Fotografías para la historia
El autor reseña un novedoso y muy interesante proyecto de exposición y publicación de un libro con fotografías históricas.
Pedro
Querejazu Leytón
Ese
es tanto el título de una exposición como el de un libro. En realidad el título
es más extenso: Fotografías para la
historia. Simón I. Patiño: estaño y vida cotidiana, 1900-1930.
La
exposición ha sido presentada en el Espacio de la Fundación Simón I. Patiño en
La Paz, entre el 10 de noviembre y el 5 de diciembre recién pasados. La
exposición, así como la presentación del libro se realizará de forma
itinerante.
La
siguiente versión se inaugurará el miércoles 17 de diciembre, en el Palacio
Portales de la Fundación Patiño, en Cochabamba. Posteriormente se exhibirá
tanto en la Casa de la Cultura de la Universidad Técnica de Oruro (UTO), en esa
ciudad, como en el Centro Cultural Patiño en Santa Cruz.
La
exposición y el libro son el resultado de un proyecto realizado de manera
conjunta entre la mencionada fundación y la UTO, cuyo propósito fue la recuperación
y puesta en valor de una parte de la colección de fotografías históricas que se
conservan en la Casa de la Cultura de Oruro, dependiente de la UTO, y que antes
fuera la oficina principal de la Patiño Mines, en esa ciudad.
La
exposición está compuesta por 71 imágenes que son una selección de las rescatadas
y puestas en valor durante el proyecto. Son fotografías digitalizadas a partir
de los originales, tanto placas de vidrio como positivos reunidos en un álbum,
como piezas sueltas, positivos sobre passepartout, y ampliadas a grandes
dimensiones, en alta resolución, lo que permite apreciarlas en toda su
magnitud.
Es
evidente que todas las fotografías fueron realizadas en su momento por encargo
tanto del propio Patiño como por los funcionarios de su empresa minera y del
Banco Mercantil. Fueron tomadas en un lapso comprendido entre 1900 y 1930. La
gran mayoría, provenientes del álbum, datan de hacia 1910, y un número
importante fueron realizadas en 1921.
Buena
parte de las fotografías son anónimas, pero se ha identificado a algunos
autores como José Nicolás Piérola Aguilar, Nemecio Gómez, Paul Doffigny, los hermanos
Castañón Morón, Víctor Crespo, y una de un fotógrafo Valdez (alguno de los
cinco fotógrafos con ese apellido activos en el país en ese tiempo).
Las
fotografías muestran las características técnicas y formales que eran propias
de esa época, tanto por los códigos sociales sobre la manera de hacerse
retratar, como la de representar los espacios y ambientes exteriores e
interiores.
Es
un tipo de fotografía estrictamente documental. Las fotografías de exteriores
son todas durante el día, en las horas próximas al mediodía. Los interiores tienen
tanto iluminación natural como artificial en las que aparentemente se habrían
utilizado destellos de magnesio y también reflectores de luz eléctrica.
Los
temas seleccionados para la exposición son varios. Por un lado la familia
Patiño en diferentes momentos y actitudes, desde las familiares hasta las
formales. Hay grupos de funcionarios tanto del banco como de las minas e
ingenios, que incluyen obreros y mineros, como los palladores de mineral y
algún personaje “típico”.
Todas
registran eventos especiales más que la vida cotidiana. La mayoría de las
imágenes son de exteriores, entre las que se han incluido tramos del
ferrocarril transportando minerales y vituallas, vistas generales de los
ingenios, detalles de las máquinas de generación de energía eléctrica así como
las compresoras de aire y las del tratamiento de minerales, etc., y algunas del
trabajo de interior mina.
Las
fotografías muestran lugares en Oruro, Cochabamba, la construcción del Palacio
Portales y de Villa Albina en Pairumani, así como las oficinas de Oruro y
ambientes del banco en La Paz, Oruro y Cochabamba.
La
exposición está acompañada por una película documental realizada hacia 1930, de
autor anónimo. Este documental está originalmente compuesto por varios
fragmentos que, mediante letreros explicativos escritos con tipografía deco art, muestran la actividad de las
minas y los ingenios de la Patiño Mines.
Ha
sido y es una exposición muy importante, tanto por la calidad de las imágenes
originales, el trabajo de los fotógrafos de antaño, así como por el trabajo de
recuperación en sus diversas fases hasta el resultado que ahora se presenta al
público.
El
libro, por su parte, tiene un formato cuadrado de 25 x 25 cm. cerrado. Está
empastado con tapa dura y el interior tiene 368 páginas impresas a cuatro
colores sobre papel couché de 150 gr.
La
cuatricromía recoge los matices de color de las fotografías originales, desde
el negro neutro, el viso azulado, el tono sepia, así como la tapa del álbum y
los passepartout. Es una obra pulcramente ejecutada.
Está
dividido en dos partes: los textos y las imágenes. Los escritos van desde la
página inicial hasta la 125, que incluyen fotos y cuadros sangrados en los mismos.
Las 167 imágenes recuperadas se muestran entre las páginas 127 y 368. La
fidelidad en la reproducción de las imágenes originales es excelente.
La
obra tiene dos presentaciones, de Michela Pentimalli, directora del Espacio Patiño
de La Paz, y de Carlos Antezana García, rector de la UTO. Los ensayos están
divididos en dos partes, la descripción y desarrollo del proyecto de
recuperación de las fotografías, con textos de Luzmila Zeballos y Vassil Anastasov,
y el “Contexto histórico”, con escritos de Silvia Arze, Fabricio Cazorla M.,
Carlos Serrano B. y Raúl Azurduy R.
Tratándose
de una obra de este tema y de esta magnitud, la relación de la bibliografía
usada por los autores parece tanto escasa como repetida. Se nota la total ausencia
de referencias a las publicaciones de investigadores bolivianos y extranjeros
sobre la fotografía histórica en Bolivia y América.
Finalmente,
en varias partes del libro y de la exposición, se habla de la “restauración de
las fotografías”. Creo que es importante precisar que, por lo que se describe,
no se ha hecho tal. En cuanto a los originales, placas de vidrio y positivos,
se les ha hecho conservación tanto activa como pasiva, esto es, se han limpiado
y equilibrado químicamente y se han guardado con sistemas de archivo especiales
que garanticen su conservación a largo plazo.
Dado
que todos los originales se reprografiaron fotográficamente en soporte digital,
estas son las imágenes que se han “restaurado”, es decir, se han reconstruido
por medios digitales para eliminar de las mismas los rayados, manchas,
desgastes, craquelados y roturas, para mostrarlas prístinas. Dado que los
originales no se han “restaurado”, creo que para lo hecho corresponde más el
término de “reconstrucción”.
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