Alza tu copla, Nilo Soruco
El Espacio Simón
I. Patiño de La Paz y Zemlya Soruco organizaron una exposición
documental en homenaje al músico, profesor y líder sindical tarijeño Nilo
Soruco Arancibia.
La muestra rescata del archivo
familiar fotos de las diversas etapas de vida de Nilo, material audiovisual y
sonoro, su discografía como solista y como miembro del emblemático grupo Los
Montoneros de Méndez, recortes de periódicos, objetos personales y una rica
variedad de manuscritos, muchos de ellos con canciones inéditas de Nilo. Además
durante el tiempo que dure la actividad, habrá visitas guiadas a estudiantes y
un conversatorio sobre la vida y obra de Nilo Soruco.
A modo de trazar
una semblanza completa, de primera mano y muy emotiva del entrañable maestro,
Luis Rico, cantautor tupiceño, nos ofrece una crónica que pinta de cuerpo
entero al autor de La vida es linda.
Luis Rico
Conocí a Nilo
Soruco el año 1967 cuando la dictadura militar de René Barrientos teñía con
sangre los campamentos mineros de Bolivia. En las noches de guitarra
compartida, disfrutábamos de los nuevos grupos musicales del folklore; grandes
noticias llegaban de Tarija en las voces de Los Montonero de Méndez, grupo
musical formado por el maestro Hugo Monzón en franca coincidencia poética,
musical y política con Nilo Soruco. Y con ellos, el poeta Luis Aldana, el
maestro de guitarra Ciscar Gálvez, Vicente “Sapo” Mealla y las bellas Norma Gálvez
y Florinda Aparicio para darle al grupo el aire y el sabor del valle que
acaricia el río Guadalquivir. Era agradable escucharlos cantando las cuecas más
bellas a partir de la emblemática Moto
Méndez:
Soy de aquel
pueblo de las
flores
del valle
andaluz
bañado de luz
ebrio de
colores.
Viva mi valle
florido
que es jardín de
amor
de rosas en flor
es un verde
nido.
Por el Moto
Méndez
que nació en mi
pueblo
canto con el
alma
la cueca chapaca
viva San
Lorenzo.
Por aquellos
días también, Nilo Soruco compuso la canción dedicada al dirigente minero
Rosendo García, emblemático trabajador de la mina de Siglo XX.
Han matao a mi
padre
por qué será
han matao a mi
padre
en la noche de
San Juan.
Cuatro balas
asesinas
lo mataron a
papá.
Mi madre lo
esperaba
con su tasita de
té
un poquito de
singani
pero él ya no
volvió.
Rosendo García,
minero y
dirigente
te mataron, te
mataron
en la noche de
San Juan.
Con ruido de
gorras,
de botas y
fusiles,
vinieron y
mataron,
en la noche de
San Juan.
Esta canción,
sin lugar a dudas, cimentó la línea temática de aquel grupo musical: la canción
política de protesta, todo bajo el liderazgo e influjo de Soruro cuyo talento
artístico era tan genuino y poderoso como su sensibilidad y compromiso político
y social. Con el abundante repertorio, intercalado con picarescos cuentos
chapacos a cargo del “Sapo” Mealla y la poesía costumbrista a cargo del
violinista Lucho Aldana, viajaban a las provincias donde era fácil conquistar al
público ansioso de ver traducidas en canciones, las costumbres heredadas.
Una noche de preparación
navideña, recuerdo muy bien, cantaban en el Teatro Municipal Suipacha de Tupiza,
las bellas voces de la Norma y la Florinda:
Tantas idas y
venidas
tanto pasar por
aquí,
se han de acabar
tus zapatos
y no has de
gozar de mí.
El público batía
palmas en cada picaresco bailecito, en cada cueca de polleras al viento, se
desbordaban las carcajadas en cada chiste chapaco y en cada poesía
costumbrista.
Ya reconocido en
todo el país, Nilo tomó conciencia de que era tiempo de luchar, desde su oficio
de poeta y guitarrero, por la recuperación de la democracia y la justicia
social. Así fue que musicalizó muchos versos del poeta de los niños, Oscar
Alfaro, equilibrando inteligentemente su militancia política en los momentos
más difíciles de los gobiernos dictatoriales, hecho que, no obstante, le costó prisión, tortura y exilio.
Bolivia,
corazón de América
1978. Después de
tanto escenario, después de tantas asambleas, después de tanta clandestinidad,
después de tanta prisión y tanto exilio, Nilo Soruco el maestro, el cantor
popular, el eterno enamorado de la tierra chapaca, había vuelto de Venezuela.
Una noche visitó
la Peña Naira para proponernos compartir escenarios en una gira por todo el
país. Aceptamos el desafío y empezamos a viajar coreando la frase: “Bolivia, corazón
de América”.
Ahí estaban los
tres estilos diferentes, Ernesto Cavour con su charango, Nilo Soruco con su
compromiso militante y el que hoy les cuenta, cantando esta historia de
compromiso con la democracia. Visitamos los centros mineros, La Paz, Oruro,
Santa Cruz, Cochabamba, Sucre, Potosí, Tupiza y terminamos en Tarija.
Esa noche final,
en la capital chapaca, cantamos como nunca: “lindu…”. Con el sonido perfecto,
el público disfrutaba de tres estilos que movían los sentimientos llevándolos a
los lugares más lindos del folklore, pero también, instándoles a reflexionar
sobre las páginas más oscuras de la historia: las dictaduras, y motivando su
esperanza de lucha por la utopía de la unidad latinoamericana.
Después de
cantar en el Patio Prefectural pleno de chapacos cantores, fuimos a tomar vino
y planificar el futuro. Luego de varias botellas, Nilo Soruco se despidió
recordándonos: “No se olviden que mañana estamos invitados a un “asao”.
A la mañana
siguiente, Nilo llegó al hotel y nos contó que, cuando volvía a su casa,
encontró a un “chapaquito curao” que
cantaba:
Qué lejos estoy,
qué lejos estoy
de mi ansiedad
mi río, mi sol,
mi cielo
llorando estarán.
Nunca el mal
duró cien años
ni hubo cuerpo
que resista
ya la pagarán,
no llores prenda
pronto volveré.
“Incentivado por
el éxito del concierto –contaba Nilo-, me acerqué al paisano curao, lo abracé
por el hombro y le pregunté: Cumpa, ¿usted sabe de quién es esa canción? El chapaquito se dio la vuelta y respondió: ‘A
mí qué mierda me importa el autor, ¡déjeme con mis sentimientos!’”.
Fueron muchos
los sentimientos con que se cantó esta canción durante tantos años. Un militar
vestido de civil, cantaba en una fiesta:
Ya la pagarás
“rojo” de mierda
pronto volveré.
Mucho después,
recordando todos estos episodios, valorando a distancia su enorme legado, decidí
componer una canción en honor de nuestro compañero y fui a Tarija para
estrenarla. Pregunté por Nilo… Todos me daban la referencia del mediodía y la
esquina de la plaza donde todos los días pasaba “putiando para el gobierno”.
- Hola Nilo -le
saludo.
- Hola Rico,
¿qué estás haciendo aquí?
- He venido a
cantar en La cabaña de don Pepe, y vengo a invitarlo para que venga a escuchar
una canción que he hecho en su homenaje.
- ¿Acaso ya mey
muerto…? -me reclama.
- Porque no se
ha muerto he venido a invitarlo pues, porque si se hubieras muerto, ya pa’ qué…
Cueca
para Nilo Soruco
Cuando la luna
de plata
regalaba su
fulgor
salió el
jilguero chapaco
cantando coplas de
amor,
regalando
serenatas
a la flor de su
balcón.
Era racimo en la
viña,
agua del
Guadalquivir,
era amador de amancayas
e incentivaba el
vivir.
Eso era el Nilo
Soruco
Pa’ quien va
todo el sentir.
Cuando la patria
sangraba,
herida del
corazón,
se alzó su copla
cantada,
en el verso y la
canción,
se escuchaba su
consigna
en todita la nación.
Y cuando afuera
lo echaron,
lejos del
Guadalquivir,
cantando La caraqueña,
lograba
sobrevivir.
Hermosas canciones y letras que nunca morirán.. Igual que su recuerdo. .Gracias don Nilo
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