Maxi Barrientos: la desaparición
como forma de terapia
La desaparición del paisaje (Periférica, 2015), la nueva novela del autor boliviano está a punto de ver la luz en España. El autor da algunas pautas sobre esta esperada obra que le tomó varios años de trabajo y que tuvo más de 20 versiones, y una crítica española alaba el trabajo y le augura una buena acogida en el panorama literario internacional.
Martín Zelaya Sánchez
“Vitor Flanagan escapó de Santa Cruz porque su madre había
muerto cuando él era niño, porque cuando se hacía adulto comprendió que irse
era la única vía de no convertirse en su padre, un alcohólico que peleaba con
cualquiera que se le pusiera enfrente. Doce años después de haber llevado una
vida errática en Estados Unidos, vuelve a su ciudad tras haber perdido todo
contacto con la gente que lo quiso”.
Así se puede resumir La
desaparición del paisaje (Periférica, 2015) la nueva novela de Maximiliano
Barrientos que en los próximos días empezará a circular en España. Pero esta es
solo una de muchas maneras de explicarla. “Es una novela sobre la culpa, sobre
la clase media cruceña, esa cosa difícil de precisar en tiempos de cambios
sociales tan contundentes en Bolivia. Sobre cómo los hijos que nunca tendrán
hijos sobrellevan el luto por la muerte del padre”, es otra.
Y también está la sinopsis “oficial” que preparó la
editorial. “Fiel a cierta épica del regreso, la novela no cuenta la historia de
una reconciliación, sino más bien la de un extrañamiento. (…) Tras años
erráticos en EEUU (el protagonista) vuelve a su ciudad, donde tres mujeres
suponen en el presente todo lo que fue su pasado: la viuda de su padre, su
hermana, que alberga hacia él un resentimiento profundo por haber desaparecido
de su vida, y su antigua novia, ahora casada con otro. Una novela sobre la
responsabilidad que implica sobrevivir a las personas que se ama y sobre cómo
asumir ese tipo de soledad: la soledad de ser un superviviente”.
Búsquedas, intenciones
“Me interesa narrar desde el inconsciente, me interesa que
aquello de lo que no tengo control se filtre en lo que narro, hable a través de
los personajes, los manipule, juegue con ellos”, me responde Maxi en un
cuestionario que gentilmente contesta por correo electrónico desde su Santa
Cruz en la que por estos días lee a Anne Phillips, entre varios otros libros de
lector empedernido.
“Los libros que me interesa leer -escribió el año pasado en
una ponencia que leyó en su participación en el FILBA en Buenos Aires-, los
libros que quiero escribir ahora y en 30 años, cuentan la vida del cuerpo, son
la síntesis de una experiencia vital…”.
Traigo todo esto a colación porque me parece esencial
conocer -y re-conocer- al autor para tener una mejor y más certera aproximación
a su obra, total, y en especial a esta La
desaparición del paisaje, de la que Maxi y su editor Julián Rodríguez (que
gentilmente medió para que la crítica española Natalia Zarco nos envíe una
breve reseña que se adjunta en estas páginas) harán todo lo posible para que
llegue a algunas librerías del país en los próximos meses.
Desde Edmundo Paz Soldán, el escritor boliviano más
reconocido en el mundo, y referente de la mayoría de los narradores nacionales
sub-40, hasta, precisamente estos autores de 20, 30 y cuarenta y tantos años,
pasando por varios literatos latinoamericanos que en los últimos años se
acercaron a las letras de Bolivia, hay una casi unánime certeza: que la
narrativa boliviana de la última década está en su mejor momento, y que entre
los tres o cuatro grandes protagonistas de este boom, está sin lugar a dudas
Maximiliano Barrientos. Grandes razones para esperar la llegada de algunos
ejemplares de La desaparición del paisaje
a nuestras poco surtidas librerías.
- Algunos de tus
personajes aparecieron en más de uno de tus anteriores libros. ¿Vuelves a
recurrir a ellos en esta novela? ¿Mantienes los mismos intereses en la
construcción de personajes y en la narración en general?
- No aparecen. No sé si es mi lugar decir cuánto de estos
personajes estaba ya en los de Diario
o en los de Fotos tuyas cuando empiezas
envejecer. Creo que son los lectores los que deberían juzgar y contarme.
Me interesa narrar desde el inconsciente, me interesa que aquello
de lo que no tengo control se filtre en lo que narro, hable a través de los
personajes, los manipule, juegue con ellos. Yo miro y luego ordeno, recorto o
añado de acuerdo a la ocasión. El verdadero trabajo siempre tiene lugar en el proceso de edición.
Dicho esto, tengo la impresión de que en esta novela hay un
mayor “color local”. En los personajes está presente de forma más acentuada que
en otros libros la idiosincrasia de una clase media cruceña en la que crecí,
con todos sus prejuicios y taras.
- Sobre todo en Hoteles se evidencian muchas “constantes
visuales”, hace algunos meses en una entrevista reconociste la fuerte
influencia del cine en tu literatura, sobre todo a la hora de editar. ¿Cuánto
de lenguaje e influencias cinematográficas detectas en La desaparición del paisaje?
- Me interesa que
el lenguaje sea concreto y visual, eso es algo que sin duda he aprendido del
cine. Me interesa también una cualidad dual en el lenguaje que creo que está
presente en esta novela: por un lado la austeridad y la contención, por otro
lado el lirismo. Siempre busco esas oscilaciones en mi escritura.
Aprendí a editar mis libros viendo mucho cine, especialmente
en lo referente al montaje. Esta novela tuvo 24 versiones, probé con distintas
estructuras, ordené de distintas formas a los capítulos en los casi tres años
de trabajo, hasta que finalmente decidí que esta era la más adecuada.
- La desaparición y
el regreso son constantes que hilan la novela. ¿Cómo llegaste a concebir este
tema, a elegirlo? ¿Es parte de alguna tendencia social que observas… es sólo
algo que te vino a la mente sin mayores razones? Te pregunto esto porque en Hoteles también se narra una “huida”, un
intento por cortar amarras, por quemar las naves.
- Creo que los temas no se eligen, o al menos yo soy un escritor
que no los elige. Y mucho más cuando hablamos de una novela, en la que se trata
de diversas situaciones en función a un personaje. En un cuento ocurre el
mecanismo opuesto: un personaje puesto en función de una sola situación.
Tanto la novela como el cuento se me presentan como lugares
en los que vivir, lugares que tengo que recorrer. En el cuento habito al lugar
como turista, en la novela como un habitante con permiso de residencia. En
ambos casos no creo que se trate de una elección, creo que se trata de
intuiciones que intento dar forma narrativa.
Desde hace mucho me fascina la idea de la desaparición como
forma de terapia. El viaje como un intento de desintegrar la personalidad en
crisis. La desaparición del paisaje
narra la contracara de ese gesto: el regreso, por eso en el fondo -a pesar del
dolor narrado- creo que esta novela muestra un costado más optimista que el que mostraba en Hoteles, ya que el personaje busca reconciliarse con las personas
que dejó y que quedaron dañadas por la muerte de la madre del protagonista y
por la locura del padre al intentar sobrellevar esa pérdida a través de violencia
y de litros de whisky.
Es pertinente mencionar que el personaje central regresa
cuando el padre ya está muerto, cuando esa verdadera reconciliación buscada ya
es imposible y se tiene que dar en un plano diferente. Cabe aclarar que el regreso
dispara la historia de esta novela, pero luego entran a escena otra serie de
temas tanto o más importantes porque la novela abarca muchos años en la vida de
este personaje.
- En 2013 leíste y
prologaste una reedición de Tierra
adentro, novela cruceña de inicios del siglo pasado que cuenta la historia
de un joven de clase acomodada que regresa a su tierra tras muchos años, y
fracasa en su intento de reintegrarse, reencontrarse. Por supuesto que es algo
casual, pero ¿se podrían trazar algunos paralelos entre la historia de XXX Finot
y la que cuentas en La desaparición del
paisaje?
- Yo me fui a Iowa City con una beca de escritura en julio de
2012. Ya tenía una primera versión de La
desesperación del paisaje, y cuando me tocó leer y prologar el libro de
Finot, estaba en pleno proceso de edición.
Hay muchas diferencias entre los dos libros. Para comenzar,
los móviles del regreso son distintos. El personaje de la novela de Finot no
busca redimirse al volver a Santa Cruz. De hecho, su regreso es más bien caprichoso,
se produce cuando el tío que le administra el dinero decide no enviárselo más y
él no tiene otra opción que volver porque si no se muere de hambre en el
extranjero.
Otra diferencia importante es el costado político y
propagandístico que está en la novela de Finot y que en la mía no se da nunca.
Son novelas muy distintas conectadas por un mismo gesto: el regreso. En ese
gesto, a Finot le interesaba mostrar el contraste entre civilización (Europa) y
barbarie (el oriente boliviano), el cruce de las dos miradas y cómo la segunda
termina consumiendo a la primera en el propio corazón del personaje. En mi
novela no se da esa dicotomía. Se trata entonces de dos sensibilidades muy
distintas, de novelas completamente diferentes.
Como dije antes, el regreso en La desaparición del paisaje es el disparador de la narración, lo
que la inicia, pero luego aparecen otros temas. Supongo que es una novela sobre
la familia, sobre el hecho atroz de sobrevivir a la familia, sobre ese tipo de
soledad en la que vive todo aquel que se convierte en un sobreviviente.
Para mí es la forma más radical de soledad, no hay ninguna
que se le compare. Todos tenemos muertos, todos mantenemos una relación
particular con nuestros muertos, y creo que esa es una de las líneas que
recorre la novela. Se inicia con un regreso pero en el fondo de lo que trata es
de los muertos que viven en la cabeza del narrador. Es con ellos con quienes realmente
intenta reconciliarse.
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Perfil del autor
Maximiliano Barrientos nació en Santa Cruz de la Sierra, en
1979. Es uno de los escritores latinoamericanos más relevantes de su
generación. Sus artículos sobre literatura, música y cine, así como algunas de
sus crónicas, han aparecido en las principales revistas y suplementos culturales
de Bolivia. En 2009, su libro de relatos Diario
(2009) recibió el Premio Nacional de Literatura de Santa Cruz. Sus dos primeros
libros, Los daños (2006) y Hoteles (2007), fueron revisados,
corregidos y transformados para convertirse en los volúmenes Fotos tuyas cuando empiezas a envejecer
y Hoteles, publicados por Periférica
en 2011 con gran éxito de crítica y en vías de traducción a diversas lenguas.
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Los rincones ocultos
del vacío humano
Natalia Zarco
“Siempre dejábamos encendido el televisor porque
detestábamos el silencio”. La
desaparición del paisaje es una novela que no se lee, pues es ella la que
se instala en el lector, la que posee al lector. Este texto nos conduce,
minuciosamente, casi con pudor, hacia los rincones más ocultos del vacío humano
(como dijera Malcolm Lowry) y hacia un final extraordinario: de un simbolismo
casi bíblico.
Vitor, el protagonista principal, vuelve al lugar del que
lleva años huyendo, regresa al lugar de la herida de una forma extraña; no
porque ésta haya sanado y se pueda olvidar, sino más bien al contrario, para
volver a abrirla, para hurgar, para limpiar todo lo que quedó dentro y sigue
infectado.
“En eso radicaba la desconfianza, quería que nos hubiéramos
acompañado mientras nos hacíamos grandes, aunque luego nos hubiéramos hecho
pedazos”. Vitor intenta huir de quien no ha querido ser… “Tosió, escupió agua.
Tenía los ojos rojos, teñidos de miedo”. La cobardía, el extrañamiento, la
ausencia, el miedo…
La desaparición del
paisaje habla de todo ello, tal como se indica en el título, habla de la
desaparición de todo aquello que nos acota y nos contextualiza, nos ata y nos
hace pertenecer a algo; de la desaparición de todo aquello sin lo cual dejamos
de ser quienes somos.
“Caminé en la noche sin divisar nada alrededor, cobijado por
una oscuridad helada, hermosa”. Una voz sin duda singular en el panorama de la
literatura actual, tanto de España como de las Américas.
Libro de madurez, libro que deja atrás la juventud (no sólo
la del autor), en pocas ocasiones asistimos a una imbricación tan profunda
entre el paisaje real y el paisaje de los afectos. Un postShepard, un
psotCarver que solo tiene sentido en ese mundo boliviano de lugares y nombres
propios. Un libro importante.
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