Conitzer
Apuntes del autor-editor en torno al libro en preparación -en La Mariposa Mundial- del escritor Juan Conitzer.
Rodolfo Ortiz
Esta columna finalmente, sin razón de ser, terminará
en citas largas, irresponsables. Primero, por ejemplo, esto que digo sobre el
último libro de Juan Conitzer, en preparación hacia sus Escritos completos, y en suma
un fragmento por pura algarabía. Este es el último libro que publicó Juan
Conitzer. Lo tengo aquí, en las manos, en el bolsillo, otra vez en las manos. Complejo
y abundante en sus apenas 58 páginas, y otras tantas previas o posteriores, no
incluidas, o sí. Este libro consigna el sello Yolanda Francisca Editores. La
Paz, 2008. Mabel Fava, hacia el final de esta edición, me entregó unas hojas
sueltas, en Sopocachi, que ordenándolas en cotejo resultaron ser las versiones
preliminares de este libro. Maravillosas versiones. Ya el afán y la sorpresa,
el resto vital, callaron la aventura de sus secuencias, variantes,
vacilaciones, que al cabo a veces desechadas, incorporadas apenas, solo podrían
decir del alma de un escritor, no de su futuro. Todo esto, que ameritaría un
trabajo en sí mismo abierto y detallado de una obra dada para la destrucción de
un lector, vuelve en una pureza relativa; a cierta hora en la que las manos
pasan las hojas para no (más) escribir. Se halla un libro. Y en tratándose de
un libro único, y desde el cual Conitzer comprende la voz unísona de su
práctica, no hay soslayo posible a tal equiparación. En una versión dice, por
ejemplo, en primera persona: No voy a
morir, ni mucho menos; escribo e ilustro, ilustro y escribo, publico y
distribuyo, mi corazón se hace cada día más cristalino. Cuando en la otra
versión escuchamos, desde otra parte y a la par: No vas a morir ni mucho menos, escribes e ilustras, ilustras y
escribes, publicas y distribuyes, eso hace que tu corazón sea más cristalino
cada día. En este último libro participó como “colabor(r)ador número uno”
su hijo Cristian Conitzer. El libro tiene dos inscripciones en la tapa/cuadro
(la segunda transcrita más abajo) y también una hoja suelta con textos que el
autor adjuntó luego de la impresión de los ejemplares y que indica, casi al
final, que “[E]ste libro se terminó de imprimir el 6 de octubre de 1999”. Según
indican los hijos, al unísono, esta publicación reúne los últimos textos
escritos por su padre. Y por sí sola, habría que decir, sus hojas como siempre
nunca las últimas, asaz y otrora. El libro por lo mismo se titula ¡Como esté!, un nombre tajante, mordaz, de
empapelado y traspapelado, que llega del humo de una locomotora con locomotor
de papel. En algún momento este libro se llamó ¡Como sea!, ya en sí tajante, según una hoja preliminar lo
confirma, pero en suma es que ambos, ese sea
y ese esté, el ojo navegando a
contrapelo, sea así en este día, de martes, y de otros.
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