viernes, 26 de diciembre de 2014

Comentario

Julio Cortázar, profesor de literatura

A punto de terminar el año del centenario del autor de Rayuela, va una reseña de un texto que recopila una serie de clases magistrales.



Ricard Bellveser (España)

Este año se celebra el primer centenario del nacimiento del escritor Julio Cortázar, probablemente el autor más “de culto” de las letras hispanas, por encima incluso de Gabo.
Y se da la circunstancia de que, hace unas semanas, en el mes de noviembre, murió en París, a los 94 años de edad, Aurora Bernárdez, la primera y última (no la única) mujer de Cortázar, la más influyente, la sacerdotisa de este templo literario, quien supo mantener encendido el fuego de esta obra. Aurora, traductora de Albert Camus y de Jean Paul Sastre, parisina de adopción, dedicó su vida a impedir que el olvido eclipsara la obra de su marido.
Aurora y Julio se casaron en los años 50 del siglo pasado y se separaron en los 70. Julio Cortázar tuvo, formalmente, dos mujeres más, la última Carol Donlop murió antes de que Cortázar enfermara del mal que acabó con él. Aurora regresó a su lado para cuidarle y acompañarle hasta su muerte. Después dedicó sus fuerzas a reverdecer la obra del cronopio, para lo que contó con la ayuda de la agente literaria, clave en la difusión del boom, Carmen Balcells.
El centenario y el adiós de Aurora, le dan especial oportunidad a un libro “raro” de Cortázar, muy oportuno en estos momentos y que nos desvela que en este autor dormía en letargo, junto al autor, un desconocido profesor de literatura.
En otoño de 1980, y a lo largo de dos meses, el escritor argentino dio un curso de literatura en la Universidad de Berkeley, en el que habló de conceptos de literatura en general y de sí mismo como escritor en particular, lecciones que Aurora, y en contra de la costumbre del escritor muy reacio a estas cosas, reunió en un libro que la actualidad ha devuelto a las vidrieras de las librerías[1].
Según el prologuista Álvarez Garriga, el libro nos aclara que Julio Cortázar escribió de una sentada Botella al mar. Epílogo de un cuento, texto incluido en Deshoras (1982), explica cómo construyó los Cuentos de la noche boca arriba, La continuidad de los parques, y cómo escribió Rayuela o El libro de Manuel inspirado este último en un diario inconcluso.
Bestiario (1951) se publicó cuando Cortázar estaba en París con Aurora. Es su primer libro de cuentos, en el que figura Casa tornada, que es uno de sus más célebres relatos, y le siguieron Final del fuego (1956), Las armas secretas (1958), Todos los fuegos el fuego (1966), Octaedro (1974), Alguien que anda por ahí (1977) y el antedicho Deshoras, libros que en sus clases de Berkely hurgó en sus entrañas.
Las ocho clases del curso consistieron en, la primera clase, Los caminos del escritor. La segunda y tercera, El cuento fantástico I: el tiempo y II, La fatalidad. La cuarta clase, El cuento realista. La quinta, Musicalidad y humor en la literatura. La sexta Lo lúdico en la literatura y la escritura de Rayuela. La séptima De Rayuela, Libro de Manuel y Fantomas contra vampiros multinacionales y la octava clase, Erotismo y Literatura.
La metodología era la siguiente: en la primera parte de la clase daba la lección y la segunda iniciaba un coloquio con los alumnos de tema abierto pues, como dijo Cortázar su último día “esto no era un curso, era algo más: un diálogo”.
Señala Carlos Álvarez: “Cortázar logra una vez más que quien se acerque a él no se comporte pasivamente: ofrece, y consigue, la complicidad que es la clave de todo aprendizaje. En palabras de Cortázar: “Tienen que saber que estos cursos los estoy improvisando muy poco antes de que ustedes vengan aquí: no soy sistemático, no soy ni un crítico ni un teórico, de modo que a medida que se me van planteando los problemas de trabajo, busco soluciones”.
No le fue fácil porque la Columbia University le ofreció dar unas clases de este tipo en el lejano 1969, pero se negó. Sus argumentos fueron varios, por un lado no querer ser cómplice de la constante “fuga de cerebros” que estaba protagonizando Estados Unidos, que abrió sus puertas a los principales investigadores de todas las materias, de la literatura a la física cuántica o la medicina, lo que le llevó a acumular premios nobeles.
Sin embargo en 1980 ya había cambiado de opinión y aceptó ir a Berkeley porque la propuesta que le hicieron tenía “condiciones excelentes para trabajar poco y leer mucho”, aparte de estar cerca de su querida ciudad de San Francisco.
En el primer centenario del nacimiento de Cortázar, estas clases nos permiten comparar cómo es el Cortázar oral y cómo el Cortázar escrito, dónde están las diferencias. Si las hay.
Nos permite compararlo con el Cortázar epistolar pues Aurora publicó en cinco volúmenes toda la correspondencia del autor, que es otro tono literario. La edición de sus clases nos recuerda al Borges oral que reunió las cinco conferencias que Jorge Luis Borges dio en la Universidad de Belgramo, las Seis propuestas para el próximo milenio de Italo Calvino, reunión de sus conferencias en la Universidad de Harvard y las famosas Lectures on literatura de Nabokov, reconstrucción de los apuntes de sus clases. 




[1] Cortázar, Julio. Lecciones de literaturas. Berkeley, 1980. Edición y prólogo de Carlos Alvarez Garriga. Alfaguara. Madrid, 2013.

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