Humus Literario
Reseña de una de las célebres revistas concebida por Humberto Quino; un prototipo de las publicaciones de número único.
Omar
Rocha Velasco
Muchas
revistas nacen y mueren en el primer número, esa condición efímera amplifica y
exacerba lo que es una “hoja volante” y su función simbólica.
Una
revista se sostiene en un impulso que se convierte en acto, es un gesto que
concretiza su materialidad en unas cuantas hojas. Esta es una de las razones
que hace que las revistas literarias no sean el objeto de estudio preferido de
los investigadores, el libro es más importante y goza de más prestigio porque
las hojas volantes son de difícil acceso, obedecen más al fragmento que a la
totalidad, son efímeras, su aparición es discontinua y su circulación limitada.
Uno
de los más grandes impulsores de revistas que fueron del número uno al número
uno, o que en un solo volumen contuvieron, de una vez y para siempre, la serie
que va del uno al cien, es Humberto Quino Márquez.
Como
una rara avis del abanico que
generalmente se cita como revistas comandadas y dirigidas por este gran poeta (Papel Higiénico, Tiro al Aire, Dador,
Camarada Máuser, etc.) encontramos Humus
Literario, revista cuyo primer y único número salió a la luz en diciembre
de 1972.
Por
esas páginas alternan también Mónica Vera, Armando Paco Gareca y Alberto Rojas,
y el número va ilustrado con dibujos de Carlos Romero.
Fue
una revista de tendencia “rupturista”, y como tal las palabras iniciales las
recogen de Jean Paul Sartre: “hablar es actuar (…) toda cosa que se nombra ha
perdido su inocencia”; esa jauría estuvo convencida del poder de la palabra y
su capacidad transformadora:
HUMUS
es PUEBLO
HUMUS
es COMPROMISO
HUMUS
es la VOZ de los sin VOZ
HUMUS
es ICONOCLASTA e IDEOCLASTA
HUMUS
es la insurrección en la literatura
HUMUSESLAINSURRECCIONENLALITERTURA
Fue
una revista muy crítica con el medio literario. Habló de las “mafias y roscas
literarias” que se ocupan de monopolizar los medios y ahogar cualquier intento
de rebeldía. ¡NO ACEPTAMOS EL DOMESTICAMIENTO!, dice Humberto Quino
enfáticamente y con mayúsculas.
La
revista plantea el “realismo vitalista” como horizonte de lucha y creación (es
inevitable pensar en Roberto Bolaño y el real visceralismo; no es difícil
imaginar a los perros románticos de Quino, aunque ellos mismos se autodenominan
bichos raros, andando por las calles paceñas mascullando el real vitalismo y a
los perros románticos que anduvieron por las calles del DF mascullando el real
visceralismo).
Los
“vitalistas” creían que se podía resolver la separación de algunos pares
dicotómicos: vida y obra, contemplación y acción, creación y denuncia, etc.
La
rebeldía desbordante adquirió la forma de los manifiestos vanguardistas que no
se cansaban ni guardaban de denunciar, inquirir y cuestionar:
INSURGIMOS
contra la tradicional irresponsabilidad del escritor dominguero (…)
INSURGIMOS
contra los grupículos letrados que fabrican “literatura” para consumo de
“inocentes o de crápulas” (Julio Cortázar).
La
insurgencia literaria de Humus aunaba
literatura y “problemas que afligen a la sociedad”. Para este movimiento real
vitalista, la pseudo literatura era la que se alejaba de la denuncia
permanente.
La
figura de creador literario (artístico en general) que promovía esta revista era
la del “testigo” que luego daba cuenta de lo que había visto u oído, “siento la
risa loca del desharrapado” (Armando Paco Gareca).
Humus Literario quiso
aplastar la figura del escritor como un “señorito” tocado por las letras,
planteó que la literatura era una especie de síntoma de la sociedad y que debía
acercarse a lo que es una herejía en el mundo religioso.
Las revistas canalizan
cuestionamientos estéticos, políticos y éticos a tradiciones arraigadas,
promueven un cambio, un remozamiento de lo que está dado, se constituyen en
espacios de expresión de “sensibilidades nuevas”, no solo en el ámbito
artístico y literario, sino en la sociedad en su conjunto, así como lo hizo Humus Literario.
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