin duda he aprendido del cine. Me interesa también una cualidad dual en el lenguaje que creo que está presente en esta novela: por un lado la austeridad y la contención, por otro lado el lirismo. Siempre busco esas oscilaciones en mi escritura.
Aprendí a editar mis libros viendo mucho cine, especialmente en lo referente al montaje. Esta novela tuvo 24 versiones, probé con distintas estructuras, ordené de distintas formas a los capítulos en los casi tres años de trabajo, hasta que finalmente decidí que esta era la más adecuada. 

- La desaparición y el regreso son constantes que hilan la novela. ¿Cómo llegaste a concebir este tema, a elegirlo? ¿Es parte de alguna tendencia social que observas… es sólo algo que te vino a la mente sin mayores razones? Te pregunto esto porque en Hoteles también se narra una “huida”, un intento por cortar amarras, por quemar las naves.
- Creo que los temas no se eligen, o al menos yo soy un escritor que no los elige. Y mucho más cuando hablamos de una novela, en la que se trata de diversas situaciones en función a un personaje. En un cuento ocurre el mecanismo opuesto: un personaje puesto en función de una sola situación.  
Tanto la novela como el cuento se me presentan como lugares en los que vivir, lugares que tengo que recorrer. En el cuento habito al lugar como turista, en la novela como un habitante con permiso de residencia. En ambos casos no creo que se trate de una elección, creo que se trata de intuiciones que intento dar forma narrativa.
Desde hace mucho me fascina la idea de la desaparición como forma de terapia. El viaje como un intento de desintegrar la personalidad en crisis. La desaparición del paisaje narra la contracara de ese gesto: el regreso, por eso en el fondo -a pesar del dolor narrado- creo que esta novela muestra un costado más optimista  que el que mostraba en Hoteles, ya que el personaje busca reconciliarse con las personas que dejó y que quedaron dañadas por la muerte de la madre del protagonista y por la locura del padre al intentar sobrellevar esa pérdida a través de violencia y de litros de whisky.
Es pertinente mencionar que el personaje central regresa cuando el padre ya está muerto, cuando esa verdadera reconciliación buscada ya es imposible y se tiene que dar en un plano diferente. Cabe aclarar que el regreso dispara la historia de esta novela, pero luego entran a escena otra serie de temas tanto o más importantes porque la novela abarca muchos años en la vida de este personaje.

- En 2013 leíste y prologaste una reedición de Tierra adentro, novela cruceña de inicios del siglo pasado que cuenta la historia de un joven de clase acomodada que regresa a su tierra tras muchos años, y fracasa en su intento de reintegrarse, reencontrarse. Por supuesto que es algo casual, pero ¿se podrían trazar algunos paralelos entre la historia de XXX Finot y la que cuentas en La desaparición del paisaje?
- Yo me fui a Iowa City con una beca de escritura en julio de 2012. Ya tenía una primera versión de La desesperación del paisaje, y cuando me tocó leer y prologar el libro de Finot, estaba en pleno proceso de edición.
Hay muchas diferencias entre los dos libros. Para comenzar, los móviles del regreso son distintos. El personaje de la novela de Finot no busca redimirse al volver a Santa Cruz. De hecho, su regreso es más bien caprichoso, se produce cuando el tío que le administra el dinero decide no enviárselo más y él no tiene otra opción que volver porque si no se muere de hambre en el extranjero.
Otra diferencia importante es el costado político y propagandístico que está en la novela de Finot y que en la mía no se da nunca. Son novelas muy distintas conectadas por un mismo gesto: el regreso. En ese gesto, a Finot le interesaba mostrar el contraste entre civilización (Europa) y barbarie (el oriente boliviano), el cruce de las dos miradas y cómo la segunda termina consumiendo a la primera en el propio corazón del personaje. En mi novela no se da esa dicotomía. Se trata entonces de dos sensibilidades muy distintas, de novelas completamente  diferentes.
Como dije antes, el regreso en La desaparición del paisaje es el disparador de la narración, lo que la inicia, pero luego aparecen otros temas. Supongo que es una novela sobre la familia, sobre el hecho atroz de sobrevivir a la familia, sobre ese tipo de soledad en la que vive todo aquel que se convierte en un sobreviviente.
Para mí es la forma más radical de soledad, no hay ninguna que se le compare. Todos tenemos muertos, todos mantenemos una relación particular con nuestros muertos, y creo que esa es una de las líneas que recorre la novela. Se inicia con un regreso pero en el fondo de lo que trata es de los muertos que viven en la cabeza del narrador. Es con ellos con quienes realmente intenta reconciliarse.
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Perfil del autor
Maximiliano Barrientos nació en Santa Cruz de la Sierra, en 1979. Es uno de los escritores latinoamericanos más relevantes de su generación. Sus artículos sobre literatura, música y cine, así como algunas de sus crónicas, han aparecido en las principales revistas y suplementos culturales de Bolivia. En 2009, su libro de relatos Diario (2009) recibió el Premio Nacional de Literatura de Santa Cruz. Sus dos primeros libros, Los daños (2006) y Hoteles (2007), fueron revisados, corregidos y transformados para convertirse en los volúmenes Fotos tuyas cuando empiezas a envejecer y Hoteles, publicados por Periférica en 2011 con gran éxito de crítica y en vías de traducción a diversas lenguas.
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 Los rincones ocultos del vacío humano

Natalia Zarco

“Siempre dejábamos encendido el televisor porque detestábamos el silencio”. La desaparición del paisaje es una novela que no se lee, pues es ella la que se instala en el lector, la que posee al lector. Este texto nos conduce, minuciosamente, casi con pudor, hacia los rincones más ocultos del vacío humano (como dijera Malcolm Lowry) y hacia un final extraordinario: de un simbolismo casi bíblico.
Vitor, el protagonista principal, vuelve al lugar del que lleva años huyendo, regresa al lugar de la herida de una forma extraña; no porque ésta haya sanado y se pueda olvidar, sino más bien al contrario, para volver a abrirla, para hurgar, para limpiar todo lo que quedó dentro y sigue infectado.
“En eso radicaba la desconfianza, quería que nos hubiéramos acompañado mientras nos hacíamos grandes, aunque luego nos hubiéramos hecho pedazos”. Vitor intenta huir de quien no ha querido ser… “Tosió, escupió agua. Tenía los ojos rojos, teñidos de miedo”. La cobardía, el extrañamiento, la ausencia, el miedo…
La desaparición del paisaje habla de todo ello, tal como se indica en el título, habla de la desaparición de todo aquello que nos acota y nos contextualiza, nos ata y nos hace pertenecer a algo; de la desaparición de todo aquello sin lo cual dejamos de ser quienes somos.
“Caminé en la noche sin divisar nada alrededor, cobijado por una oscuridad helada, hermosa”. Una voz sin duda singular en el panorama de la literatura actual, tanto de España como de las Américas.
Libro de madurez, libro que deja atrás la juventud (no sólo la del autor), en pocas ocasiones asistimos a una imbricación tan profunda entre el paisaje real y el paisaje de los afectos. Un postShepard, un psotCarver que solo tiene sentido en ese mundo boliviano de lugares y nombres propios. Un libro importante.



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