jueves, 18 de diciembre de 2014

Crónica

Literatura del bicentenario

Compartimos con tres escritores-académicos la lista de 71 libros de literatura que formarán parte de la Biblioteca del Bicentenario que se lanzará hoy. Esto es lo que piensan.



Martín Zelaya Sánchez

Está lo que tiene que estar, pero falta. Se cumple con una colección y rescate de esta magnitud, pero falta. Hay que estar conformes, pero no del todo.
Si en este instante pudiera ver en un anaquel los 71 títulos de “literatura y artes” que compondrán la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia (BBB) y pudiera quedarme con los que quepan en mis manos, y sólo con esos, tomaría -creo- la Obra completa de Jesús Urzagasti, Poesía completa de Saenz, Obra completa de Jaimes Freyre, las antologías de crónica, ensayo y cuento, y la Historia del arte en Bolivia.
Si me permitieran dar un par de manotazos más, tomaría a la rápida Cuando vibraba la entraña de plata y la Obra escogida de Carlos Medinaceli; por desconocimiento –que no por falta de ganas-, dejaría para después la Obra completa de Santiago Vaca Guzmán, pero tampoco descartaría del todo títulos como De cuando en cuando Saturnina o El embrujo del oro.
Todo lo dicho arriba es mentira. De concretarse esta hipotética situación (espero que así sea dentro de unos años) haría lo necesario, lo imposible, por llevarme los 71 libros. Y es que una colección como esta, que reúne mucho -no todo, claro está- de lo esencial publicado en el país desde antes incluso que este sea tal, no merece dudas ni cuestionamientos; observaciones sí, seguro; desacuerdos, lamentos (cuánto me hubiese gustado ver incluidos, por ejemplo libros de Luis Toro, María Virginia Estenssoro o Julio Barriga ) pero nada más: son tan pocas las ocasiones en que se puede celebrar una iniciativa literaria-artística-cultural de estas dimensiones que negarla, atacarla, resulta casi obsceno aunque, repito, ello no impide opinar, sugerir, observar.
Dicho esto, comparto tres interpretaciones de la lista los 71 libros mencionados que hoy muy temprano -seguramente antes de que usted lea esto- el Presidente y el Vicepresidente presentarán oficialmente en Palacio de Gobierno.

Opina Daniela Renjel, literata y docente:
“Más allá de la pregunta de si están todos los títulos que debieran estar -por qué Sangre de mestizos y no otro, por qué El run run de la calavera y no Potosí 1600, o por qué solo dos libro de ensayos, olvidando Las tentaciones de San Ricardo de Marcelo Villena, o la obra de Zavaleta Mercado (N. de E. Zavaleta sí está pero en la categoría ciencias sociales), discusión que puede resultar un poco inútil por cuanto nunca conformará a todos y que, por otro lado, ya está decidida y generaría una polémica que desvía la atención de lo más importante- hay tres aspectos que me interesa resaltar”:
“Primero: hay que valorar la reedición de libros que eran, en muchos casos, imposibles de encontrar y que merecen a todas luces ser leídos, en todo el sentido de la palabra, por especialistas y aficionados a la buena literatura; es decir, que merecen existir en el mercado.
Segundo: considero vital que los precios de estos libros estén al alcance de la mayoría de los bolivianos y que este esfuerzo no se quede en las vitrinas de librerías y centros de venta, de lo contrario el proyecto cumpliría un beneficio nominal, pero no real”.
“Y tercero: me parece fundamental que cada libro seleccionado cuente con un prólogo que explique las razones de su selección, y digo “explique” y no “justifique”, porque cada obra debería justificar su valor por sí misma; esto con una finalidad incluso didáctica, que permita un acercamiento crítico a lectores no especializados, por lo general concentrados en el interés del argumento y no en aspectos menos evidentes, pero igualmente importantes.
Cumplidos al menos estos tres aspectos, la iniciativa y el esfuerzo de la Vicepresidencia logrará una función tan humanística como social”.

Según Magela Baudoin, flamante Premio Nacional de Literatura:
“Siempre podremos añadir nombres a una lista finita. De manera que siendo este el desafío y dejando sentado el alivio de ver algunos nombres (femeninos sobre todo) que faltaban en alguna lista previa que circuló en los medios, pongo sobre la mesa aquellos autores que extraño”:
“En primerísimo lugar, la Obra escogida de Matilde Casazola (Sucre). Pienso que Matilde es un nombre que no podemos olvidar y que ya debería haber merecido el Premio Nacional de Cultura”.
“De Santa Cruz, me faltan al menos tres escritores: Enrique Kempff Mercado con Pequeña hermana muerte; Oscar Barbery Justiniano, con Puerto ancho, y Giovanna Rivero con 98 segundos sin sombra (no es posible entender las letras cruceñas sin ellos). Y en el caso de Beni, queda faltando la obra de Horacio Rivero Egüez. También me salta la ausencia de Juana Manuela Gorriti (aunque se hable de ella como argentina-boliviana-peruana) y de Jaime Mendoza (Páginas bárbaras)”.

Antonio Vera, escritor y profesor de literatura, nos deja este breve texto llamado:
La Biblioteca Cruz Vargas
Como toda actividad cerrada en sí misma, la de elaborar listas puede bordear peligrosamente el delirio y el hacedor de tales catálogos corre el riesgo de pensar que, a semejanza de los cartógrafos de Borges, las listas pueden sustituir al mundo.
Peor si uno intenta comentarlas. Es como don Harold Bloom y su manía por el ranking canónico que siempre nos deja en posición adelantada. Qué va a decir uno ante semejante pretensión. Así que no me animo a opinar sobre qué pudo entrar o salir de la lista de la Biblioteca del Bicentenario y mucho menos me aventuraría al masturbatorio ejercicio estadístico para comprobar cuántos de los autores elegidos son de aquí y cuántos de allá, cuántos murieron de muerte natural y cuántos de un síncope, cuántos tenían bigote y cuántos llevaban bisoñé.
Y es que las listas, por más que contengan 5, 10 o 200 ítems, nos confrontan con el claustrofóbico vértigo de lo finito. En otras palabras, lo que nos gusta de una lista es que, como el cigarrillo, se acaba y cuando eso ocurre no tenemos más remedio que empezar de nuevo.
Frivolidades aparte, eso es lo que parece ocurrirle a uno de mis personajes favoritos de la literatura boliviana, el sargento Cruz Vargas, de Sangre de mestizos (libro incluido en la BBB) que agoniza y delira en su lecho de prisionero de guerra en Asunción.
Cruz Vargas quiere morir, necesita morir para conjurar el horror de la guerra, pero no puede hacerlo, y sabe que no lo va a lograr hasta que su palabra escrita pueda por fin decir el horror.
Así que el hecho de que exista una lista de libros de literatura en la Biblioteca del Bicentenario ya es para mí suficiente motivo de celebración. Más aún si estos títulos se van a imprimir en tirajes enormes, en ediciones baratas y llegarán a miles de lectores.

Para cerrar, por falta de espacio, pero también por cumplir la intertextualidad digital-impreso a la que llaman los tiempos que corren, invitamos a releer la presentación, argumentación y explicación general del proyecto en la nota que sacamos hace algunas semanas (http://letrasietebolivia.blogspot.com/2014/11/nota-de-apertura.html) pero sobre todo en la web bibliotecabicentenario.gob.bo.
Invitamos también a revisar en nuestro blog la lista completa de los 71 libros de literatura y arte, parte de los 200 de la BBB. A leer se ha dicho.



Los 71 títulos de literatura
de la BBB



Libros individuales (31)

Sangre de mestizos (Augusto Céspedes)
Juan de la rosa (Nataniel Aguirre)
Raza de bronce (Alcides Arguedas)
La Chaskañawi (Carlos Medinaceli)
Los deshabitados (Marcelo Quiroga Santa Cruz)
Felipe Delgado (Jaime Saenz)
Ensayos escogidos (Luis H. Antezana)
El Loco (Arturo Borda)
Matías, el apóstol suplente (Julio de la Vega)
De cuando en cuando Saturnina (Alisson Spedding)
Interior mina (René Poppe)
Añejerías paceñas (Ismael Sotomayor)
El embrujo del oro (Adolfo Costa du Rels)
Periférica Blvd. (Adolfo Cárdenas)
Cuando Sara Chura despierte (Juan Pablo Piñeiro)
Yanacuna (Jesús Lara)
Historia crítica de la literatura boliviana (Blanca Wiethüchter)
Río fugitivo (Edmundo Paz Soldán)
El run run de la calavera (Ramón Rocha Monroy)
Cuando vibraba la entraña de plata (José Enrique Viaña)
Literatura contemporánea y grotesco social (Javier Sanjinés)
Jonás y la ballena rosada (Wolfango Montes)

(Arte)

Historia del arte en Bolivia (3 tomos) (Teresa Gisbert y José de Mesa)
Bolivia: los caminos de la escultura (Michella Pentimali et al)
Las misiones jesuíticas de Chiquitos (Pedro Querejazu)
Iconografía y mitos indígenas en el arte (Teresa Gisbert)
Pintura contemporánea en Bolivia (Carlos Salazar Mostajo)
Pintura boliviana en el siglo XX (Pedro Querejazu)
Bolivia: 150 grabados en cobre (Roberto Gerstmann)
Bolivia: Mineros (Jean Claude Wicky)
Historia del cine boliviano (Alfonso Gumucio [actualizado])

Obra escogida – Obra completa (25)

Franz Tamayo (II volúmenes, prosa y verso)
Oscar Cerruto (II volúmenes, prosa y verso)
Carlos Medinaceli
Ricardo Jaimes Freyre
Jaime Saenz
Yolanda Bedregal
Jesús Urzagasti (II volúmenes, prosa y verso)
René Bascopé Aspiazu
Adela Zamudio
Jorge Suárez
Hilda Mundy
Edmundo Camargo
Augusto Guzmán
Raúl Otero Reich
Armando Chirveches
Blanca Wiethüchter
Gregorio Reynolds
Nicomedes Suárez Araúz
Antonio Terán Cabero
Gabriel René Moreno
Pedro Shimose
Santiago Vaca Guzmán
Oscar Alfaro
Eduardo Mitre
Roberto Echazú


Antologías (15)

Antología de crónica boliviana
Antología de poesía 
Antología de literatura infantil y juvenil
Antología de teatro boliviano
Antología de ensayo/crítica literaria
Antología de literatura aymara
Antología de literatura quechua
Antología de literatura de tierras bajas
Antología del cuento boliviano
Antología de estudios sobre arquitectura en Bolivia
Antología de fotografía boliviana
Antología de estudios sobre la música en Bolivia
Antología de la caricatura en Bolivia
Antología de tradición oral en Bolivia
Antología de literatura colonial


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